Por el camino he viston un tejón en la cuneta. He parado por si sólo estuviera herido, pero desgraciadamente estaba muerto. Siento especial cariño por estos animales (hace años tuve la suerte de descubrir una madriguera de tejones en un monte cercano a mi casa, y fueron muchas las horas que pase observándolos), y ver su cadáver me ha apenado.
Llovía al salir del coche en Lendoño, y la niebla baja y espesa lo tapaba todo. He ascendido campo a través hasta coger cierta altura, evitando las vueltas y revueltas que da la pista. Al empezar a salir de la niebla, la proa del Bedarbide y un cielo esplendorosamente azul me han animado.
Mirando hacia la derecha, el colmillo del Tologorri, también entre la niebla.
Superada la cota de la niebla vuelvo la mirada en dirección al Txarlazo, bajo cuyos pies se encuentra el municipio de Orduña. Un mar de nubes parece estrellarse contra la Sierra. Las cimas del Bedarbide y del Tologorri se alzan, luminosas, sobre la niebla.
Continuo ascendiendo hasta situarme bajo la mole rocosa del Bedarbide. Superando algunas pronunciadas rampas herbosas muy resbaladizas, sin sendero claro en algunos puntos, se trata de ir rodeando la montaña por su derecha, hasta alcanzar el portillo de Bedarbide (950 m.), que da acceso a la impresionante meseta que es la Sierra Salvada.
Desde ahí, un breve paseo hasta la cumbre del Bedarbide, desde donde podemos ver perfectamente el camino que aún tenemos por delante hasta llegar al Tologorri.
El sendero avanza junto al cortado de la Sierra. Por el camino llaman mi atención algunos árboles bien elegantes.
Fuente de Iturrigorri. Desde aquí echo una mirada el Bedarbide, que empieza a cubrirse de niebla. También desde aquí tengo una buena vista de la espectacular Senda Negra, por la que descenderé más tarde hasta Lendoño.
Cumbre del Tologorri, con su característico buzón con forma de piolet. He evitado sacar una foto más amplia, incluyendo el vértice geodésico que lo acompaña, porque este se encuantra absolutamente enmarranado con pintadas a favor de ETA. A quien corresponda (Diputación, Ayuntamiento, Federación de Montaña, clubes alpinos...) a ver cuándo hacemos de esta y otras cumbres un lugar de respeto compartido.
Mientras tanto, la niebla ha ascendido, ofreciendo estampas espectaculares. Los buitres, que se calentaban en las rocas al sol, se lanzan a volar. Toca bajar.
Bajo hasta el portillo de acceso a la Senda Negra. Un breve descenso entre árboles nos sitúa al inicicio de la espectacular senda, muy aérea pero sin ninguna dificultad (al menos con tiempo seco). La niebla lo cubre todo
La Senda termina en el bosque, por el que desciendo hasta Lendoño de Arriba.
El Valle de Ayala es un tesoro y Sierra Salvada su joya más preciosa.
5 comentarios:
Eskerrik asko. Bonito relato. Me lo apunto.
Lo vas a disfrutar, seguro. Salud.
Arratsalde on Imanol.
Oso politta erreportaia.
Eskerrikasko
Vaya pedazo reportaje,eres un campeon
Kaixo, Imanol:
Me alegra saber que disfrutas del monte,me gustan tus comentarios sobre libros,pero lo que de verdad me interesa, lo que me mueve a leerte son tus lúcidos y penetrantes comentarios sobre la realidad social.
No tardes en ofrecernos alguno más.
Un saludo
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