1.- ¿La división que existe actualmente en el PSOE pone en riesgo la propia supervivencia del partido?
2.- ¿En estas circunstancias, el partido está en condiciones de ser alternativa de poder y de pelear por la presidencia del Gobierno?
Esta fue mi respuesta:
1-¿La división que existe actualmente pone en riesgo la propia supervivencia del partido?
No tanto la supervivencia electoral, pero sí la supervivencia política. Tal como funciona el sistema electoral español, y teniendo también en cuenta el peso que la tradición socialista aún tiene en algunas comunidades y en algunos grupos sociales, no creo que el PSOE se enfrente en el corto-medio plazo a un escenario como el griego o el francés, de práctica desaparición electoral. Es probable que el PSOE pueda estabilizarse durante un tiempo en torno al 17-22% de los votos en las elecciones generales, más o menos en función de la evolución de Podemos y de su éxito o fracaso a la hora de estabilizar un espacio de izquierda alternativas, cosa que por ahora no está logrando.
Lo que sí puede provocar la actual división es que ese porcentaje de votos se mantenga en términos relativos, pero con una disminución del número absoluto de sufragios. Dado el clima de “guerracivilismo” en el que se están desarrollando las primarias, si gana Susana Díaz, es probable que afiliados que apoyan a Sánchez decidan marcharse del partido y dejar de votarlo, pero no creo que sean muchos. Tampoco creo que, en este caso, Pedro Sánchez pueda liderar un proyecto escindido del PSOE, ni del tipo Mélenchon (ala izquierda del socialismo francés) ni del tipo Macron (ala social-liberal). Sánchez es un producto típico del aparato partidista, tanto como lo es Díaz. ¿Y si ganara Sánchez? Aunque algún barón ha amagado con irse en tal caso, más bien creo que se produciría una situación parecida a la de Corbyn en Gran Bretaña: apoyado por la militancia, denostado por el aparato laborista, este se sentará a esperar a que las sucesivas derrotas electorales le conviertan en un cadáver político, para volver a tomar las riendas del partido.
La vía de agua por la que el PSOE se va a ir vaciando poco a poco no es tanto consecuencia de la división actual, sino de un conjunto de cambios sociales que afectan al programa socialdemócrata en todo el mundo, y también de un cambio generacional que hace que las y los jóvenes dejen de pensar en los partidos socialistas tradicionales como opción de voto. En este escenario, durante los próximos años podemos asistir a la configuración de un “PSOE zombi”, vivo electoralmente hablando, pero muerto o agonizante desde la perspectiva de su capacidad real de hacer políticas progresistas.
2-¿En estas circunstancias el PSOE está en condiciones de pelear por la presidencia del Gobierno, es decir es capaz de ser alternativa de poder?
Evidentemente, no. Pero, insisto, no tanto por la lucha por el liderazgo entre Susana Díaz y Pedro Sánchez, sino por la ausencia de un proyecto alternativo, que sólo puede sostenerse si se construye combinando dos escalas: la europea, articulando un programa progresista que combata la deriva neoliberal y antidemocrática de la Unión Europea; y la escala local, impulsando liderazgos y prácticas pegadas al terreno (locales, municipalistas) que reconecten la política con las preocupaciones y necesidades de las poblaciones.
Hoy sale en el periódico, algo resumida, junto con las opiniones al respecto de María Silvestre, Luis Castells, Antonio Rivera, Alberto López Basaguren, Luisa Etxenike y Felipe Juaristi. Pueden leerse AQUÍ.
1-¿La división que existe actualmente pone en riesgo la propia supervivencia del partido?
No tanto la supervivencia electoral, pero sí la supervivencia política. Tal como funciona el sistema electoral español, y teniendo también en cuenta el peso que la tradición socialista aún tiene en algunas comunidades y en algunos grupos sociales, no creo que el PSOE se enfrente en el corto-medio plazo a un escenario como el griego o el francés, de práctica desaparición electoral. Es probable que el PSOE pueda estabilizarse durante un tiempo en torno al 17-22% de los votos en las elecciones generales, más o menos en función de la evolución de Podemos y de su éxito o fracaso a la hora de estabilizar un espacio de izquierda alternativas, cosa que por ahora no está logrando.
Lo que sí puede provocar la actual división es que ese porcentaje de votos se mantenga en términos relativos, pero con una disminución del número absoluto de sufragios. Dado el clima de “guerracivilismo” en el que se están desarrollando las primarias, si gana Susana Díaz, es probable que afiliados que apoyan a Sánchez decidan marcharse del partido y dejar de votarlo, pero no creo que sean muchos. Tampoco creo que, en este caso, Pedro Sánchez pueda liderar un proyecto escindido del PSOE, ni del tipo Mélenchon (ala izquierda del socialismo francés) ni del tipo Macron (ala social-liberal). Sánchez es un producto típico del aparato partidista, tanto como lo es Díaz. ¿Y si ganara Sánchez? Aunque algún barón ha amagado con irse en tal caso, más bien creo que se produciría una situación parecida a la de Corbyn en Gran Bretaña: apoyado por la militancia, denostado por el aparato laborista, este se sentará a esperar a que las sucesivas derrotas electorales le conviertan en un cadáver político, para volver a tomar las riendas del partido.
La vía de agua por la que el PSOE se va a ir vaciando poco a poco no es tanto consecuencia de la división actual, sino de un conjunto de cambios sociales que afectan al programa socialdemócrata en todo el mundo, y también de un cambio generacional que hace que las y los jóvenes dejen de pensar en los partidos socialistas tradicionales como opción de voto. En este escenario, durante los próximos años podemos asistir a la configuración de un “PSOE zombi”, vivo electoralmente hablando, pero muerto o agonizante desde la perspectiva de su capacidad real de hacer políticas progresistas.
2-¿En estas circunstancias el PSOE está en condiciones de pelear por la presidencia del Gobierno, es decir es capaz de ser alternativa de poder?
Evidentemente, no. Pero, insisto, no tanto por la lucha por el liderazgo entre Susana Díaz y Pedro Sánchez, sino por la ausencia de un proyecto alternativo, que sólo puede sostenerse si se construye combinando dos escalas: la europea, articulando un programa progresista que combata la deriva neoliberal y antidemocrática de la Unión Europea; y la escala local, impulsando liderazgos y prácticas pegadas al terreno (locales, municipalistas) que reconecten la política con las preocupaciones y necesidades de las poblaciones.
Hoy sale en el periódico, algo resumida, junto con las opiniones al respecto de María Silvestre, Luis Castells, Antonio Rivera, Alberto López Basaguren, Luisa Etxenike y Felipe Juaristi. Pueden leerse AQUÍ.
Cierto, no hago ninguna referencia al tercer candidato. Sin acritud...
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