martes, 28 de abril de 2020

La larga ola tras la quilla

Pavel Kohout
La larga ola tras la quilla
Traducción de Fernando de Valenzuela
Alianza Editorial, 2003

"Qué fácil te resulta decir eso, Martin, pero no puedes o no quieres aceptar que tienes una enorme ventaja con respecto a mí: todas esas situaciones en las que tuviste que buscar algún rescoldo de esperanza. Los nazis, la expulsión de tu tierra, la guerra, los trabajos forzados,los comunistas, el exilio, te retaban a duelo una vez tras otra y tú y tu mujer erais capaces de afrontarlos unidos entre otras cosas porque os estabais jugando permanentemente la pura supervivencia. ¿No te das cuenta de que nosotros, Jakub y yo, somos mucho más vulnerables? Nos habéis llevado cogiditos de la mano a un sitio donde había paz y libertad, donde lo peor que nos podía pasar era que nos atropellase un coche. Nuestros únicos campos de batalla, Martin, reconoceló, son la carrera profesional y el amor, ¡y si perdemos esas batallas, no nos queda nada de nada! ¡Dios mío, cómo te envidio todas tus cicatrices! ¡Tú, Martin, has conseguido dejar huella en esta tierra, cuando desaparezcamos nosotros sólo se cerrarán las aguas, como cuando este barco cruza el mar.
«Allí, al final de la larga ola», se dijo, y le habría gustado confesárselo enseguida…".

Dos curiosas parejas embarcan casi a la vez en el lujoso crucero M/S Harmonie, que se dispone a zarpar en una ruta por el Pacífico. La primera está compuesta por el octogenario Martin Burian, afamado cirujano, y la hermosa Silvia Burian, treinta y tres años, psiquiatra, ambos de nacionalidad suiza. La segunda pareja la forman la anciana Margaret Kämmerer, adinerada viuda de un industrial alemán, asidua pasajera de las líneas de lujo entre las que es conocida como "la catástrofes", por los escándalos que acostumbra a organizar cuando sus disparatadas exigencias no se ven prontamente satisfechas, y un joven atlético de apenas veinte años, Siegfried Gross, natural de Berlín.

Pronto descubriremos cuál es la verdadera relación que une a cada una de esas dos parejas. Martin es el suegro de Silvia, casada con el hijo de este, Jakub, y ahora separada tras descubrir que su marido tiene una amante. También sabremos que el verdadero nombre de Silvia es Sylva Slaba, nacida en la Bohemia checoslovaca, de donde también procede su suegro. Por su parte, Siegfried es el sobrino nieto de Margaret, un joven calavera, coleccionista de amantes, estudiante sin mucho provecho de medicina, que ha sido convencido por su tía abuela para acompañarla a cambio de un sustancioso cheque.

A lo largo del viaje se irán desarrollando dos historias entrelazadas, aunque radicalmente diferentes. En un primer plano, el proyecto de Siegfried de seducir a Silvia, que empieza como una especie de reto macho-deportivo ("Que la espléndida alazana -le puso nombre de yegua de carreras, lo cual denunciaba hasta qué punto lo excitaba- apareciera junto a ellos en aquel acogedor rincón, dos escalones por encima del resto del elegante comedor, era una señal de la providencia: ¡sería suya!") para evolucionar en direcciones mucho más complejas.

En un segundo plano va emergiendo otra historia, una parte de la historia de Europa, de la que Margaret y Martin han sido tanto víctimas como protagonistas. Descubriremos, así, que Margaret  es alemana, sí, pero nacida en la región de Moravia, en Checoslovaquia, que junto con Bohemia constituyó el Reichsprotektorat que la Alemania nazi instauró tras la ocupación en 1939, donde se hizo tristemente famoso Reinhard Heydrich, apodado "El Carnicero de Praga", sobre cuya ominosa figura gira la excelente novela HHhH de Laurent Binet (Seix Barral, 2011). Y que las vidas de Margaret y de Martin están trágicamente relacionadas.

No puedo contar más, porque el principal valor del libro es, precisamente, el entrelazamiento de estas dos historias tan distintas, narradas por Kohout con estilos y ritmos tambien distintos, adecuados al tono de cada historia: alegre y juguetón en un caso, profundo y dramático en el otro.


Pavel Kohout es también autor de un libro que nunca dejo de recomendar: La hora estelar de los asesinos. En La larga ola tras la quilla palpita con la misma fuerza el rechazo a los nacionalismos que tantas veces han roto Europa:

"Pero lo que verdaderamente me horrorizó, porque para entonces ya era mayor, fue la guerra de los Balcanes: que mi nación me obligase a adorar al peor de los canallas sólo porque habla el mismo idioma que yo.¡No y cien veces no! ¡Me niego por principio a aceptar cualquier tipo de lazos de idioma, de sangre o de territorio, lo que quiero son lazos personales, y sólo con las personas que yo misma elija!".

Un autor lúcidamente ético. Lean a Kohout, háganse ese favor. 

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