No voy a leerlos aún. Por ahora disfruto de su tacto, de su cuidada aunque sencilla edición.
Hojearlos me hace revivir recuerdos que tienen más de 25 años.
Y hoy me inclino a pensar que Emily Dickinson tenía razón...
Temo a la persona de pocas palabras.
Temo a la persona silenciosa.
Al sermoneador, lo puedo aguantar;
al charlatán, lo puedo entretener.
Pero con quien cavila
mientras el resto no deja de parlotear,
con esta persona soy cautelosa.
Temo que sea una gran persona.
3 comentarios:
¡Cachis! Si hubieras ido a la tarde. Hubiéramos coincidido. Yo pasaré luego a recogerlos
Seguramente, deberías haberlo escrito tú para que resultase más sustancioso. Aún así, espero que disfrutes de ese trozo de memoria compartida. Mucho de todo lo que hay ahí te pertenece. Un abrazo, ana rosa
De eso nada, Ana Rosa. Ya he empezado a leerlo y has escrito un texto maravilloso. Si de verdad algo de lo que en él aparece me pertenece, no podría haber cronista mejor que tu para rememorarlo. Muchas gracias, Ana Rosa. Un beso.
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