Emilio Gancedo es un joven periodista leonés autor de
un libro titulado Palabras mayores: un viaje por la memoria rural en el que,
pasando por Ourense, Asturias, Palencia, León, La Rioja, Bizkaia, Huesca,
Navarra, Valencia, Murcia o Badajoz, nos guía por la España rural que aún hoy
persiste y se empeña por sobrevivir. En sus páginas mujeres y hombres de carne y hueso, con nombre y apellidos, nos van contando historias de necesidad, de
emigración, de guerra, de trabajo duro, pero también de superación, de
solidaridad, de conexión con la tierra, de identidad, de sabiduría popular. De
pesares y de penas, pero también de alegrías, de fiestas, de canciones.
A través de sus palabras, quienes hayan nacido más
tarde y vivido en sociedades ya casi plenamente urbanizadas podrán asomarse y
casi sentir unos modos de vida que ya son historia, pero que están en la base
profunda de nuestra sociedad actual y que no deberíamos olvidar. Por su parte,
quienes por su edad aún hayan conocido personalmente ese mundo que tan bien
describe Emilio Gancedo se sentirán, seguro, agradecidos de que se haga memoria
del mismo, de que sus experiencias, tanto en lo que tuvieron de malo como de
bueno, no caigan en el olvido.
Hubo un tiempo, no hace tanto, en que la península
ibérica estuvo unida, más allá de sus divisiones políticas y administrativas,
por una forma de vida que era muy similar en todos los lugares; igualada por
los ritmos de una naturaleza igual para todos; vinculada por unos ríos de los
que todos bebían o de cuyas aguas todos regaban; cosida por una red de caminos por los que circulaba el ganado, el
trabajo temporero o las mercancías. El mismo sol hacía crecer o agostaba las
cosechas; la misma lluvia regaba o anegaba los campos; las mismas estaciones marcaban
el calendario de las labores, las fiestas y los reposos.
“Todo pueblo tiene en sus caminos un recodo en el que
se deja ver por última vez”, escribe Gancedo. Su libro tiene mucho de esto, de
recodo desde el cual mirar un mundo rural que, en muchas cosas para bien pero
en otras muchas para mal, hemos dejado atrás. Sin mitificarlo, porque era una
vida no sólo sacrificada y dura sino también injusta, pero no sería bueno que,
como sociedad, dobláramos definitivamente ese recodo de nuestro camino y perdiéramos
para siempre de vista a nuestro pasado rural.
El libro esta publicado en marzo de 2015 por la editorial logroñesa Pepitas de Calabaza. Merece la pena. De verdad.
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