domingo, 16 de septiembre de 2012

La hiperglobalización contra la democracia

Dani Rodrik es catedrático de economía política internacional en la Universidad de Harvard y autor del libro titulado La paradoja de la globalización. Un libro que se lee con interés y que ofrece abundante material para una mejor comprensión de las dinámicas que guían la economía bajo el dominio del neoliberalismo. La paradoja a la que se refiere adopta la forma de un trilema que formula así:
"No podemos perseguir simultáneamente democracia, autodeterminación nacional y globalización económica. Si queremos impulsar más la globalización, tenemos que renunciar a la nación Estado o a la política democrática. Si queremos conservar y profundizar la democracia, tenemos que elegir entre nación Estado e integración económica internacional. Y si queremos mantener la nación Estado y la autodeterminación, tenemos que elegir entre profundizar la democracia o profundizar la globalización".

Rodrik sostiene que la hiperglobalización actual, en la que todas las políticas nacionales debe someterse a las exigencias de los procesos de integración internacional de los mercados de bienes y de capital, choca inevitablemente con la legitimidad democrática de los gobiernos nacionales: "La hiperglobalización requiere el encogimiento de la política nacional y el aislamiento de los tecnócratas de las exigencias de las masas". Como ejemplo de este choque cita la profunda crisis que sufrió Argentina en 1990 bajo la batuta política de Carlos Menem y la dirección económica de Domingo Cavallo, economista con un doctorado en Harvard, que durante los Novente se esforzó hasta el extremo por aplicar los dictados derivados del Consenso de Washington: privatización, desregulación y apertura plena de la economía argentina. Tras una década de políticas neoliberales bendecidas año tras año por el FMI y el Banco Mundial, ya sabemos como terminó la historia:  corralito, paro masivo, cierre de empresas, devaluación del peso, hambre y una pérdida de riqueza que se calcula en un 12% de media:

"El fracaso de los líderes políticos argentinos  fue, en definitiva, un asunto no de falta de voluntad, sino de habilidad. No podía dudarse de  su compromiso con la Ley de Convertibilidad y con la confianza de los mercados financieros. Cavallo sabía que había pocas alternativas fuera de jugar con las reglas de los mercados financieros. Con sus políticas, el gobierno argentino estaba dispuesto a abrogar los contratos pactados con prácticamente todos los colectivos nacionales -funcionarios, pensionistas, gobiernos provinciales, depositantes bancarios- con el fin de no saltarse ni un ápice de sus obligaciones con los acreedores extranjeros.
Lo que selló el destino de Argentina a los ojos de los mercados financieros no fue lo que estaban haciendo Cavallo y De la Rúa, sino lo que el pueblo argentino estaba dispuesto a aceptar. Los inversores y acreedores fueron dudando cada vez más de que el Congreso argentino, las provincias y la gente de la calle fuesen a tolerar las políticas de austeridad desacreditadas desde hacía tiempo en los países industriales avanzados. Al final, los mercados acertaron. Cuando la globalización choca con la política nacional, los inversores saben que la política acaba ganando".





La manifestación de ayer sábado en Madrid, con su reivindicación de un referéndum sobre la política de recortes que está aplicando el Gobierno, ejemplifica a la perfección la tension irreeductible entre hiperglobalismo neoliberal y democracia. También el Gobierno de Rajoy está dispuesto  a incumplir los contratos pactados con prácticamente todos los colectivos sociales con el único fin de no desviarse ni un ápice de  las obligaciones que le imponen los acreedores extranjeros: de su contenido, sus ritmos y sus justificaciones. Lo cual, digan lo que digan el Gobierno o el editorialista de EL PAÍS, no es ni inevitable ni justo ni democrático ni -lo que es casi peor- necesario.
¿Será verdad que cuando la globalización choca con la política democrática es esta la que acaba ganando? No lo sabremos si no planteamos la batalla.

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