Massimo Teodori cierra su clásica trilogía sobre Las nuevas izquierdas europeas (1956-1976) (Blume, 1978; traducción de Diorki) con esta reflexión:
En primer lugar hay que reconocerles el mérito de haber reintroducido en la política el elemento subjetivo como una de las componentes necesarias de cualquier proceso de cambio. La nueva izquierda surgió cuando en Europa occidental y en Norteamérica las teorías sobre el 'final de las ideologías' y la 'despolitización de la sociedad' amenazaban con con convertirse en la ideología dominante, amenazando con extenderse incluso a las propias izquierdas. Los movimientos surgidos entre 1958 y 1965 constituían una respuesta concreta que ya no partía exclusivamente de las vanguardias más politizadas, sino que, por el contrario, cada vez en mayor medida, de grupos y estratos más y más amplios que introducían en la sociedad un nuevo tipo de conflictividad. Otra de las aportaciones realizadas por la nueva izquierda, ya puesta de manifiesto durante la década posterior a 1956 y confirmada durante los años posteriores a 1968, ha sido el establecer con la evidencia de la praxis la inviabilidad del leninismo como teoría y método del proceso revolucionario. Ya no era la vanguardia del partido la que provocaba la toma de conciencia de la clase, sino que eran los propios movimientos los que se dotaban de una conciencia al margen de cualquier aparato institucionalizado.
De este modo, la nueva izquierda se convirtió, al mismo tiempo, en la respuesta de la izquierda frente al ´final de las ideologías´ y frente al leninismo".
Aunque el perímetro conceptual y temporal de las "nuevas izquierdas" analizadas por Teodori sea otro, creo que estas dos claves sirven para ubicar en un espacio compartido los tres libros que a continuación quiero recomendar. Tres
libros sobre un mismo universo político (la izquierda radical, la
extrema izquierda, la ultraizquierda, la izquierda revolucionaria)
escritos desde enfoques bien distintos, aunque complementarios:
analítico y global el primero, biográfico y local el segundo, y un
tercero inclasificable, telúrico, tronchante, ejemplo maravilloso de lo que pueden lograr la imaginación y la inteligencia puestas al servicio de la crítica social y política.
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Historia de la ultraizquierda: espartaquistas, comunistas libertarios, situacionistas, neoanarquistas, zadistas, black blocs y otros enemigos del capital
Traducción de Silvia Moreno Parrado
Errata Naturae, 2022
"En este libro hablamos de corrientes que reciben distintos nombres: ultraizquierda, autónomos, 'black blocs´, zadistas, situacionistas, consejistas, comunistas de consejos, luxemburguistas, marxistas libertarios, comunistas libertarios, anarcocomunistas, izquierdas comunistas... Muchos nombres que tratan de imponer una etiqueta a una sola y misma corriente, un movimiento que, desde comienzos del siglo XX, se sitúa a la izquierda de la extrema izquierda, para criticarla. No, la ultraizquierda no es la extrema izquierda. Es su aguijón. Encarna una forma de vanguardia en los confines de la política y el arte".
Este libro es, o acabará siendo, una referencia ineludible para cualquiera que desee adentrarse sin extraviarse en la realidad rizomática, molecular, hiperactiva, provisional, de una(s) izquierda(s) que removieron la política europea desde los inicios del siglo XX, al margen (y a veces en contra) del canon comunista. Es la historia de la izquierda consejista, situacionista, autónoma, operaista o libertaria, de sus principales protagonistas, de sus luchas, sus aciertos y sus errores. Una izquierda caracterizada por la juventud de sus miembros, apenas en la veintena, como en el caso de los integrantes del grupo Socialismo o barbarie, que tanta influencia tendrá: "No hay veteranos en Socialisme ou barbarie. Ninguna figura paterna. Ni 'viejos' ni maestros. Ese es el golpe de efecto de una generación que hace gala de su diferencia y avanza por tierras totalmente nuevas". Una izquierda que mató a sus padres intelectuales pero que también mataba a sus pares, empeñada en luchas fratricidas, en purgas y escisiones constantes. Una izquierda cuya influencia teórica ha sido muchísimo mayor que su realidad numérica: en 1960 Socialisme ou barbarie se transforma oficialmente en organización política con el nombre de Poder Obrero, que en 1961 "vive un pico numérico" al contar con "ochenta y siete afiliados, repartidos en nueve células".
