A lo largo del día busqué información de fuentes municipales, que me confirmaron los hechos.
Hoy se ha convocado una concentración en Bilbao con una reivindicación inapelable: "Por el derecho a ir a la peluquería, llamar por teléfono, tomar algo en el bar, bajar a comprar el pan…y no ser detenida".
La noticia apenas si ha merecido una referencia en un diario ayer y una brevísima nota en un periódico de hoy. Pero a mí la redada me ha entristecido y me ha indignado, y creo que no podemos dejarla pasar como si de un suceso menor se tratara.
No entraré a valorar las razones ("quejas vecinales") que se señalan como detonante de la redada; estas tienen lugar porque las leyes, reglamentos y ordenanzas las permiten, claro está, pero sobre todo porque hay un clima de opinión que las alienta y las normaliza. En Madrid no dejo de ver casi a diario a personas que, sólo por sus rasgos físicos, son interceptadas e identificadas en plena calle.
Pero esta tendencia al debilitamiento de la confianza ciudadana asociada al incremento de la diversidad en nuestras ciudades no es una fatalidad. Son muchos los análisis que descubren que sólo la diversidad sin interacciones es un verdadero problema; en positivo, que la existencia de interacciones constantes y normalizadas entre las personas que habitan vecindarios culturalmente diversos previene, o cuando menos disminuye, el riesgo de conflicto y desafección. Como señalan Stolle, Soroka y Johnston, “hablar con los vecinos”, talking with neighbors, es la mejor manera de afrontar en positivo la convivencia en situaciones de diversidad [“When Does Diversity Erode Trust? Neighborhood Diversity, Interpersonal Trust and the Mediating Effect of Social Interactions”, Political Studies, 56, 2008].
En 1940 Erskine Caldwell publica la novela Tumulto en julio. En ella se contiene el siguiente diálogo:
-Sheriff McCourtain, no volverá a ganar las elecciones en el condado de Julie si defiende esas cosas -sentenció ella con firmeza-. Si no firma la petición y contribuye a devolver hasta el último moreno del país a África, que es de dónde han salido...
- Pero es que no todos han salido de allí, Cissy. Hay una buena cantidad de morenos que han nacido justo aquí detrás. El mes pasado, sin ir más lejos, nacieron dos niños.
- Ya lo sé -replicó ella con exasperación-, yo hablo de la raza morena en sí. Todos los blancos tenemos el deber de aunar fuerzas con el senador Ashley Dukes y mandar a toda la raza morena de vuelta a África.
- ¿Por qué? -quiso saber él, poco convencido.
- ¡Pues porque sí!
Hace setenta años. Parece que fue ayer.
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