Absolutamente recomendable el artículo de Paul Krugman en EL PAÍS de hoy. Krugman se refiere a la aprobación por el Congreso de Estados Unidos del proyecto de ley Waxman-Markey sobre cambio climático. Se alegra de esta aprobación, pero se pregunta por las razones que pueden haber llevado a 212 representantes ha oponerse al proyecto. "Un puñado de esos votos negativos -dice- correspondían a representantes que consideraban que el proyecto de ley era demasiado débil, pero la mayoría lo ha rechazado porque rechaza la mera idea de que tengamos que hacer algo respecto a los gases de efecto invernadero".
¿Y en qué basan su posición estos negacionistas del cambio climático? Según el último Premio Nobel de Economía no se trata de "personas que hubieran estado reflexionando profundamente sobre un asunto crucial y que intentaran hacer lo correcto", sino de "gente que no da la menor muestra de que le interese la verdad. No les gustan las consecuencias políticas y legales del cambio climático, así que han decidido no creer en él; y se aferrarán a cualquier argumento, por pobre que sea, que refuerce su rechazo".
De ahí su conclusión: "Los partidarios del no optan por ignorar a propósito la amenaza, con lo que ponen a futuras generaciones de estadounidenses en grave peligro, simplemente porque, para sus intereses políticos, es mejor fingir que no hay nada de lo que preocuparse. Si eso no es traición, no sé qué es".
Pues eso: traición al Planeta; traición de lesa humanidad.
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