sábado, 10 de mayo de 2014

La democracia sigue siendo una actividad esencialmente física


Portada de Fuego y cenizas
Tenía la idea de que India era la mayor democracia del mundo. Y lo es por población, pero no por extensión geográfica: Canadá es tres veces mayor. Entre 2005 y 2011 el prestigioso investigador y académico Michael Ignatieff decidió aparcar su carrera académica para embarcarse en la aventura de intentar convertirse en primer ministro de Canadá desde las filas del Partido Liberal. Ahora repasa esa experiencia en un extraordinario libro titulado Fuego y cenizas: Éxito y fracaso en política (Taurus, 2014). Tal vez debido a esa abrumadora geografía, Ignatieff destaca la esencial dimensión física, situada y localizada, de la democracia:
Tan pronto como la democracia pierda su vinculación con lo físico, tan pronto como el lugar de la política no sea el salón de actos, la sala de estar, el restaurante o el bar local y resida únicamente en la pantalla de televisión y en una página web, tendremos problemas, porque estaremos totalmente  en las manos de los asesores de imagen y de las fantasías que inventan. La política será un espectáculo orquestado desde la metrópolis, no una realidad vivida en las localidades pequeñas y en las comunidades remotas que forman parte del país tanto como las grandes ciudades. [...] Si Internet sustituye a la política, desaparecerá todo contraste con la realidad y no habrá ya ninguna ocasión para que un votante contemple en persona a un político y tome la decisión de confiar en él o no, de creerle o no. La política tiene que seguir siendo algo corpóreo porque la confianza es corpórea.
Lo cierto es que la desmaterialización de la política está llegando a extremos inconcebibles, y empieza a haber candidatos que, en su afán por multiplicarse pero no gozando del don divino de la omnipresencia, recurren a la tecnología audiovisual y proyectan hologramas que permiten una presencia fantasmática. Ya lo han hecho el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan en febrero de 2014 y, antes que él, el político indio Narendra Modi, quien en 2012 utilizó 26 hologramas de sí mismo en distintos escenarios del estado de Gujarat, y que acaba de volver a hacerlo, en esta ocasión proyectando su imagen en más de un centenar de lugares a la vez. 
Un gran paso adelante en la consolidación de la política-simulacro. Verás cuando se entere el Rey Plasmado.


No hay comentarios: