domingo, 2 de octubre de 2011

Las dos estaciones de Tahar ben Jelloun

Más allá de algún artículo de opinión, no conocía la obra de Tahar Ben Jelloun. Esta semana he leído sus dos últimos libros, publicados recientemente por Alianza Editorial.







El primero de ellos es un ensayo titulado La primavera árabe, en el que analiza la oleada de protestas populares que está sacudiendo a los países del Norte de África. En junio ya público un interesante artículo al respecto. Aunque el destino de estas revueltas sea incierto, Ben Jelloun considera que las mismas significan ya una clara derrota del islamismo, al estar orientadas por valores y reivindicaciones profunda y esencialmente democráticos:


"Esta primavera rubrica la derrota del islamismo. [...] Nuevos valores -en realidad, viejos valores- han invadido el ámbito de la reivindicación árabe: libertad, dignidad, justicia, igualdad. El 'software islamista', como dicen algunos, ha quedado obsoleto. Facebook, Twitter, Internet y nuevas formas de imaginación y acción política han barrido el discurso lenitivo, anacrónico y estúpido del islamismo, que recurría a lo irracional y al fanatismo neurótico para su propagación. En las grandes manifestaciones no se ha escuchado ningún eslogan contra los otros, los extranjeros, los europeos o los israelíes [...]. Y si hoy esas revueltas pueden calificarse de 'revoluciones' es porque, ante todo y sobre todo, las animan unas reivindicaciones de orden ético y moral".





Y de la primavera luminosa e incendiaria a un otoño oscuro y agonizante. El segundo libro de Ben Jelloun es una novela titulada El retorno. La historia de un inmigrante, Mohamed, cuya jubilación le aboca a una dramática crisis de identidad. Extranjero en Francia, extraño en su tierra natal, extraviado entre dos mundos. "Aunque no había sido el primero de su cábila en emigrar, se angustió cuando se dio cuenta de que se habia convertido en un TME, un trabajador marroquí en el extranjero. Con el tiempo el TME se transformó en RME, residente marroquí en el extranjero. ¿Cuál era la diferencia? Residente sonaba más noble. Pero la mirada que te dirigían no cambiaba". De ahí su firme propósito de regresar a su casa: "El contrato está muy claro, yo trabajo, ellos me pagan, yo crío a mis hijos y, algún día, regresaremos a casa, sí, mi casa es mi país, mi patria". Pero su sueño de retornar a un mundo que ya no es el suyo, mucho menos el de sus hijos, acaba convertido en una pesadilla de locura y de muerte.





En una entrevista publicada en Babelia le preguntaban a Tahar Ben Jelloun: "Escribió El retorno entre 2005 y 2008. ¿Sería ahora más optimista tras la primavera árabe?"; a lo que respondía: "No creo. La primavera árabe no aporta gran cosa a los inmigrantes, su vida está aquí, en Francia, en los países europeos. Pero lo importante es que bastantes de sus hijos han participado en las revueltas árabes en Túnez, Egipto o Libia. Conozco a jóvenes nacidos en Francia o en Inglaterra que han vuelto a los países de sus padres para participar en las luchas actuales. Eso es muy estimulante".




Dos estaciones: primavera y otoño. Dos miradas complementarias a una misma realidad, infinitamente más compleja de lo que podemos pensar. Dos lecturas muy recomendables.

3 comentarios:

Diego Escribano dijo...

Interesantes lecturas.Quedan dentro de mi lista de libros pendientes.
Por lo demás,me gustaría plantear una pregunta. ¿Cuál es la posición que tienes acerca de la posibilidad de aprobar una ley que regule el voto en blanco computable?

Imanol dijo...

Buenos días Diego.No he pensado en cuál puede ser el mejor modo de hacerlo, pero sí tengo muy claro que resulta esencial para la regeneración de la democracia representativa que en los parlamentos se visualice de alguna manera aquella expresión ciudadana que combina la participación electoral con la crítica a las formaciones políticas existentes. Esto es lo que expresa el voto en blanco, de manera mucho más clara que otras expresiones tales como el voto nulo o la abstención. Recordemos el "Ensayo sobre la lucidez" de Saramago.
Un problema para que los partidos políticos se tomen más en serio determinados indicadores ciudadanos de indignación, desafección, protesta o cabreo con el funcionamiento de las instituciones represetativas y de los partidos mismos es, creo, que al final, sean muchos o pocos, los votos a las listas electorales que entran en las urnas se convierten en TODOS los votos que cuentan, literalmente. Esos votos y solo esos votos.
El día que los partidos políticos asuman que no sólo "venden" porcentajes de voto (he sacado el 27%, al margen de los votos "validos") sino unidades de producto, de manera que lo que dejan de "vender" tiene consecuencias, tendrán un incentivo más para modificar algunas cosas.
Un saludo.

Diego Escribano dijo...

Gracias por la respuesta.
Personalmente, creo que el partido que se atreva a llevar la propuesta en su programa electoral conseguirá un buen número de votos. Sinceramente, me encantaría que el PSOE se atreviera en estas elecciones.
El futuro de la socialdemocracia pasa por una actuación sistemáticamente coherente y diferenciada;desde la inclusión de las demandas ciudadanas mediante nuevos canales deliberativos hasta la actitud en materia de política exterior o el compromiso con la cooperación al desarrollo.
Tampoco estaría mal anunciar medidas en relación a los CIE´s,a los que Pedro Casaldáliga definiría la semana pasada como "campos de concentración".Por si te interesara la secuela escrita de mi visita al obispo emérito;se encuentra en http://destelloshumanos.blogspot.com/2011/09/en-el-tiempo-de-la-esclavitud.html
Un saludo desde Brasil