Esta mañana el termómetro del coche marcaba 1ºC en el Alto de la Corbeñera y la niebla lo cubría todo. Pero el cielo azuleaba entre la bruma, así que me he dirigido a la ladera sureste del Espigüete para observar a los rebecos que campan a sus anchas por sus empinados roquedos. Y ahí estaban, asoleándose, seguros en su inexpugnable fortaleza kárstica.
3 comentarios:
Como siempre, expectacular
Que suerte tienes. Que bonito. Está claro que hay que madrugar. Muy bonito
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