domingo, 28 de marzo de 2021

Siete montes y una cueva

Hay tanta gente por la montaña que me empieza a dar pereza desplazarme hasta alguno de los lugares más clásicos (Gorbeia, Urkiola, Salvada, Urbia...) para, al final, acabar con sensacion de agobio. Así que he optado por madrugar, salvando las horas de más concurrencia, y dar una vuelta por los montes de mi pueblo. Que están muy bien, oye.
De manera que he subido por el barrio de Zamundi hasta Apuko (Peñas Blancas), Ganeroitz, Akatxa, vuelta a Apuko, visita a algunas de las cuevas que horadan su base, Humilladero, Sasiburu, Tellitu, Arroletza y vuelta hasta Sasiburu para regresar por Zamundi a Alonsotegi. Siete cimas modestas pero hermosas, y una cueva. Una mañana espléndida, de pantalón corto, a pesar del frío del inicio.
 
Llegando a Apuko, al que siempre hemos conocido como Peñas Blancas, por razones obvias. A la izquierda se eleva el Ganeroitz (al que siempre llamábamos Apuko) y en medio asoma Eretza.
 
Llegando al Ganeroitz.
Descenso hacia Akatxa.
Akatxa. Entre los árboles se vislumbra el Ganeroitz, y a la derecha se ve el Apuko.
 
Ganeko y Gallarraga, desde Akatxa.
Desde Akatxa, Apuko, Sasiburu y Arroletza.

Volviendo hacia Apuko se aprecia el desnivel que hay que descender para bajar desde Ganeroitz hasta el Akatxa.

Llegando a Apuko.
El Humilladero, lugar de referencia para mi Grupo Alpino Goiko Mendi. De frente, Sasiburu.
Y hacia atrás, Apuko y Ganeroitz.
Sasiburu.
Camino al Arroletza.
 
Inosculación: me encanta el término y sus significados.
La desapercibida cima del Tellitu.
Arroletza.
 
 De vuelta.
 
 Y la cueva...
 
Fin del trayecto: cervecita en el Geltoki.
 

sábado, 27 de marzo de 2021

¿Virus soberano? La asfixia capitalista

Donatella Di Cesare
¿Virus soberano? La asfixia capitalista
Traducción de Juan González-Castelao
Siglo XXI, 2020

"[Existir] no significa estar arraigado en la tierra, sino respirar el aire. Lo habíamos olvidado. Existir es respirar. Es la existencia que sale al exterior, que se descentra, migra, inspira el aliento del mundo y lo espira, lo proyecta fuera de sí mismo, se sumerge y vuelve a emerger, participando así en la migración y la transformación de la vida".


La filósofa Donatella Di Cesare firma un libro breve pero denso, original en su abordaje de un tema tan manido a lo largo de todo el año pasado como el de la pandemia. 

Partiendo de la solo relativa impredecibilidad de la pandemia (supuestamente anunciada como posibilidad por diversas instituciones desde 2017) la autora destaca el efecto disruptivo que ha tenido el acontecimiento en el funcionamiento normal(izado) del capitalismo, un capitalismo antibiótico, asfixiante ya desde mucho antes de que la pandemia nos dejara sin respiración. Nos hemos (re)descubierto extremadamente vulnerables, un sueño colectivo de seguridad se ha hecho añicos: 
 
"Hemos vivido en el presente asfixiado de un globo sin ventanas que ha pretendido inmunizarse contra todo lo que queda afuera, lo que está más allá y que es distinto. Ha prevalecido la clausura, ha sacado ventaja la pulsión inmunitaria, la voluntad obstinada de permanecer intactos, íntegros, ilesos".

Pero, como advierte Donatella Di Cesare, la pretensión de no ser contaminadas es vana, ya que llevamos en nuestro interior "otras formas de vida": nuestra identidad misma es diversa, conformada por pertenencias distintas y no siempre armónicas, portamos la otredad en nuestro seno, tanto individual como social. Somos como los personajes de The Walking Dead que, a diferencia de lo que ocurre en otras historias de zombis, deben asumir que cada ser humano lleva en su seno el patógeno que lo convertirá en zombi minutos después de su muerte. "Nosotros somos los muertos vivientes". De ahí su crítica a la aspiración soberana, a la construcción de democracias inmunitarias, de la viropolítica fobocrática, en la que el gobierno del miedo favorece la aparición de líderes brutalistas.

