domingo, 30 de agosto de 2009

Cadáveres

Leo en XL Semanal, el suplemento dominical de los diarios del Grupo Vocento, un reportaje sobre la disección en la historia de la medicina. Habla de la escasez de cadáveres durante el siglo XIX para las clases de medicina. Ello hizo que abundasen los robos de cadáveres y su compra-venta. Las fotos que lo acompañan combinan el interés científico y el exhibicionismo.


El exhibicionismo con cadáver incluido no es, por lo visto, un invento del llamado Doctor Muerte, cuya última polémica ha sido su pretensión de exhibir cadáveres copulando, eso sí convenientemente plastinados.

¡Qué lejos de la hermosa dignidad transmitida por La lección de anatomía!

Al leer el artículo de XL Semanal y sus referencias a los conseguidores de cadáveres he recordado uno de los libros que he leído este verano. Se trata de El viaje de Víctor Frankenstein, del escocés George Rosie (Seix-Barral, 2003).

La novela imagina la niñez y juventud del protagonista del clásico de Mary Shelley en una Europa a caballo entre los siglos XVIII y XIX, cuando la ciencia y la técnica se enseñorean de un mundo que empieza adquirir las características de las sociedades industriales y modernas. Su obsesión por vencer a la muerte le llevará a enrolarse como cirujano en el ejército de Napoleón, donde espera encontrar cadáveres abundantes con los que experimentar sus técnicas de resucitación mediante la electricidad.

El libro termina practicamente donde empieza la conocida historia de Shelley: en el momento en el que la criatura vuelve a la vida: "Bajo el brillo de la escasa luz, vi abrirse el ojo amarillento y apagado de la Criatura. El enorme pecho se alzó y cayó. Respiró con fuerza y un movimiento convulsivo agitó sus miembros".

1 comentario:

gallas dijo...

Aupa Imanol. Para continuar con los cadaveres te recomiendo un articulo del pais semanal de hoy sobre fotos mortuorias. A mi me ha dejado encogido. Un abrazo