El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dado su respaldo a la Ley de Partidos y a la subsiguiente ilegalización de Batasuna. Entre los fundamentos de la sentencia destaca uno que apunta certeramente a la clave de bóveda del universo del MLNV: Los actos y discursos de Batasuna reflejan un modelo de sociedad contradictorio con el concepto mismo de sociedad democrática.
En casos como este surgen raudos los "amigos de los vascos" que nos recuerdan que, en todo caso, nada de eso modifica un ápice la situación: diga lo que diga la sentencia "el conflicto" sigue ahí; la sentencia no borra el debate de fondo (Marco Schwartz hoy, en PÚBLICO). Debate de fondo que consiste en lo siguiente: "En Euskadi existe un sector significativo de la población (entre 80.000 y 120.000 personas) que apoya las tesis del nacionalismo radical".
Pues no, el debate de fondo no es ese; esa es, en todo caso, una de las expresiones del problema de fondo que afecta desde hace cuatro décadas a Euskadi: la existencia de muchos miles de personas para quienes el terrorismo practicado contra sus vecinos puede llegar a ser considerado como éticamente indeseable o políticamente perjudicial para sus propios intereses, pero nada de esto será suficiente razón como para llevarles a decir públicamente: ETA no.
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