¿Seremos capaces de desterrar de nuestras vidas el mito del "yo inmunitario", asumiremos que "el yo y el extraño están conectados en un intrincado juego", o continuaremos intentando regresar al viejo mundo de las apariencias de inmunidad, de las falsas seguridades construidas a expensas de la inseguridad de la mayoría de la humanidad? La pandemia nos ofrece la oportunidad para repensarlo:
 
"El virus inesperado ha suspendido lo inevitable de lo siempre igual, ha interrumpido un crecimiento que mientras tanto se había convertido en un crecimiento incontrolable, desmedido e interminable. Toda crisis tiene siempre la posibilidad de rescate, de redención, de liberación. ¿Se escuchará la señal? La violenta pandemia, ¿será también la oportunidad de cambiar? El coronavirus ha robado los cuerpos al engranaje de la economía. Tremendamente mortífero, no obstante también es vital. [...] El freno está activado: el resto depende de nosotros".

sábado, 20 de marzo de 2021

Lecturas contra el racismo

 
*-*-*-*-*


Reni Eddo-Lodge
Por qué no hablo con blancos sobre racismo
Traducción de Ana Camallonga
Península, 2021

"He dejado de hablar con blancos sobre racismo. No con todos ellos, pero sí con la amplia mayoría que rechaza aceptar la legitimidad del racismo estructural y sus síntomas. No puedo seguir enfrentándome al abismo de la desconexión emocional que las personas blancas exiben cuando una persona de color articula su experiencia. Su mirada se apaga y se endurece. Es como si alguien echara melaza en sus oídos y bloqueara sus canales auditivos. Es como si ya no pudieran oírnos".


Como señala la autora, si el racismo se agotara en las palabras y acciones del extremismo blanco, la lucha antirracista sería muy sencilla. Bastaría con prohibir los discursos inflamadamente racistas, con castigar electoralmente a los partidos xenofovox o con combatirlos en la calle.
 
Pero el racismo es estructural, "está imbricado en el tejido de nuestro mundo", existe y persiste por y para mantener el "privilegio blanco", que la autora define acertadamente como "la ausencia de las consecuencias negativas del racismo": no sufrir discriminación por tu raza, no sufrir miradas dascalificatorias, no ser objeto de sospecha, no sentir la preocupación por estar fuera de lugar, no tener miedo de caminar por determinados lugares... Este racismo estructural "no solo priva de poder a sus víctimas sino que empodera a los que no lo son", de manera que "brinda mejores oportunidades en la vida a las personas blancas".

Por cierto: exactamente lo mismo ocurre con el privilegio masculino, por eso el machismo es igualmente estructural.

No es cómodo reconocernos como beneficiarios de ese privilegio blanco, como no lo es hacerlo del privilegio masculino. De ahí la resistencia creciente en la izquierda frente a la afirmación militante de la diversidad, concebida como "trampa" para la acción colectiva, como si fuera necesario sacrificar la crítica y deconstrucción del "otro generalizado" (Seyla Benhabib), con su universalismo abstracto y en última instancia falso, en favor de una acumulación de fuerzas que, finalmente, solo serviría para reforzar los privilegios blanco y machista. 
 
Reni Eddo-Lodge ha escrito un libro incómodo, pero necesario. Siendo blanco no basta con no ser activamente racista, ni siquiera con querer ser activamente antirracista. El problema es el privilegio y combatirlo, combatirnos, es bastante más difícil que derrotar a la derecha extrema.

"La ceguera ante la raza no ayuda a deconstruir las estructuras racistas ni a mejorar sustancialmente las condiciones de vida de las personas de color. Para desmantelar estructuras injustas y racistas es necesario que veamos la raza. Es necesario que veamos quién se beneficia de su raza, quién se ve perjudicado de un modo desproporcionado por los estereotoipos negativos asociados a su raza y a quién se concede todo el poder y el privilegio -ganados a pulso o no- gracias a su raza, su clase o su género. Ver la raza es esencial para cambiar el sistema".

*-*-*-*-*

Suketu Mehta
Esta tierra es nuestra tierra
Traducción de Aurora Echevarría
Penguin Random House, 2021

"Un día, allá en la década de 1980, mi abuelo materno estaba sentado en un parque de las afueras de Londres, y un anciano británico se acercó a él y le agitó un dedo en la cara.
- ¿Qué hacéis aquí? -le preguntó-. ¿Por qué estáis en mi país?
- Porque somos los acreedores -respondió mi abuelo, que había nacido en la India y, después de haber trabajado toda su vida en la Kenia colonial, vivía jubilado en Londres-. Os llevasteis toda nuestra riqueza, nuestros diamantes. Hemos venido a recuperarlos.
Estamos aquí porque vosotros estuvisteis allí, le estaba diciendo mi abuelo".


