lunes, 17 de agosto de 2009

Recuerdo de Oscar Pérez

Hoy he subido a mi Montaña Análoga.




Como siempre que subo al monte, especialmente si, como hoy, lo hago solo, los pensamientos se agolpan en mi cabeza. Ya me lo decía mi abuela, pues esta afición de triscar por las montañas, me acompaña desde que era un crío: "No vayas solo al monte, que te da por pensar".

Y entre los pensamientos de hoy, uno muy especial en memoria de Oscar Pérez.
A 2.520 metros de altura, aún así casi 4.000 metros más abajo de la helada cornisa en la que se ha quedado Oscar, pienso en él, en su familia, en sus compañeros del Club Peña Guara, pienso mucho en quienes se han esforzado por rescatarle.

Al volver a casa leo el párrafo con el que el célebre escalador Lionel Terray termina su libro Los conquistadores de lo inútil, fechado en julio de 1961:

"Si en realidad no hay ninguna roca, ningún serac, ninguna grieta que me esté esperando en algún lugar del mundo para detener mi carrera, llegará un día en el que, viejo y cansado, encontraré la paz entre los animales y las flores. El círculo quedará cerrado, y por fin seré el simple pastor que añoraba ser en mis sueños de niño".


Terray falleció cuatro años después de escribir estas lineas, mientras realizada una escalada de mediana dificultad cerca de su hogar.

1 comentario:

pablo zabala dijo...

La editorial del Correo (de ayer creo) que dedicaba al asunto de Oscar sus palabras venía a concluir que no debieramos de frustrarnos tanto, que esto es parte de la " búsqueda de los límites de los humanos" y que por lo tanto este tipo de acntecimientos se dan.

La tolerancia al fracaso y a la frustracíón hoy en día es mínima. El rescate de Oscar con tiempo para acceder hasta él, medios y gente dispuesta a colaborar a todos los niveles se ha rebelado inútil.

Esa inutilidad unida al paso del tiempo, lento, plomizo y cruel en este caso, ha genererado en todos nosotros una gran pena y congoja. Todos nos hemos sentido algo impotentes.

Pero la vida es contraste. Esa pena se transformó en admiración inmensa, fé en la posibilidad de la naturaleza humana y placer para los sentidos, ese mismo día viendo la carrera de Usain Bolt.

Al acostarme ( yo tambien soy montañero Imanol y te enseñaria algunos de esta nuesta Vizcaya desde otra perspectiva) el sentimiento de pena por Oscar se mezcló con la admiración profunda por la capacidad atlética de Bolt y por la plasticidad de sus movimientos.

Etermos sentimientos humanos que hoy en día los ponemos en contraposición en cuestión de segundos. Dificil sacar conclusiones.

Sigue disfrutando de la montaña: Placer donde los haya.