viernes, 23 de abril de 2021

Tres policíacas

Aprovechando el Día del Libro me hago trampa al solitario y aprovecho para recomendar tres libros a la vez. Me faltan horas y las que consigo rescatar las dedico a leer, con lo que la pila de volúmenes para comentar crece y crece. Allá voy.

*-*-*-*-*

Andrea Camilleri
Km 123
Traducción de Juan Carlos Gentile Vitale
Destino, 2020

"-Volvamos a las hipótesis. Las tuyas y las mías. ¿Estás de acuerdo?
-Sí.
-Respóndeme bien, Bongioà.
-Sí, señor.
-¿Ves que cuando quieres eres bueno? Continuemos. Ahora te hago una pregunta a la que debes responder con una palabra. ¿Quién es el jefe aquí dentro, tú o yo?
-Usted.
-Entonces mis hipótesis valen más que las tuyas. Y no hay nada más que añadir. ¿Está claro, Bongioà?
-Está claro".


No estamos en Vigàta, sino en Roma, y no aparece el comisario Montalbano. Pero en esta novela nos reencontramos con el Camilleri de siempre, artesano de tramas inteligentes, creador de personajes creíbles, maestro del diálogo chispeante.

Un accidente de tráfico aparentemente provocado es el desencadenante de una enrevesada historia de engaños, traiciones, ocultamientos, y de un inspector de policía empeñado en investigar los hechos contra viento y marea. 

Escrita a la manera de un guión teatral, diálogos encadenados salpimentados de mensajes telefónicos, informes policiales y noticias de prensa. No hay descripciones de ambientes o paisajes, pero no se echan en falta.

El libro se completa con una conferencia de Camilleri, pronunciada en 2003, en la que hace una bien fundada defensa del giallo, el género policíaco tipicamente italiano.

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Ian McGuire
El abstemio
Traducción de Íñigo F. Lomana
Seix Barral, 2021
 
"Atesora los recuerdos más funestos, aliméntalos y deja que vayan creciendo: ésa fue la regla a la que su padre se atuvo toda la vida y a la que quería que también  se atuvieran sus vástagos. O'Connor ha trabajado toda la vida para olvidar el pasado, para dejar atrás esos años, pero empieza a pensar que sus esfuerzos han sido en vano, que el fantasma de Paul O´Connor, exasperante e implacable, lleva desde entonces oculto en su interior, controlando sigilosamente su existencia".


Manchester, 1867. La clandestina Hermandad Republicana Irlandesa, brazo armado del movimiento nacionalista irlandés en lucha contra el dominio británico, recurre a un compatriota emigrado a los Estados Unidos durante las hambrunas de 1840, combatiente en algunas de las más sangrientas batallas de la guerra de Secesión, para provocar una cadena de atentados en Gran Bretaña. A su persecución se consagrará el jefe de policía James O'Connor, también irlandés, que ha abandonado Dublín para rehacer su vida tras una tragedia familiar que lo hundió en el alcoholismo.
 
Una historia tan oscura e intrincada como la ciudad en la que se desarrolla, con un final absolutamente inesperado.
 
*-*-*-*-*
 
William McIlvanney
Los papeles de Tony Veitch
Traducción de Antonio Padilla Esteban
Salamandra, 2021
 
"Desde lo alto de Ruchill Park, contempló la ciudad a sus pies. La estaba abarcando con la mirada y seguía llenándolo de asombro. ¿Qué clase de lugar es ése?, se preguntó.
Una ciudad pequeña y grande a la vez, se respondió. Una ciudad que no rehuía la pelea, que plantaba cara al viento y apretaba los dientes. Pero ¿por qué era una ciudad tan dura? Pues a veces no podía ser más dura. Quizá tenía que ver con el famoso viento, que nunca había dejado de soplar con fuerza. Ni cuando Glasgow era la segunda ciudad del Imperio británico. La prosperidad no había llegado a ablandarla, porque la riqueza material de unos pocos había supuesto la pobreza de muchos. Esos muchos habían sobrevivido -a duras penas, con frecuencia-, y su carácter hoy era el carácter de ese lugar".
 
 
Y de una ciudad oscura y dura (Manchester) a otra ciudad dura y oscura (Glasgow). Un vagabundo que agoniza en un hospital reclama la presencia del inspector Jack Laidlaw, a quien le confiesa que ha sido envenenado. Laidlaw asumirá la investigación de su muerte como un acto de restitución: "Sabes muy bien qué vida le tocó en suerte. Si tuvo un santo patrón, fue Torquemada. Por eso, lo mínimo que se merece es que  hagamos lo posible por saber algo más sobre su muerte".

En el transcurso de la investigación Laidlaw se cruzará con hampones, chulos y universitarios politizados e idealistas. Uno de estos, Tony Veitch, se convertirá en el eje de una historia que mantiene el interés hasta el final.

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