Empezaremos con alguna obviedad:
1ª. Que no tenemos más remedio que estar a lo que digan los tribunales de Justicia, en este caso ya el Constitucional, nos guste más o menos, o directamente nos disguste. Cualquier otro estar (a impulsos políticos del signo o de la dirección que sean), a opiniones personales (fóbicas o a fílicas), a cálculos estratégicos, sólo puede ser peor que lo que tenemos. Matizo: sólo puede ser infinitamente peor.
2ª. Que la democracia efectiva lleva amenazada en Euskadi desde que ETA inició su andadura terrorista. La democracia ha sido literalmente "sacrificada" -por recurrir a un término utilizado ayer por Matute- cada vez que ETA ha asesinado y amenazado, en particular a un candidato o un militante de UCD, PP y PSE, a un intelectual o a un periodista libre. Como lo ha sido cada vez que decenas de miles de vascas y vascos han considerado estas amenazas y asesinatos, en todo caso, un daño colateral perfectamente soportable, que jamás les ha hecho dudar sobre su voto.
Dicho esto: la anulación con carácter general de las candidaturas de Bildu me parece un despropósito. Es la aplicación hasta el extremo de dos principios que ya mostraron su temible eficacia durante el sumario 18/98: el principio de la "contaminación" y el principio de la "pertenencia inconsciente a ETA". Principios que se han infiltrado en la lógica política y, por lo que parece y es más preocupante, en la lógica judicial.
Es esta lógica perversa e incontrolada la que cuestiona en su últi punto el voto particular contrario a la sentencia firmado por los magistrados Alarcón, Xiol, Moliner, Calvo, Jorge y Gimeno-Bayon:
"Hay una diferencia más entre el caso SORTU y el caso BILDU que, en nuestra opinión, debería haber sido decisiva para que –junto a todas las razones ya expuestas- la mayoría de la Sala se hubiera inclinado por desestimar los recursos planteados contra BILDU. Y es que, ahora, la decisión mayoritaria no se traduce en negar el derecho a concurrir a las próximas elecciones a una nueva formación política, SORTU, sobre la que pudiera parecer razonable albergar ciertas sospechas de continuidad respecto a la ilegalizada BATASUNA, sino que, en este caso, se va a privar de ese derecho a dos partidos políticos de larga trayectoria democrática y siempre opuestos a la violencia de ETA, como son Eusko Alkartasuna y Alternatiba (éste mucho más reciente pero derivado de uno, Ezker Batua, con muchos años de actividad política inequívocamente democrática). Esta consecuencia de la estimación de los recursos presentados contra BILDU es insostenible en términos constitucionales y legales, máxime cuando, como hemos puesto de manifiesto, EA siempre puso como condición sine qua non para la alianza electoral con la Izquierda Abertzale que ésta rechazase la violencia y el terrorismo y, solamente cuando ha comprobado –a su juicio, fehacientemente, y no parece lógico pensar que EA carece de información solvente al respecto- el cumplimento auténtico y no ficticio o fraudulento de esa condición, ha dado luz verde al proyecto BILDU".
Yo digo que el Constitucional no puede respaldar esa sentencia, al menos no en su carácter general. Y que, en todo caso, seguirá triunfando el Estado de Derecho, aunque algunos que ahora lo ensalzan hablarán de traición, y quienes ahora lo cuestionan no reconsiderarán jamás sus críticas.
De su recurso a Salvador Allende y a su último discurso a la nación desde la Moneda asediada no voy a hablar.
La épica nunca ha sido su fuerte. El heroísmo tampoco. El victimismo, sí.
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