Suketu Mehta, que ya ha aparecido por aquí en otra ocasión, firma un libro que, como él mismo dice, "está escrito con pena y rabia, así como con esperanza".

Pena por las historias que ha recogido en el muro entre Estados Unidos y México, en Nueva York, Abu Dabi, Tánger y Tarifa. Porque "allí donde hay inmigrantes, hay historias; y debido a su desplazamiento, tienen la necesidad de recordar"

Rabia por el colonialismo viejo y nuevo con el que Occidente ha debilitado o destruido las estructuras culturales, sociales, económicas y políticas de las regiones del mundo de donde proceden las personas migrantes:

"Cuando los migrantes se desplazan, no es por capricho o porque odien su tierra natal, o para saquear los países a los que acuden, ni siquiera (lo más frecuente) para hacer fortuna. Se desplazan -como bien sabía mi abuelo- porque los gravámenes acumulados de la historia han convertido su tierra natal en un lugar menos habitable. Están aquí porque vosotros estuvisteis allí".

Rabia, también, por el ascenso del populismo xenófobo ("Occidente está siendo destruido no por los migrantes, sino por el miedo a los migrantes"), con sus mentiras, sus odios, sus miedos.

Y esperanza, que se desprende de las historias de acogida y de éxito que recoge en la última parte del libro, entre estas la suya y la de su propia familia:

"Estoy aquí, escribiendo este libro, cmo consecuencia de una inmigración en cadena. Primero vino mi tío Anilmasa, que salió de un pequeño pueblo de Gujarat para estudiar en la Universidad Estatal de Kent, en Ohio, y formarse como ingeniero. Luego vinieron su mujer, su hermano, su madre y los hermanos de su mujer. Estoy en Estados Unidos gracias a una 'reunificación familiar', o lo que Trump llama 'migración en cadena'".
 
Mehta ha titulado su libro como la icónica canción del gran Woody Guthrie, This Land is Your Land, una de cuyas versiones termina con esta estrofa:

Ningún ser viviente podrá detenerme
mientras voy caminando por este camino de la libertad;
ningún ser viviente me hará volver atrás,
esta tierra fue creada para vosotros y para mí.

Toda una declaración de intenciones.

viernes, 19 de marzo de 2021

"Rotos": seis excelentes relatos cortos de Don Winslow

Don Winslow
Rotos
Traducción de Victoria Horrillo Ledesma
HarperCollins Ibérica, 2020 

"-Te va a parecer una estupidez, pero yo me fuí a Irak porque amaba a América -dice Twyla-. Y ahora ya ni siquiera reconozco este país. No somos como yo creía que éramos. Se nos ha roto algo dentro".

"Su hermana es una progresista del oeste de Texas, lo que no la convierte en un unicornio, sino en algo mucho más infrecuente. Unicornios hay a patadas, comparados con los progresistas en el oeste de Texas, se dice Cal".

 
Seis excelentes relatos, perfectos tanto para quien se inicie en el universo-Winslow como para quien, como es mi caso, lo habite desde su espectacular debut en español con El poder del perro

En Rotos encontramos historias de venganza shakespearianas, guerras por la droga, historias trágicas de la frontera entre Estados Unidos y México y hasta un chimpancé fugado del zoológico... ¡con un revolver! 
 
Y nos reencontramos, a modo de cameo, con algunos de los protagonistas de otras de sus novelas: el trío formado por Ben, Chon y O, de Salvajes, con el Bobby Z de Muerte y vida de Bobby Z, con el Boone Daniels de El club del amanecer o con el insospechado investigador Neal Carey, experto en literatura inglesa del siglo XVIII y protagonista de una serie entretenidísima.

Lo dicho: si ya conoces a Winslow, disfrutarás plenamente de este libro; si aún no conoces a uno de los mejores autores actuales de novela negra, será un descubrimiento que, seguro, te llevará a leer algunas de sus obras anteriores.

 


 

sábado, 13 de marzo de 2021

Eretza

A ver si vamos recuperando las buenas costumbres. Esta mañana temprano me he acercado en coche hasta el barrio de Saratxo. Desde ahí, subida rápida al Eretza. Frío (3º) y cielo azul, que se ha ido nublando cuando ya estaba regresando a Saratxo.

 
Por ahí asoma...
Encarando el empinado cortafuegos, hasta la cima del Mendiola (754 m.).
Una mirada al desnivel superado.

Eretza desde Mendiola.