Una izquierda, también, demasiado machirulo. Bourseiller considera a Rosa Luxemburgo como la que dio "el pistoletazo de salida" a estas izquierdas con su texto de 1906 Huelga de masas, partido y sindicato, en el que cuestiona las formulaciones leninistas sobre el partido y la vanguardia para reivindicar la capacidad de autoorganización de la clase trabajadora: "En Alemania las huelgas y las acciones políticas de masas no pueden ser dirigidas ni organizadas o 'comandadas' por un estado mayor que emane de un organismo central del partido. [...] La sobreestimación o la falsa apreciación del papel de la organización en la lucha de clases del proletariado está vinculada generalmente a una subestimación de la masas de los proletarios desorganizados y de su madurez política" (de la edición de Siglo XXI, 1974, p. 76; traducción de José Aricó y Nora Rosenfeld). Sin embargo, son escasísimas las mujeres que aparecen a lo largo del libro con algún protagonismo y no solo como "compañera de"... De Guy Debord, por ejemplo, como es el caso de Michèle Bernstein, "que cumple la función de secretaria" de la revista Internationalle situationniste. Por cierto, un Debord caracterizado por Boursiller en unos términos que lo dibujan como un auténtico tirano, como un ser oscuro y retorcido: "Hay algo 'sádico' en Debord. Instrumentaliza a los demás y los trata como juguetes que se rompen a placer, sin tener en cuenta el rencor ni el sufrimiento".
Una izquierda en cuya historia abundan los momentos Monty Python, como el hecho de que en los primeros años sesenta existieran a la vez tres organizaciones que se autodenominaban Partido Comunista Internacionalista de Italia, o como esto que se cuenta sobre la celebración en Londres de la IV Conferencia de la Internacional Situacionista: "La gran dificultad en aquella época era que los alemanes no entendían ni una palabra de francés, los franceses no hablaban alemán e ingleses no había. Pero, como estábamos en Inglaterra, parecía lógico expresarnos en inglés. En nuestro grupo sólo había una persona dispuesta a hablar en inglés: Wyckaert, el belga, hablaba inglés bastante bien, pero tenía un problema: era sordo".
Pero, por encima y más allá de todo esto, el libro de Bourseiller nos permite introducirnos en un universo que puso en la revolución de la vida cotidiana el objetivo de la política emancipatoria, que rechazó el autoritarismo de cualquier tipo y que hizo de la práctica antagonista la clave de la política de izquierda. Una forma de politización radical que hoy se prolonga en las y los zadistas que luchan en Francia por la defensa del territorio frente a las grandes infraestructuras, en las acciones de okupación o en los movimientos que critican la centralidad del empleo y buscan alternativas de vida más allá del productivismo capitalista.
"Esta es la historia de otro comunismo. Al que no se le puede imputar ni media barbarie. No ha instaurado ni coerción ni injusticia. Ninguna cadena. Ningún gulag. Ningún esclavo", escribe Bourseiller. Aunque, seguramente, nadie pueda asegurarse de estar libre la imputación por haber cometido o permitido "media barbarie", es verdad que estas izquierdas antiestalinistas, heréticas, traicionaron mucho menos la justicia y la libertad que las grandes corrientes del marxismo más doctrinario.
Todos los libros de Errata Naturae deben ser leídos hasta el final, como esas películas que guardan una sorpresa tras los títulos de crédito. En esta ocasión la protagonista es Simone Weil, cuyo pensamiento ofrece tantas líneas de conexión con los contenidos fundamentales de la ultraizquierda: imaginación ética, antiautoritarismo, compromiso personal con la práctica transformadora...
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Jóvenes antifranquistas (1965-1975)
Los libros de la catarata, 2023
"Nuestros objetivos (el fin de la dictadura, una distribución más equitativa de los ingresos, las libertades democráticas...) no estaban guiados por motivaciones egoístas, sino altruistas. Aquellos jóvenes y aquellos colectivos estábamos impregnados de valores adquiridos bajo el manto de la religiosidad cristiana, lo que se traducía en el propósito de alcanzar, no ya para nosotros, o no solo para nosotros, sino para la sociedad, una vida mejor en todos los sentidos. Un trasunto del reino de Dios en la Tierra".
