martes, 24 de mayo de 2016

Ganadización y turismo de extinción

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La colección "Libros salvajes" de Errata Naturae no decepciona. Ya hemos hablado aquí de dos libros anteriores de la misma colección, Tristeza da la tierra y Mis años grizzly. Ahora he terminado Los búfalos de Broken Heart, una historia extraordinaria sobre la recuperación del búfalo y su uso como recurso también económico, pero no en el marco de la lógica industrial, capitalista y productivista que impera en la ganadería actual, sino desde una perspectiva lo más cercana posible a la cultura y las prácticas que durante siglos caracterizaron la relación entre los pueblos nativos y la naturaleza de las Grandes Praderas. Tres fragmentos significativos:

Ganadizar a los búfalos volvería a despojar esta tierra de sus principales valores, su extensión y su naturaleza salvaje. Aplicar el modelo del ganado a los búfalos sólo serviría para garantizar que las Grandes Llanuras siguieran siendo un mero centro de beneficios para una gente que sabía muy poco sobre ella y a la que no le importaba nada su singularidad.

La combinación aleatoria de paisaje y clima que ofreció sustento a Caballo Loco, Nube Roja y Toro Sentado se parece más al modelo de producción de la industria vinícola que al de la industria ganadera. Mientras que el modelo de la ganadería se esfuerza por crear un filete idéntico al resto de filetes mediante la estandarización de los procesos, el modelo vinícola celebra las diferencias que la naturaleza confiere a sus productos.

Adam Smith no estaba completamente en lo cierto: lo que es bueno a nivel económico para un individuo no siempre es bueno para la sociedad en la que vive. Yo vivo en una tierra suspendida entre las leyes de la naturaleza y las leyes de la economía. Las praderas norteamericanas son demasiado frágiles para ser tratadas como una fabrica, y su degradación ha dañado el bienestar público hasta un punto que aún no imaginamos. Su restauración es de vital importancia.

Contraste absoluto con el proyecto de explotar para el turismo de cruceros de superlujo (sólo los billetes estarían entre 26.800 y 155.000 euros) el deshielo del Ártico por el calentamiento global. Proyecto que Michael Byers, que ocupa la cátedra Canada Research in Global Politics and International Law en la Universidad de British Columbia, en Vancouver, cuestiona frontalmente y califica de "turismo de extinción". Puede leerse aquí su artículo "Arctic cruises: fun for tourists, bad for the environment".
Los proyectos para aprovechar la apertura del mítico paso del Noroeste como consecuencia del cambio climático no sólo suponen una amenaza para las comunidades inuit y para el frágil ecosistema ártico. Son, sobre todo, una muestra más de esa "desmesura de los modos de producción y de consumo dominantes, que son sobre todo los de los dominadores" (Serge Latouche, Límite, Adriana Hidalgo editora, 2014) sin cuya autolimitación el colapso de la era del Antropoceno está cada día más cerca.

2 comentarios:

Jota dijo...

Imanol, sigo tus reflexiones, políticas, ecológicas, montañeras, ... Y me gustaría poder compartirlas más a menudo. De ahí mi sugerencia de que incluyes en tu blog botones de acceso directo a redes sociales como Facebook y Twitter.

Imanol dijo...

Te lo agradezco. A ver si soy capaz de hacerlo. Es que no me muevo por esas redes, pero ya comprendo que son un recurso más, en ocasiones un recurso esencial, para ampliar las conversaciones. Salud.