lunes, 25 de mayo de 2020

En tierras bajas

Herta Müller
En tierras bajas
Traducción de Juan José del Solar
Siruela, 2009 (3ª ed.)

"Hace poco regresó un conocido mío de una aldea cercana, en la que quería visitar a sus padres.
En la aldea hay siempre una luz crepuscular, me dijo. Nunca es de día ni de noche. No hay crepúsculo matutino ni vespertino. El crepúsculo está en la cara dela gente.
No reconoció a nadie, pese a haber vivido en esa aldea muchos años. Toda la gente tenía la misma cara gris. Él se deslizaba a tientas entre esas caras. Las sludaba y no obtenía respuesta".

Una mirada dura y opresiva al mundo rural europeo, al menos al de la Rumanía de Ceaucescu. Muy alejada de la aproximación de hace John Berger en su admirable trilogía dedicada a las comunidades campesinas de las zonas montañosas de Europa.

"Fuimos a recoger cerezas, tu padre y yo. Y nos peleamos mientras las recogíamos, y en el camino de vuelta no intercambiamos ni una palabra. Tu padre tampoco me tocó mientras recogíamos cerezas en el enorme viñedo sin gente. Se plantó como una estaca a mi lado y no paraba de escupir huesos de ciruela húmedos y viscosos, y en ese momento supe que me daría muchas palizas en la vida".

En los relatos que componen este volumen, Herta Müller recurre en distintas ocasiones a escenas en las que las protagonistas (la voz narrativa es siempre la de una niña) reviven atroces pesadillas, indistinguibles muchas veces de la narración de la realidad-real, construida con un lenguaje surrealista:

"Le hubiera gustado jugar contigo, me dijo una vez mamá, pero tú siempre lo echas todo a perder, y basta ya de llorar ¿me oyes?
Quise decir algo, pero tenía la boca tan llena de lenguas que no pude articular una sola palabra.
Miré mis manos. Yacía como cercenadas en el alféizar de la ventana, frente a mí, totalmente inmóviles. Las uñas estaban otra vez sucias. Olí una de mis manos y no pude determinar qué olor era. la mugre no tenía olor, y mi piel tampoco.
Moví los dedos como si estuvieran muy fríos. Quisieron caerse al suelo, pero yo permanecí sentada en la silla, recta como un huso".

Premio Nobel de Literatura en 2009, Herta Müller escribe a golpes de azada. No hay relato que no te conmueva. No hay frase que no te golpee como el granizo. Al terminarlo, y a pesar de su brevedad, siento mis dedos encallecidos. Un libro que deja huella.

2 comentarios:

Sal dijo...

He leído unos pocos libros de esta autora. Este también. Su obra me parece de categoría. Muy buena.

https://imagoestinaqua.blogspot.com/

Sal dijo...

No encontraba mención en mi blog. Resulta que es porque lo leí en catalán y, claro, la búsqueda en castellano no daba resultado. Sólo recogí una breve cita: "Durante los inviernos nevados, las tardes eran claras. En la nieve se reflejaba la luz sobre los cristales helados. Los caminos parecían tiendas de cristalería".

https://imagoestinaqua.blogspot.com/2019/01/herta-muller-en-terres-baixes.html

La parte que conozco de la obra de Herta Müller me fascina.