domingo, 20 de septiembre de 2009

Emigrar: invertir en esperanza de vida

Una nueva tragedia en el mediterráneo, muro de agua que separa más y mata mucho más que aquel muro de cemento de infausta memoria. Esta vez ha volcado una patera en la que viajaban unos 60 inmigrantes subsaharianos. Se investiga si ha podido resultar hundida al chocar con un barco. Sólo una decena de personas han sido rescatadas con vida. El resto, o son ya cadáveres (ocho han sido encontrados cuando escribo estas líneas) o son, por el momento, desaparecidos.
Mujeres embarazadas y niños de pocos años eran algunos de los viajeros que se arriesgaron a hacer esa peligrosa travesía. ¡Mujeres embarazadas y niños pequeños, casi bebés!

El recientemente fallecido Luis de Sebastián ha dejado escrito en su libro África, pecado de Europa, lo siguiente: "Un niño recién nacido que logra entrar en las Islas Canarias desde Sierra Leona en un cayuco, aumenta su esperanza de vida en cerca de 40 años". Se entiende que asuman ese riesgo.

Lo que no se entiende es que en Europa, en España, no tengamos en cuenta que emigrar es, por encima de todo, invertir en esperanza de vida. Pongamos esto por delante de cualquier otra consideración. Y luego, si tenemos que hacerlo, hablemos de cuotas, flujos, cupos, empleos, integraciones, mafias, controles, cooperaciones... Pero luego.

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