miércoles, 21 de agosto de 2024

El celo

Sabina Urraca
El celo
Alfaguara, 2024

"Cuando salen a pasear, las esperan en la puerta del edificio dos labradores enormes, casi idénticos, aguardando con la impaciencia del que ha pedido cita hace tiempo. Al abrir la puerta, se lanzan sobre la Perra. La Humana la arrastra de nuevo dentro del portal, patea por el hueco de la puerta hasta que consigue apartarlos y cerrar. Los perros gemelos se enzarzan en una misión hormonal, desesperados por tirar la puerta abajo. Tras la mole de furia y pelo vislumbra, a lo lejos, a un perro joven del vecindario, un bodeguero andaluz enteramente blanco, salvo por la cabeza negra, como un pequeño terrorista encapuchado. Asoma en la esquina. Su dueño lo arrastra a tirones de correa. Da un primer tirón, luego un segundo, más violento, has que finalmente desaparece. La Perra zapatea, gime, se vuelve a la Humana como diciéndole, ¿mamá puedo por fa por fa? Rasca rasca rasca por dentro la puerta del edificio, queriendo entregarse a sus rubios. La Humana la clausura de nuevo en casa. La Perra se agacha, la mira a los ojos y hace un pis diminuto, densa como una gelatina de culpa".


Esta es una novela que no sólo se lee: se siente, se huele, es una experiencia total, orgánica, física y mental. Una novela-reto, confrontativa, fuertemente experiencial, de cuya lectura no se sale indemne. Una historia protagonizada por una mujer treintañera, la Humana, y unas mujeres (la Madre, la Abuela, la Vieja, Wendy y Mecha, impresionante Mecha), tan reales que trascienden el papel para encarnarse en mujeres conocidas y reconocibles, en amigas-parejas-hermanas-madres-vecinas-compañeras que todas y todos conocemos y a las que este libro nos empuja a mirar de otra manera. Tremendo lo de la tenia de la Callas. Tremenda la escena en la que permanecen media hora a doce grados por un fallo del aire acondicionado, "aguantando como han aguantado tantas cosas: sin darse cuenta siquiera de que las estaban soportando"

Y está la Perra, claro. "Orejas puntiagudas, pelo negro. Cuando está a punto de ser guapa, le sobresale un diente de abajo", esparcidora involuntaria de feromonas. Trasunto de la Humana y de tantas humanas, animal mediador, chamánico, aparecida como de la nada en la vida de la protagonista.

El escenario principal es Madrid, con flashbacks a una infancia y adolescencia más rural, estudios en Barcelona y una etapa de vida comunal en el campo, en "una casa barata que habían alquilado en un valle del sur de España al que no llegaba la carretera, un cortijo de vigas carcomidas en el que, alejados de los mandatos estúpidos de la ciudad, harían al fin lo verdaderamente importante"; ellas dos, la Humana y Daniel, un novio-milagro ("con Daniel a su lado pasaba fugaz por el mundo, montada en una lancha de motor, saludando desde lejos a los que se quedaban en la orilla"), pronto novio-miedo-a-decepcionar ("Un novio como un manual de autoayuda que, cuando, predice de lo que eres capaz, te llena de temor a no ser eso que él cree que eres"), más tarde novio-Pred(ic)ador. También hay bares, sesiones de terapia, calles nocturnas y parques.
 
Por esos escenarios actúan e interactúan las mujeres protagonistas y sus hombres (antagonistas), enredadas en lazos flexibles y relaciones abiertas que al final son más rígidas y cerradas que las tradicionales; consumiendo ansiolíticos; intentando "curarse algo que era incurable: tener un cuerpo"; víctimas de violencia machista ("es algo en los ojos, un botón escondido al fondo de las pupilas, sensible hasta límites insospechados, que, si se pulsa, puede provocar un desmoronamiento en cuestión de segundos. A esa la han hecho algo"), mecanismo brutal de domesticación.
 
Pero también hay complicidad, sororidad, ternura, risas (es genial la Vieja). Y hay mucha belleza, y hay, igual no debería decirlo pero no puedo evitarlo, esperanza:

"Es imposible arreglar una vida llena de tropezones y convertirla en una crema fluida y clara que todos puedan comprender. Pero sí se puede agarrar la vida rota de un pero y restaurarla, volverla sencilla, andar a su lado para intentar copiarla".

Gracias, Sabina Urraca, por este regalazo.

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