viernes, 9 de junio de 2023

Perras de reserva

Dahlia de la Cerda
Perras de reserva
Sexto Piso, 2023

"Bueno, pues para no hacerte el cuento largo, resulta que la Huesera tiene el hobby de recolectar en específico huesos de lobo. Los busca, los guarda y cuando el esqueleto está completo, enciende una fogata y arma el cuerpo del lobo. Canta. Canta. Canta. Y como, de qué clase de brujería es esta, los huesos se cubren de piel, de músculos y de pelo, y de pronto el lobo ya anda corriendo en la vereda. Espérate, eso no es lo más loco. Lo más loco es que mientras corre aullándole a la luna, el lobo se transforma en una mujer. Una mujer que corre riéndose a carcajadas.
Luego de contarme la historia me dijo: Quizás esa es tu misión. Juntar los huesos de mujeres muertas, armarlas, contar sus historias y luego dejarlas correr libremente adonde se tengan que ir".


Hace dos semanas escribía en este blog sobre mi decisión de abandonar inmediatamente la lectura de libros firmados por autores varones en cuanto aparezca una escena violencia machista. No por las escenas en sí, pues desgraciadamente esa violencia, esas violencias, son el pan de cada día en este mundo estructurado por el patriarcado (no sólo México, el mundo entero es "un monstruo enorme que devora a las mujeres"), sino por la forma de narrarlas y por el papel que juegan en la historia narrada, tan diferente y distante de la manera y la intención de las autoras que abordan estas mismas temáticas.

Es el caso de esta autora, Dahlia de la Cerda, y este impresionante conjunto de relatos. Trece historias breves pero intensísimas sobre mujeres que abortan en solitario, sobre mujeres que matan a hombres que matan a mujeres, mujeres apalizadas, acuchilladas, estranguladas, violadas, desgarradas, quemadas, empaladas, siempre por hombres que las odiaban o las (mal-decían) amaban, que las conocían o no, en la calle o en la casa, de noche o de el día: "No existe un cuarto propio cuando ellos creen que nuestro cuerpo les pertenece", denuncia una de esas mujeres protagonistas. Pero incluso abusadas y violentadas, incluso asesinadas, las protagonistas de este libro nunca dejan de ser mujeres fuertes, "hija[s] orgullosa[s] de una madre luchona y cabrona". No meras víctimas, objetos para la construcción de los personajes masculinos, sino personas enteras, tan duras como para hacer que sus agresores -"pinches idiotas, les gusta llevarse pero no se aguantan"- se meen encima de miedo... hasta después de haber sido asesinadas.

Perras vivas incluso después de muertas. Lobas deshuesadas reconstruidas y revividas mediante la magia de la memoria sororal, de la narración encarnada. Un libro que hay que leer sí o sí.

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