domingo, 29 de enero de 2012

Catedrales del morbo

Centenares de personas se acercan hasta la costa de la isla de Giglio para fotografiarse ante el inmenso pecio en que se ha convertido el otrora majestuoso Costa Concordia.




Los diarios del Grupo Vocento (yo lo leo en EL CORREO) publican hoy un comentario al respecto de Fernando Apaolaza. Su título, Souvenir del horror:



Nadie se explica ni qué celebran, ni de qué se ríen. La pareja posa encantada ante los restos del 'Costa Concordia'. Sonríen felices, con sus zapatos de piel relucientes, pisando las mismas rocas que hace dos semanas intentaron alcanzar a nado algunas de las 4.000 almas que sintieron cómo se escoraba la cubierta de la nave hacia la tragedia. Al menos 16 de ellos, hoy cadáveres, no lo consiguieron y una veintena sigue sin aparecer. Mientras los bomberos y los agentes de Salvamento Marítimo buscan sus cuerpos en las entrañas del buque, miles de turistas se han acercado a Giglio a contemplar la macabra coreografía del rescate y retratarse junto a esa descomunal catedral del morbo. Comenzaron a llegar hace una semana. Cada día, los buscadores del 'yo estuve allí' se acercan a Giglio en un ferry en el que viajan diez veces más pasajeros que en las mismas fechas de años anteriores, según publica el 'Daily Mail'. Algunos recorren cientos de kilómetros en coche desde sus hogares para acercarse a las aguas de la capital de la angustia. Llegan, dan una vuelta por el pueblo, se suben a las rocas, sonríen para la foto y se largan. En Giglio no los quieren.


Comparto el estupor hacia ese morboso peregrinaje. Pero, ¿no hacemos lo mismo cuando nos fotografiamos ante las pirámides?

Sudor, sacrificio, muerte, ostentación, orgullo, pericia técnica, tragedia, colapso... ¿Qué es lo que observamos?



Santiago Russiñol expone su colección "La atracción de las ruinas". Algo tienen...

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