Uno se apoya en la mochila. Porque en el momento en que nos quitamos el peso de nuestros hombros no sabemos enderezarnos enseguida; ¡pues resulta que era el peso lo que antes nos daba seguridad y equilibrio! [George Simmel]
miércoles, 15 de abril de 2009
Objetivo, objetividad, objeto
(1) La Diputación cesa a la directora de la sala Rekalde por desafiar a Josune Ariztondo. Cuestionó la decisión de la diputada foral de retirar de una exposición un vídeo que encuadra en una diana a la Guardia Civil [EL CORREO, 15 de abril] (2) La historia tiene su recorrido. En resumen: El videoartista bermeotarra Khuruts Begoña realiza la obra 5 minutos de objetividad ante una escultura verde en Bilbao. Un jurado premia su creación en mayo de 2008 y lo selecciona para la muestra itinerante Ertibil 2008. Dias antes de la inauguración de la exposición Ertibil 2008-Arte Gaztea en la Sala Rekalde de Bilbao el video es retirado. Josune Aritzondo, diputada de Cultura de la Diputación de Bizkaia justifica así esta decisión: “En este país hay gente que mata y hay gente que vive amenazada. Desde el punto de vista humano, la obra hiere la sensibilidad de muchas personas. Y, en este momento, ése es un motivo suficiente para retirar la pieza de la exposición”. En abril de 2009 la Directora de la sala Rekalde,Pilar Mur, firma un manifiesto en el que se critica de manera indirecta lo ocurrido con la exposición Ertibil 2008. (3) La cuestión de la representación de la violencia es endemoniadamente complicada. El Museo Artium de Vitoria presentó en 2004 la exposición Laocoonte devorado. Arte y violencia política. Aún es posible acceder a la presentación que el propio Museo hacía de la exposición. En la misma, se decía esto: "David, Goya, Gericault, Delacroix, Picasso, Richter…, el asunto de la violencia política ha sido reiteradamente abordado por artistas de los siglos XIX y XX. La denuncia, el testimonio, la crudeza descriptiva, el intento de comprensión… han sido fórmulas habituales de acercamiento a estos hechos. La subversión, como vía para el desplazamiento violento de quienes ocupan el poder político, y la represión como medio de usar la fuerza para mantenerse en ese mismo poder, ha sido objeto de numerosas reflexiones artísticas a lo largo de los dos últimos siglos; sus circunstancias y consecuencias, también. Abordar esta cuestión puede ser poco amable. Sin embargo, es muy necesario hacerlo. Mucho más en nuestro país. Desde el punto de vista de una institución cultural, como es este museo de arte contemporáneo, hacerlo es una obligación ética, máxime cuando tanto silencio incomprensible e incomprensión silenciosa rodean el asunto en el ámbito público. No en el ámbito público político, a donde se traslada la virulencia en forma de verbalidad agresiva y donde el problema no se termina por resolver, sino en las demás esferas sociales". (4) En el transcurso de la exposición Laocoonte devorado tuve la oportunidad de participar con una conferencia sobre "Arte y paz" [puede leerse un resumen en: www.fundacionfernandobuesa.com/pdf/pais-zubero-06072004.pdf]. Mi conferencia finalizaba así: "Reflexionamos sobre la paz con el trasfondo de imágenes de violencia. La historia de Troya nos ilustra sobre la facilidad con la que la violencia se infiltra en nuestras ciudades, casi siempre camuflada en el interior de los vistosos caballos de la paz, la justicia, la igualdad, la felicidad, la democracia o el progreso. Reflexionamos sobre la paz con el trasfondo de imágenes de violencia. Tal vez sea inevitable pues, como señalaba Eduardo Mendoza en el artículo citado: 'El museo de la paz son las calles de la ciudad, por donde la gente va a sus cosas sin mirar al cielo por si acaso y dobla las esquinas sin asomarse a comprobar si la travesía es segura'. Tan poco cuando puede darse por supuesto. Tanto cuando nos falta. Reflexionamos sobre la paz y lo hacemos con el trasfondo de imágenes de violencia. Tal vez no sea malo. Escribe Susan Sontag en su libro Ante el dolor de los demás: 'Debemos permitir que las imágenes atroces nos persigan. Aunque sólo se trate de muestras y no consigan abarcar la mayor parte de la realidad a que se refieren, cumplen no obstante una función esencial. Las imágenes dicen: Esto es lo que los seres humanos se atreven a hacer, y quizá se ofrezcan a hacer, con entusiasmo, convencidos de que están en lo justo. No lo olvides'. Tal vez la única manera cabal de representarnos la paz, la humilde paz, sea recurriendo a su envés, a su negación". (5) Unas declaraciones del artista: “Mi vídeo no tenía ninguna intención política y donde la gente ha querido ver una diana no es más que un objetivo. Un objetivo que representa al que está mirando (…) Mi objetivo era plantear una reflexión individual del que está mirando. Crear opinión sobre la subjetividad con que se tratan algunas historias y se manipulan algunas cosas para seguir con el cuento”. La última parte de su declaración me parece bastante más cuestionable que el propio vídeo. ¿Objetividad frente a subjetividad de quienes "manipulan para seguir con el cuento"? ¿Qué cuento? (6) Celebración de la subjetividad (Eduardo Galeano, El libro de los abrazos, 1989) Yo ya llevaba un buen rato escribiendo Memoria del fuego, y cuanto más escribía más adentro me metía en las historias que contaba. Ya me estaba costando distinguir el pasado del presente: lo que había sido estaba siendo, y estaba siendo a mi alrededor, y escribir era mi manera de golpear y de abrazar. Sin embargo, se supone que los libros de historia no son subjetivos. Se lo comenté a don José Coronel Urtecho: en este libro que estoy escribiendo, al revés y al derecho, a luz y a trasluz, se mire como se mire, se me notan a simple vista mis broncas y mis amores. Y a orillas del río San Juan, el viejo poeta me dijo que a los fanáticos de la objetividad no hay que hacerles ni puto caso: - No te preocupés -me dijo-. Así debe ser. Los que hacen de la objetividad una religión, mienten. Ellos no quieren ser objetivos, mentira: quieren ser objetos, para salvarse del dolor humano.
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