martes, 7 de abril de 2009

Caminando

Siempre he sido un caminante empedernido (¿o mejor "empiedernido"?). Caminar es una de las cosas que mejor sé hacer y, desde luego, una de las que más a gusto hago. Pero, gustos personales al margen, pocas imágenes habrá más poderosas que la del camino.
En la Biblia es una imagen contradictoria. La historia humana comienza, en el relato del Génesis, con un camino: el camino del árbol de la vida, guardado por querubines y la llama de espada vibrante, camino de salida del jardín del Edén que Adán y Eva deben tomar para convertirse en padres de todos los vivientes. Ahí está también ese Caín, vagabundo y errante en la tierra protegido por la señal de Dios para que nadie lo mate al encontrarlo. Y Abraham, que sale de su tierra respondiendo a la llamada de Dios. Y todo el Exodo. De ahí la cantidad de oraciones, salmos y proverbios en los que la referencia a caminos, senderos y sendas, se convierte en ocasión para hacer una semblanza del hombre justo. Y luego está la historia de Jesús, nacido en el transcurso de un pesado viaje, él mismo caminante impenitente que en el camino encontró a sus discípulos y cuya propuesta puede resumirse en la invitación a acompañarle en su caminar.
El filósofo y ensayista norteamericano Henry David Thoreau, conocido universalmente por su obra Walden, en la que narra su experiencia de vida austera y autosuficiente durante más de dos años en plena naturaleza, así como por su opúsculo Sobre el deber de la desobediencia civil, que inspiró a Gandhi y que sigue siendo un soplo de aire fresco para la mentalidad insumisa, es autor también de un breve ensayo que lleva por título Walking, que podemos traducir por caminar o pasear. En esta obra, Thoreau utiliza la expresión inglesa saunter, que significa pasear tranquilamente, cuyo origen explica de la siguiente manera: según unos, deriva de las personas que vagabundeaban por Europa en la Edad Media y pedían limosna con el pretexto de dirigirse á la Sainte Terre, a Tierra Santa, por lo que eran conocidos como los Sainte-Terrer ; según otros, deriva de los sans terre, es decir, sin tierra ni hogar. Así pues, el que posee el don de sauntering, el don de deambular, es una persona sin hogar fijo que camina en pos de la Tierra Santa.
¿No es sugerente?

1 comentario:

Txetxu dijo...

Quizás sea 'empiedormido'.

Otra referencia sobre el camino que hay que caminar:
El camino es infinito, no se le puede restar nada ni añadir nada y, sin embargo, cada quien lo mide con su propia vara infantil. “Ciertamente todavía debes recorrer este trecho del camino. Te será tomado en cuenta” (Frank Kafka; Aforismos de Zürau; pag. 56)
Disfruta...y esperemos que no hayas tenido nada que ver con el nombramiento de la nueva Ministra de Cultura :)