Antes de llegar a la cascada, desvío hacia la izquierda para coger la senda que, pasando junto a la Sima del Anillo, llega hasta el Collado de Arra. Había bastante nieve, dura y resbaladiza. También resbalaban las piedras, cubiertas por una pátina de traicionera helada.
Una vez en el collado, hay que seguir una leve senda, con hitos al principio, bordeando por una inclinada pedriza la cara oeste del Espigüete, hasta llegar a un collado por el que se accede a la cara sur.
Hoy ha sido día de rebecos: decenas de ellos pastaban entre las rocas. Aunque la mayoría escapaban al verme, algunos parecían posar para las fotos.
Más abajo, donde las rocas dejaban paso a la hierba y los arbustos, algunos ciervos vigilaban mi marcha.
Tras recorrer las pedreras de la cara sur del Espigüete, me he situado sobre Puente Agudín, mi punto de partida y, ahora, de llegada. Toca descender por un espeso bosque. Nada más empezar a hacerlo, un buitre ha pasado volando, y un tronco antropomórfico pretendía asustarme para que volviera sobre mis pasos.
Pero los espíritus del bosque aunque esquivos, son amistosos.
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