sábado, 30 de noviembre de 2019

Estados nerviosos

William Davies
Estados nerviosos. Cómo las emociones se han adueñado de la sociedad
Traducción de Vanesa García Cazorla
Sexto Piso, 2019

"Las democracias están siendo transformadas por la fuerza del sentimiento de tal forma que no podemos pasarlo por alto; no hay vuelta atrás. Ésta es nuestra realidad ahora. No pode­mos retroceder en la historia ni tampoco podemos sortearla; debemos atravesar esta era histórica con exraordinario tino y cuidado. Más que desestimar la influencia de los sentimientos en la sociedad hoy en día, necesitamos mejorar a la hora de es­cucharlos y aprender de ellos. En lugar de lamentarnos por la afluencia de las emociones a la política, deberíamos valorar la capacidad de la democracia de dar voz al miedo , el dolor y la ansiedad, que, de lo contrario, podrían tomar un rumbo mu­cho más destructivo. Si hemos de avanzar en esta nueva época y redescubrir una estabilidad superior, necesitamos, por en­cima de todo, comprenderla.".

Durante el siglo XVII filósofos como Descartes y Hobbes desarrollaron teorías y concibieron instituciones cuyo objetivo era regular los sentimientos de los individuos y los grupos para que la razón se impusiera a las emociones, especialmente al miedo, la ira, la nostalgia y el resentimiento. En opinión de Davies, "aquel proyecto del siglo XVII ha encallado".

El ascenso global de los populismos es una expresión de esta crisis de la razón, que ha sucumbido al imperio de las emociones. La polémica suscitada por Trump en torno al número de personas que acudieron a su acto de investidura, en comparación con las que lo hicieron con ocasión de la toma de posesión de Obama y la afirmación de sus asesores respecto a la existencia de "hechos alternativos" supuso una declaración explícita de desprecio de la objetividad que es seña de identidad del mandato de Trump (más de 10.000 mentiras confirmadas en 800 días de presidencia) y, en general, se ha convertido en característica definitoria del populismo político.

La crisis de legitimidad de la democracia representativa y de cualquier institución mediadora y la influencia de las redes sociales juegan a favor de esta apoteosis de lo emocional. Pero también "la extralimitación tecnocrática es culpable del declive de la razón política". ¿Son las formulaciones del FMI, la OCDE o el Banco Central Europeo conocimiento experto o mera ideología?

"Ejemplos como los rescates bancarios y la ex­pansión cuantitativa, que provocaron la ira de los activistas de Ocupa Wall Street y del Tea Party, generan confusión en tor­no a lo que de un modo exacto cuenta como «política» y lo que cuenta como «conocimiento experto». A medida que los partidos políticos se van profesionalizando cada vez más, se hace menos clara la diferencia entre los representantes electos y sus asesores expertos [...]. A medida que los políticos se profesionalizan y a medida que personas altamente cualificadas y privilegiadas se mueven en las esferas de la investigación y la política (con frecuencia por la mediación de grupos de reflexión, de presión y de asesoramiento), es cada vez más irrelevante que alguien afirme estar hablando desde una posición experta ob­jetiva o desde una perspectiva política comprometida".

Si a todo esto le sumamos una realidad de incertidumbre que acrecienta las sensaciones de vulnerabilidad, así como una desigualdad creciente que queda invisibilizada por estadísticas que solo dan cuenta de las cifras a nivel macro, no es de extrañar que la visión estadística y racional de la realidad choque frontalmente con visiones románticas y sentimentales capaces de dar sentido a la experiencia de tantas personas que se ven despreciadas por las élites:

"¿qué perspectivas y análisis son eliminados u obviados por la visión de lo expertos de los totales y los promedios? [...] Para aquellos cuyas vidas permanecen al margen de las mejoras en el PIB o de la reducción del desempleo , no so­lamente son plausibles unas formas alternativas de entender la identidad colectiva y la historia , sino necesarias".

Sobre esta base, Davies profundiza en el análisis de un tiempo histórico para el que no estamos plenamente preparados, pero de cuya adecuada comprensión depende nuestro futuro:

"El miedo, el dolor y el resentimiento nunca se han eliminado y a la larga tampoco se pueden silenciar. Ahora que estas fuerzas parecen haber invadido nuestra política de nuevo, tenemos la oportunidad de escuchar y comprender estos rasgos del ser humano como alternativa a vernos inundados tanto por más datos objetivos como por más mentiras".

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