Adentrándome por el bosquecillo cimero, bastante estropeado por las lluvias. En cualquier momento parece que vamos a encontrarnos con algún ser mágico.
Ganekogorta y Gallarraga.
Eretza.
Sierra de Ordunte.
Pico de la Cruz.
Sierra Salvada/Gorobel.
He estado un buen rato sentado en la cumbre, protegido del viento, disfrutando del paisaje. 
Al subir temprano apenas me he cruzado con gente. Al bajar ha sido otra cosa.
 Y en Saratxo, una furgoneta aparcada me ha traído el recuerdo de mi querida Montaña Palentina.

viernes, 12 de marzo de 2021

El jardín secreto

Frances Hodgson Burnett
El jardín secreto
Traducción de Isabel del Río Salvador
Siruela, 2020 (1992)
 
"La lluvia, prolongada y cálida, había hecho que sucedieran cosas extraordinarias en los macizos de plantas herbáceas que bordeaban el sendero junto al muro del extremo: iban apareciendo los tallos, se abrían camino desde las raíces de las matas, y ya podían verse aquí y allá retazos de amarillo y añil, desplegándose de los brotes de las flores de azafrán. Seis meses antes, a la señorita Mary no le importaba en absoluto cómo iba despertándose el mundo entero, pero ahora..., ahora no quería perderse nada".
 
 
Publicado en 1911, El jardín secreto es un clásico de la literatura infantil-juvenil británica, en la línea de sus contemporáneos El viento en los sauces (Kenneth Grahame, 1908) o los relatos de Beatrix Potter (publicadas entre 1902 y 1930). Una historia deliciosa, mágica, que cualquier lectora o lector adulta disfrutará, tanto por su contenido (un canto a la naturaleza, la amistad y la simplicidad) como por su estilo, luminoso.

La historia transcurre en una mansión aislada en los aparentemente desolados páramos del condado de Yorkshire. Un paisaje que resultará familiar a quien haya leído Cumbres borrascosas, El sabueso de los Baskerville (aunque, en este caso, la historia transcurre en el condado de Devon) o algunos de los relatos de Enid Blyton.

Protagonizan la narración una niña y dos niños separados por la inmensidad que significa su carácter opuesto y su distancia de clase, pero que construirán una amistad sincera y firme gracias a la magia del jardín que da título al libro, en realidad el personaje principal del relato, y que hace las veces del armario de Las crónicas de Narnia, al permitirles acceder a un mundo mágico de flores, árboles y animales.
 
"Si no ha tenido nunca un jardín, no se podrá entender; y si se tiene uno, se sabrá que se necesitaría un libro entero para explicar todo lo que allí sucedió"

Este es el libro que lo explica.

domingo, 7 de marzo de 2021

En este lugar, en este momento, la humanidad somos nosotras

Me faltan unas pocas páginas para terminar la minuciosa biografía de Susan Sontag escrita por Benjamin Moser (Anagrama 2020, traducción de Rita da Costa). Ya la comentaré aquí en su momento. 
 
En las páginas 588-589, escribiendo sobre el montaje que dirigió Sontag en la sitiada ciudad de Sarajevo de la obra de Beckett Esperando a Godot, Moser cita un momento del acto segundo en el que Vladimir pronuncia este discurso:

"¡Hagamos algo mientras podamos! No todos los días hay alguien que nos necesite, y menos aún personalmente. Otros lo harían igual de bien, o mejor. Esa petición de auxilio que aún resuena en nuestros oídos va dirigida a toda la humanidad. Pero en este lugar, en este momento, nosotros somos toda la humanidad, tanto si nos gusta como si no. Aprovechemos la ocasión antes de que sea demasiado tarde. Por una vez, representemos dignamente la abyecta prole a la que nos ha relegado un destino cruel".

He buscado el Godot en mi biblioteca, una coedición de Barral Editores y Editorial Labor de 1981, ya desencolada, traducida por Ana María Moix, en la que ese mismo parlamento se recoge así:
 
"¡Hagamos algo ahora que se nos presenta una ocasión! No todos los días hay alguien que nos necesita. Otros lo harían igual de bien, o mejor. La llamada que acabamos de escuchar va dirigida a la humanidad entera. Pero en este lugar, en este momento, la humanidad somos nosotros, tanto si nos gusta como si no. Aprovechémonos antes de que sea demasiado tarde. Representemos dignamente por una vez la porquería en que nos ha sumido la desgracia"

Había olvidado este fragmento. Me parece una maravilla, como muy de Albert Camus. Me la apunto.