Las ciudades evanescentes
Península, 2020
"Hubo más sentido de comunidad en las metrópolis confinadas que en las urbes libres, displicentes e individualistas que la precedieron. Saltamos de un egoísmo estructural, sin apenas calor humano, a una melancolía dolorosa que demandaba cariño de ventana a ventana a las ocho de la tarde.
[...] Hay que trasladar a los barrios el espíritu de los balcones".
Partiendo de la ciudad confinada, esa en la que durante semanas la realidad quedó no solo suspendida, sino alterada (ciudades sin aceras pero con balcones, hogares abiertos al exterior, actividades esenciales por fin reconocidas como tales...), Ramón Lobo aborda una sociología urbana construida a partir de su propia experiencia, como si de un paradójico flâneur confinado se tratara.
En los distintos capítulos de este libro, capítulos breves, de entre ocho y doce páginas, escritos con la agudeza del periodista atento a lo local y el conocimiento del reportero internacional que ha dedicado largos años a cubrir conflictos internacionales tan dramáticos como los de la ex-Yugoslavia o Ruanda, el autor reflexiona sobre la diferencia entre la soledad impuesta (loneliness) y la soledad escogida (solitude); sobre la casa y su contenido (libros, fotos, posters, objetos de adorno, recuerdos...) como "prolongación de lo que somos"; sobre la vida de barrio y su futuro amenazado por la privatización de los espacios y servicios públicos y por la proliferación de franquicias que desplazan al comercio local; sobre ciudades asediadas por la guerra, pero también por la especulación; sobre ciudadanas y ciudadanos aisladas por la tecnología; sobre las fronteras interiores que cada ciudad contiene; sobre los cementerios urbanos...
"Los vecinos deberán decidir entre la memoria activa y la amnesia. Recordar quiénes fueron sus sostenedores, las personas que permanecieron en sus puestos de abastecimiento. Será necesario apostar por las tiendas de proximidad y por las librerías que sobrevivieron a los ataques del mercado financiero. Tras comprar mi primer libro pospandémico, uno de Benito Pérez Galdós, sentí ganas de bailar sobre la acera.
Los patrones de pisos turísticos que empobrecieron el alma de los barrios pedirán ayudas a las autoridades para seguir esquilmando. Los turistas tardarán meses o años en regresar, en moverse en masa seguidos de sus followers virtuales. Miles de pisos sin termitas castigarán el mercado. Podría ser la oportunidad de regularlo de otra manera. De un nuevo comienzo.
No emergemos de la Gran Pandemia como Europa de la segunda guerra mundial. Las ciudades, las infraestructuras y la industria están intactas. Solo es necesario descubrir las nuevas reglas, decidir las prioridades. ¿Soportará la gente un retorno a lo de siempre en manos de los de siempre? Espero que no. Si no, todos seremos culpables".
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