Olga Tokarczuk
Los errantes
Traducción de Agata Orzeszek
Anagrama, 2019
"¿Hago bien en contar historias? ¿No sería mejor que me sujetara la mente con un clip, tirara de las riendas y me expresara no con historias sino con la linealidad de una conferencia, donde frase a frase se va perfilando una única idea y en los párrafos ulteriores se la hilvana con otras? [...] Sería dueña de mi propio texto y podría cobrarlo sin trampa ni cartón.
Pero no, consiento en desempeñar el papel de comadrona o de jardinera cuyo mérito, como máximo, radica en sembrar para luego combatir tediosamente las malas hierbas.
El relato tiene su inercia, una inercia que nunca se puede controlar del todo. Exige personas como yo: inseguras de sí mismas, indecisas, fáciles de enredar. Ingenuas".
Este es un libro tan extraño como fascinante. Desde luego, no se trata de una historia lineal, de párrafos perfectamente hilvanados. Pero tampoco cabe hablar de una recopilación de relatos breves. Es otra cosa. Desde fragmentos de unas pocas líneas hasta relatos de varias páginas, como la pesadilla que debe afrontar Kunicki tras la desaparición de su mujer y su hijo mientras están de vacaciones en una pequeña isla de Croacia, las conmovedoras pero firmes cartas que remite Joséphine Soliman al emperador Francisco I de Austria, la historia del genial dibujante anatomista Philip Verheyen y su pierna amputada, o la peripecia de Ánnushka en el metro de Moscú, que da título al conjunto del libro.
Una narrativa orgánica, arborescente, de viajes, aeropuertos, mapas, trenes, hoteles y ciudades, pero también de laboratorios, museos, colecciones, gabinetes de curiosidades, de órganos y cuerpos... Una mirada oblicua a la realidad, desvelando su inquietante extrañeza, ese rostro siniestro de la cotidianeidad que Sigmund Freud llama Unheimlich.
"Mi sintomatología se resume en que me atrae todo lo defectuoso, imperfecto, roto. Me interesan las formas amorfas, los errores de la obra de la Creación, los callejones sin salida. Aquello que por una u otra razón se ha quedado a medio camino en su desarrollo o que, por el contrario, ha excedido los límites de lo previsto. [...] No me interesan los acontecimientos repetibles, esos que tan atentamente sigue la estadística y que todo el mundo celebra con una sonrisa feliz y familiar en los labios. Siento debilidad por la teratología y los monstruos".
Una narración aparentemente caótica pero que contiene una trama o un orden implicado. Por eso, al igual que ocurre con las notas a vuelapluma de Verheyen, recopiladas por su discípulo y confidente Willem Van Horssen, "si se leen con atención [...] se distinguirá en ellas el relato de un viaje hacia una tierra ignota y un intento de esbozar un mapa".
Un mapa en el que es un auténtico placer extraviarse...
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