martes, 10 de mayo de 2016

Matar al padre

No hay biografía política que soporte medianamente bien un análisis objetivo y desapasionado. En realidad, no hay biografía, política o no, que no salga herida tras someterse al escrutinio de quien, sine ira et studio, investiga y sopesa todo lo hecho y lo acontecido a lo largo de la vida de una persona. Conviene tenerlo en cuenta, para no caer en la vieja contradicción de la paja y la viga.
Esto resulta particularmente cierto en el caso de las personas públicas, especialmente de aquellas que, por méritos propios o por razones históricas, han tenido que echarse a la espalda importantes responsabilidades políticas en tiempos convulsos. Cuando el resultado de este escrutinio resulta poco ejemplar, suele recurrirse a una muletilla bien conocida: “fue un hijo de su época”. Y sí, claro que sí: todo antepasado político ha sido hijo de su época, pero decir esto es decir bien poco. Todas y todos lo somos, pero cada época cría hijas e hijos que actúan de maneras muy distintas.
Y así, recurriendo a la atinada reflexión de Hannah Arendt, "aun en los tiempos más oscuros tenemos derecho a esperar cierta iluminación, […] que […] puede provenir menos de las teorías y los conceptos que de la luz incierta, titilante y a menudo débil que algunos hombres y mujeres reflejarán en sus trabajos y sus vidas bajo casi cualquier circunstancia". Porque lo cierto es que en una misma época histórica hay mujeres y hombres que nos iluminan, mientras que hay otras y otros que alimentan la oscuridad.

En el espacio de los partidos políticos, creo que sólo el PNV ha conseguido gestionar con naturalidad (lo cual ya es mucho) y hasta con orgullo (lo cual ya es demasiado) la herencia política de su fundador, Sabino Arana. Ellos verán. Pero la apelación a su condición de "hijo de su época" no basta para salvar al xenófobo Arana de De fuera vendrá... [Ver, a este respecto, el artículo de José Luis de la Granja, “La identidad vasca según Sabino Arana”, publicado en la revista Grand Place, editada por la Fundación Mario Onaindia].


En este momento es el PSOE el que se enfrenta al reto de arreglar cuentas con su padre, si no fundador, si refundador. O fundidor, si no lo remedian.
Felipe González tiene una larga y compleja historia tras de sí. Como no soy ni felipólogo ni felipista, no pretendo ni tan siquiera asomarme a esta historia, que en todo caso está conformada por episodios tan conocidos como discutidos, cuya valoración política puede ser muy diversa: la renuncia al marxismo en Suresnes, el “OTAN, de entrada, no”… pero sí, los GAL, la huelga general del 14D, se entremezclarán con historias de modernización económica, extensión de prestaciones y servicios sociales, integración europea, etc. Pero, tras unos años de ejercicio relativamente discreto como reclamado conferenciante, cultivador de bonsáis y diseñador de joyas, al jarrón chino le salieron patas y desde hace unos años no ha dejado de provocar encontronazos con un partido socialista que no ha sabido decirle:  o te retiras, o pones tu agenda al servicio de mejores causas que Gas Natural, o devuelves el carnet.

Ahora ha salido a la luz el bochornoso publirreportaje en favor del oscuro Farshad Massoud Zandi, principal accionista de la empresa luxemburguesa Star Petroleum, empresa explotadora de petróleo y de más cosas y seres en Sudán del Sur, y sometido a inspección por posible fraude fiscal por parte de la Agencia Tributaria. 
Casi produce lástima escucharle decir esa vaciedad de que "...ahora está concretando esa personalidad intentando crear una estructura porque él abre espacios absolutamente increíbles donde quiera que va...". Casi. Lo que más produce es indignación. Casi tanta como escuchar a Óscar Lópezresponsable de Estrategia y Comunicación del Comité Electoral del PSOE. De estrategia y de comunicación, recalco. Luego dirán...

Foto: El expresidente del Gobierno Felipe González (i), Massoud Zandi y el ministro del Chad. (EC)
El expresidente del Gobierno Felipe González, Massoud Zandi y el ministro del Chad. El Confidencial.

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