Alessandro Baricco
Novecento. Un monólogo
Traducción de Xavier González Rovira
Anagrama, 2013 (15ª edición; e.o. 1999)
"Puede parecer absurdo, pero era algo que podía ocurrir. Novecento no había tocado ni una sola nota fuera del Virginian, y sin embargo era un personaje célebre a su manera en aquel tiempo, una pequeña leyenda. Los que bajaban de aquel barco hablaban de un pianista que parecía que tuviera cuatro manos, por la cantidad de notas que tocaba".
Explica Baricco que escribió este breve texto para ser representado en un escenario, para un actor, Eugenio Allegri, y un director, Gabriele Vacis. Esta fue su primera vida: un monólogo teatral. En YouTube podemos encontrar diversos vídeos con su representación, como este en el que el narrador cuenta la experiencia de ver América el primero y por primera vez:
"El primero en ver América. En cada barco hay uno. Y no hay que pensar que son cosas que ocurren por casualidad, no..., y ni tan siquiera en cuestión de dioptrías: es el destino. Son gente que desde siempre tuvieron ese instante impreso en su vida. Y cuando eran niños, podías mirarlos a los ojos y, si te fijabas bien, ya veías América preparada para saltar, para deslizarse por los nervios y la sangre y yo qué sé, hasta el cerebro y desde allí a la lengua, hasta dentro de aquel grito (gritando), AMÉRICA, ya estaba allí, en aquellos ojos, desde niño, toda entera, América.
Allí, esperando.
Esto me lo enseñó Danny Boodmann T. D. Lemon Novecento, el pianista más grande que ha tocado en el océano. En los ojos de la gente puede verse lo que verán, no lo que han visto. Así decía: lo que veran.
Yo he visto muchas Américas...".
El grueso de la historia transcurre entre 1927 y 1933, a bordo del vapor Virginian, un barco que hacia el trayecto entre Europa y América, con un pasaje compuesto tanto por ricachones ociosos como por emigrantes en busca de un futuro mejor. En ese barco toca el piano Novecento y a su orquesta, la Atlantic Jazz Band, se incorpora como trompetista el narrador.
"Tocábamos tres, cuatro veces al día. Primero para los ricos de la clase de lujo, y luego para los de segunda, y de vez en cuando íbamos donde estaban aquellos pobres emigrantes y tocábamos para ellos, pero sin uniforme, tal como íbamos, y de vez en cuando tocaban ellos también con nosotros. Tocábamos porque el océano es grande y da miedo, tocábamos para que la gente no notaráel paso del tiempo, y se olvidara de dónde estaba, y de quién era. Tocábamos para hacer que bailaran, porque si bailas no puedes morir, y te sientes Dios. Y tocábamos ragtime, porque es la música con la que Dios baila cuando nadie lo ve.
Con la que Dios bailaría si fuera negro".
Novecento se convierte en una leyenda. Su origen mismo lo es, así como su virtuosismo al piano. Novecento jamás ha abandonado el barco, nunca ha bajado a tierra en ninguna de las escalas. Este es otro de los misterios que rodean al pianista del Virginian. En una ocasión se propuso hacerlo, en el puerto de Nueva York. Después de treinta y dos años de vivir en el mar. Pero...
En 1933 el narrador abandonó el buque para trabajar en tierra. Durante años perdió todo contacto con Novecento, hasta que un día recibió una carta de un antiguo tripulante del Virginian que le informaba de que el buque, muy deteriorado, iba a ser hundido en el mar. La tripulación había desembarcado en Plymouth... salvo el pianista, que había desaparecido como por ensalmo.
En 1998 Giuseppe Tornatore convirtió el texto de Baricco en una hermosa película, La leggenda del pianista sull'oceano (La leyenda del pianista en el océano), con música del maestro Ennio Morricone.
Maravillosa música, maravillosa película, maravillosa historia.
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