Nacido en Donostia-San Sebastián en 1943, Eugenio del Río fue fundador del Movimiento Comunista, del que fue secretario general entre 1975 y 1983. Este libro es una mirada autobiográfica a la realidad de una de esas expresiones de la "ultraizquierda", el MC, y a las personas jóvenes que militaron contra el franquismo durante los años sesenta y setenta en esta y en otras organizaciones que se autodefinían como "revolucionarias" y se ubicaban a la izquierda del PCE. Organizaciones eminentemente juveniles, sin conexión con las experiencias y organizaciones de izquierda clásicas, anteriores a la Guerra Civil, lo que las llevó a practicar la "clonación ideológica", a importar ideas de autores y movimientos internacionales (maoísmo, guevarismo, trotskismo, autonomismo), a "tomar de aquí y de allá, sin un sentido crítico apropiado, importando lo que nos gustaba más de cuanto emanaba de los centros ideológicos internacionales, en su mayor parte marxistas de una u otra orientación".
Escribiendo desde la perspectiva del "testigo implicado" y no del ensayista académico, Eugenio del Río reivindica el compromiso y la lucha de aquellas mujeres y hombres jóvenes antifranquistas sin melancolía, pero reivindicando la profunda dignidad de aquella implicación, no exenta de riesgos personales. Una lucha que "sirvió para algo: creamos problemas al Régimen, contribuimos a deslegitimarlo, agravamos su crisis. Fuimos expresión y agentes del despertar de una sociedad". Sin melancolía, por tanto, sin arrepentimiento por el hecho de haber luchado, con la convicción de que esa lucha sirvió, tuvo sentido y tuvo, también, resultados; pero el autor ha escrito este libro desde un planteamiento profundamente autocrítico: "Lo que siento es que ese compromiso quedara canalizado y orientado por algunas ideas en las que hay mucho de nocivo. Esas ideas dañinas me tuvieron atrapado durante bastantes años, me indujeron a cometer disparates perjudiciales para otras personas y para la sociedad, y tardé bastante tiempo en emanciparme de ellas".
Desde esta perspectiva, Eugenio del Río cuestiona aspectos de aquella militancia como un cierto radicalismo desmesurado, un sentido antagonista hipertrofiado, la simpatía por los regímenes dictatoriales surgidos de procesos revolucionarios, su dogmatismo autocomplaciente y, sobre todo, la aceptación instrumental de la violencia, en concreto la de ETA.
Llama mucho la atención el espacio que la religión (católica) ocupa en el libro, a partir de una interpretación del compromiso político en términos de "conversión", de trasposición al campo político de unos valores cristianos que el autor y muchas y muchos de sus camaradas habían aprendido y vivido en el seno de sus familias, en los centros en los que se habían educado o en organizaciones confesionales como la HOAC, la JOC o las Vanguardias Obreras. Por cierto, también aquí se nos hace presente la imprescindible Simone Weil, por la que el autor expresa una evidente admiración.
Un libro muy honesto, necesario para hacer memoria de una época y una generación claves para entender nuestro pasado reciente, pero también para pensar nuestro futuro, ya que contiene claves muy interesantes para reflexionar sobre los límites y las posibilidades para el compromiso político emancipatorio en la actualidad.
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Bittor Allende, Santi Burutxaga y Álvaro Gurrea
Txomin Barullo contra el desorden mundial: 1978-1998, los años heroicos
Paradox, 2021
Txomin Barullo contra el desorden mundial: 1978-1998, los años heroicos
Paradox, 2021
"Quienes busquen a lo largo de estas páginas una historia de la comparsa de Txomin Barullo, o un estudio erudito sobre las fiestas de Bilbao, se sentirán defraudados. No parece haber estado en el ánimo de sus autores hacer tal cosa, sino el dar cuenta de las andanzas de un reducido clan, unido en su mayor parte por lazos de concomitancia política, que en 1978 de modo inopinado se lanzó motu propio a la tarea de organizar las primeras fiestas populares tras la ominosa dictadura franquista, y que con el éxito de su primera visión descubrió que tenía en sus manos una poderosa herramienta de comunicación social".
