miércoles, 19 de agosto de 2009

Provocación... de la buena

El intelectual, o es o está: o es molesto o está de sobra. Releo el ensayo de García Montero Inquietudes bárbaras y extraigo una provocadora reflexión:

"Al abordar el tema del compromiso histórico, la última literatura española se ha aplicado a la memoria de la guerra civil. No se pueden discutir las buenas intenciones, porque soportábamos una larga lista de cuentas pendientes, después de años de silencio y manipulación del pasado español. Pero no deja de ser significativo que entre las capas progresistas españolas tenga más peso el recuerdo de los que sufrieron hace más de setenta años que el testimonio diario de los que sufren hoy, muy cerca de nosotros, en los naufragios de nuestras costas, en las alambradas de nuestras fronteras, en las subastas de esclavos de nuestras plazas. La cuarta parte de la energia que se ha dedicado a la memoria histórica hubiese forzado una política distinta sobre inmigración y hubiera provocado una alarma social inconsolable ante la sistemática violación de derechos humanos que está asumiendo con toda naturalidad la ciudadanía. Buena muestra del narcisismo consumista en el que nos hemos instalado los españoles, o de la liquidación real de la ciudadanía, es que nos interese más lo que sufrimos nosotros hace más de medio siglo, cuándo eramos los pobres, que el testimonio desolador de los parias de hoy. Claro que las víctimas ya no son nuestras, son otros, no forman parte de nuestra identidad de españoles republicanos asaltados por la barbarie franquista" (pp. 106-107).

Duele leer estas cosas. Pero las palabras duelen más cuanto más de verdad llevan consigo. Y no es consuelo pensar que si esta es la contradicción de los progresistas, el pecado de los conservadores españoles es el de no preocuparse ni por los parias de hoy ni por los represaliados de ayer.
Duele leer estas cosas, pero hay que leerlas, releerlas, pensarlas y repensarlas, pasarlas por el corazón. Y sacar algunas conclusiones.

Ayer leí en El Norte de Castilla la noticia de la muerte de cuatro trabajadores -un ciudadano ucraniano de 38 años, G. D.; un angoleño de 43 años, P. J. J. M; un brasileño de 31 años, y un ciudadano luso, E. G. T, de 45 años- residentes en Portugal al volcar de madrugada la furgoneta en la que se dirigían a Madrid a trabajar. Entresaco un párrafo:

"Las víctimas eran obreros pertenecientes a una empresa de construcción radicada en la zona de Viana do Castelo, ciudad costera situada al norte del país vecino, a unos cincuenta kilómetros del límite con Galicia y de dónde posiblemente habrían partido los fallecidos horas antes.
El infortunio se cruzó en su viaje a más de 570 kilómetros de su lugar de origen y a apenas tres cuartos de hora de la capital de España. Las primeras hipótesis indican que los finados estaban subcontratados por una empresa de la localidad toledana de Seseña y se dirigian a su lugar de trabajo, posiblemente en Madrid".

"Las víctimas ya no son nuestras, son otros...". Pensémoslo antes de quitarnos de encima con demasiada rapidez la provocación, la buena provocación, de Luis García Montero.

2 comentarios:

Imaia dijo...

Gracias por la reflexión. "Que me vean como una persona y no como un inmigrante", es el deseo que te expresan cuando hablas con estas personas.
ES la lección que tenemos pendiente y hasta que no lo veasmos así mal camino llevamos.

Daniela dijo...

Pues para mi, como boliviana, me dan alivio estas provocaciones...Gracias.
Yo no se en que lugar ubicarme: por una parte, estando en Bilbao veia en la gente una frustación por el pasado que llegó a ser hasta asfixiante en algún momento(con las disculpas del caso), pero cuando miro a "mi" gente y al proceso de cambio que esta sufriendo Bolivia, este proceso tambien reivindicativo por nuestro propio pasado...lo apoyo con toda el alma. Y no es que no apoye otros procesos reivindicativos ...pero en Bilbao tenia la sensación de que no podian mirar para adelante (de nuevo me disculpo).
Es que será nomás que uno ve la paja en el ojo ajeno.