Esta historia empieza con un grupo de militantes antifranquistas de inspiración maoísta presentándose al concurso de ideas para renovar las fiestas de Bilbao que en 1978 promovió El Corte Inglés, y ganándolo. Tal cual. Ese fue el origen de la Aste Nagusia, de Marijaia, de las txosnas en el Arenal y de las comparsas. Si, como escribe Bourseiller, la ultraizquierda "encarna una forma de vanguardia en los confines de la política y el arte", Txomin Barullo (lunga mano del Comité de Arte y Cultura, extensión de Komunistak que, a su vez, no era sino el Movimiento Comunista de Euskadi, EMK) fue el mejor ejemplo de esta forma de practicar la política mediante la cultura popular, libre y crítica, practicando sin descanso la denuncia que más duele a los poderes: el Emperador está desnudo. Un felizmente recuperado Washington Fernández, jurnalista del Noticioso de Txomin Barullo en una entrevista para la revista GALDE, lo presentaba con estas palabras "Es
el libro de nuestras vidas. No la tuya y la mía, sino las de todos los
que éramos jóvenes y bellos cuando se acabó la dictadura. Nos creíamos
que todo iba a ser posible y le poníamos mucho entusiasmo.Estaba todo
por hacer y rellenamos aquel vacío a base de ideas cuerdas, de ideas
locas, de provocaciones y de juegos, de bromas, de críticas feroces, de
sarcasmos. Todo para divertir, asombrar, excitar y muchas veces cabrear a
la autoridad y a la sociedad prudente y bienpensante".
Este es un libro a la altura de las realidades que recuerda y presenta: la comparsa Txomin Barullo con sus noticiarios y su "K" Zirkus, pero también la candidatura del Hombre de Hierro para ganar la alcaldía de Bilbao en las segundas elecciones municipales de 1983. Un libro divertidísimo en su contenido y hermosísimo en su diseño y forma, Un derroche de inteligencia y provocación aunque me temo que algunas de sus chanzas hoy no superarían el control de los tribunales o de la corrección política. Y siempre en castellano ("El argumento de que eran tan hijos de este país como cualquier otro, y que, por lo tanto, podían criticarlo en la única lengua en la que eran capaces de hacerlo con gracia, no siempre satisfizo a sus detractores. Habían ideado, entre otras cosas, la Korrika, y por tanto, se esperaba más de ellos").
Como bien se dice en el libro: "Eugenio del Río. Experto en marxismo y contrabajo. Fundó el Movimiento Comunista para hacer la Revolución pero se le llenó de gente como nosotros". Gracias a Dios y a Domingo de Sagarminaga y Zárraga, alias Txomin Barullo, doctor en Ciencias Festivas y catedrático emérito de la Universidad de Barrenkale. Expertas y expertos en producir desgobierno y caos creativo, marxistas tendencia Groucho, no sé que hubiera sido de nosotras y, sobre todo de ellas y ellos, si hubieran hecho la Revolución: la con mayúscula, que la otra, con minúscula, o las otras, en plural, las bordaron.
"Ocurrió que hubo una generación que se encontró de repente con la caída del horror franquista y el comienzo de la libertad y el surgimiento de Euskadi como un país de ellos y para ellos. La gente de esa generación había empezado a hacerse mayor bajo la dura losa del franquismo y librarse de ella fue como soltar un muelle que aquel odioso régimen tenía apretado, comprimido. El caso fue que en un momento dado el maldito muelle se soltó y todos y todo voló por los aires. No solo Carrero.
Los que habían hecho lo posible por cargarse aquella horrible España de feroces militares y curas y monjas y padres y enseñantes y jefes tiránicos, cegatos, carcas, rígidos y antiguos, recibían la nueva vida como un premio a tanto esfuerzo y tanta constancia como ellos habían derrochado para liberar a la sociedad de aquellas personas tan pesadas y aquellas estructuras sociales y políticas tan nocivas.
En cuanto todos estos seres salieron de la negrura de la caverna a la luz, esta los deslumbró y los dotó de una nueva energía. Fue, en linda expresión, como la claridad del amanecer tras una noche larga y tenebrosa".
Fue una suerte conocerlas entonces y un privilegio compartir amistad con tantas de ellas ahora.
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