viernes, 1 de marzo de 2019

¿Trabajo Garantizado o Renta Básica?



REFLEXIÓN DE ENORME CALADO. Hasta Forocoches... No digo qué es lo que prefieren, para no influir en la valoración. 😀

AGRADECER LA PROPUESTA DE IU. Dio lugar a debates interesantísimos entre rentas mínimas, RBU y trabajo garantizado hasta la precampaña de 2015.

NO PLANTEARLAS COMO MEDIDAS PARA COMBATIR LA POBREZA. Unas políticas o unos servicios- sociales para pobres acaban siendo unos pobres servidos y unas pobres políticas. Se trata de medidas que deberían permitir la reconstrucción de derechos sociales y la desmercantilización creciente del mundo de la vida.

ARGUMENTOS QUE DEBEMOS DESCARTAR
La posibilidad de que la RBU pueda formar parte de un programa político de derechas o económico capitalista. Juan Torres: “La renta básica no es exclusivamente de izquierdas”; "La renta básica universal es anticapitalista pero también puede hacer másequitativo al capitalismo”. Lo mismo el TG. O pensemos en el "lepenismo deizquierdas".
Que la RBU no resuelve otros muchos problemas: brechas de género, desigualdad económica, consumismo, diferencia  norte-sur, etc.
Tampoco el TG.

No mezclar deseabilidad y factibilidad.
Esta es una cuestión que ya podemos despejar en este diálogo, pues Eduardo ya ha ya reconocido que se trata de "una medida potente, factible y muy efectiva para combatir la pobreza".
En la simulación para Gipuzkoa, un tipo único del 40,52% permite financiar la RB a 590.927 personas adultas y a 118.680 jóvenes, garantizando la recaudación del IRPF previa. Resulta un 62,6% de personas declarantes ganadoras: pagan más pero se ven compensadas por la transferencia de RB. Las personas ganadoras aumentan hasta el 74,7% cuando se añaden las que están a su cargo en la declaración, puesto que la RB es una transferencia individual.
è 7.902,0€ anuales (658,5 mees) / 1.580,4€ anuales las/os menores de 18 años (131,6 mes).

·         Todas las personas declarantes de las cuatro primeras decilas, las más pobres, son ganadoras.
·         La 5ª y 6ª decila (renta media de 20.142€ y 24.085€) contienen un 86% y 69% de personas declarantes ganadoras y un 14% y 31% de perdedoras.
·         En la 7ª decila (renta media de 28.653€), las personas perdedoras superan   las ganadoras, aunque pérdidas y ganancias son equivalentes (total y per cápita)
·         En la 8ª decila (renta media de 34.146€, las personas declarantes perdedoras son muy superiores.
·         En las dos últimas decilas (9ª y 10ª; renta media 41.553€ y 77.146€), las más ricas, todas son perdedoras.


EL DESAFÍO AL QUE NOS ENFRENTAMOS
Un endiablado círculo vicioso: crisis de la capacidad del empleo como integrador universal / crisis ecosistémica.
Lo planteaba El Roto: "La solución a la crisis es sencillísima: sólo hay que consumir más para reactivar la economía y consumir menos para no cargarnos el planeta".

ENTENDER LA CRISIS A LA QUE SE ENFRENTA EL EMPLEO:
·         Normalización de la precarización: norma social de empleo precario.
·         Proliferación de trabajos inútiles: bullshit jobs, trabajos de mierda según David Graeber.
·         Mercantilización de esferas originariamente cooperativas: uberización.
·         Salarización de todas las actividades humanas: sólo el necio confunde valor y precio (Machado).

MIS PRINCIPALES DIFERENCIAS CON LA PROPUESTA DEL TG
La idea de convertir en empleos (salarizar, mercantilizar) cantidad de trabajos que hoy no lo son: cuidado, reproductivos, voluntarios, cívicos, políticos... Tiene consecuencias. Cuando la lógica monetaria coloniza ámbitos. regidos por lógicas no mercantiles... Ésta cuestión es perfectamente analizada por André Gorz en Metamosfosis del trabajo, pp. 177-229.
Su fundamento "activador". Se trata de facilitar un empleo para toda aquella persona que quiera y pueda trabajar:
·         Seguirá habiendo personas que no puedan, con lo que habrá que mantener alguna política de garantía de rentas (con sus problemas de comprobación, seguimiento, revisión, fraude, sanción...). Porque habrá quienes digan que no pueden, pero la administración entenderá que en realidad no quieren.
·         Más importante: ¿qué hacemos con quienes efectivamente "no quieren"? Cuando se proponen sanciones para evitar "que los trabajadores menos cumplidores transiten entre el Trabajo Garantizado y las prestaciones por desempleo como si fueran esferas puramente intercambiables", incluyendo la posibilidad de excluir a esas personas del "derecho a percibir cualquier prestación económica" (A. Garzón y A. Guamán, coords., El trabajo garantizado, Akal, Madrid 2015, p. 134), ¿no estamos adentrándonos peligrosamente en formas de condicionalidad extremas? ¿Hay que merecer el derecho a vivir?
¿Y qué hay de los derechos laborales de las personas que desarrollen su actividad laboral en los programas de trabajo garantizado? Recordemos que uno de los argumentos normativos fundamentales para optar por el TG frente a la RBU es que "no tiene sentido que mantengamos inactivas a personas que pueden y desean trabajar mientras las necesidades de nuestros conciudadanos no estén cubiertas". No hablamos de empleos para producir bienes y servicios cubiertos por el mercado, más cerca de satisfacer deseos que necesidades. Se trata de trabajo socialmente útiles. ¿Y si entran en colisión los derechos laborales (p.e., huelga) y la cobertura de esas necesidades?
En el mismo sentido, ¿qué ocurre con las actividades del programa de trabajo garantizado cuando el sector privado reclama más empleados? ¿Simplemente dejarían de realizarse?

POR QUÉ APOYO LA RBU
Por su inclusividad: no excluye a nadie (más allá de la terrible exclusión que supone la membresía nacional).
Por su simplicidad: control mínimo, por tanto, arbitrariedad mínima.
Por su potencial desmercantilizador: derecho de ciudadanía, exactamente igual que el derecho a la salud, a la educación o al voto.
Por su conexión con procesos culturales de fondo de carácter anticapitalista: suficiencia, autocontención, colaboración, rechazo del productivismo...
Por su contenido autogestionario.
Porque en nuestro país tiene un recorrido largo, con multitud de aportaciones teóricas y aterrizajes empíricos (aunque por ahora sólo en el terreno de las simulaciones).
Por su cercanía con políticas conocidas y legitimadas: garantía de ingresos, becas, ayudas a familias numerosas... Pero no sólo eso: prácticamente la totalidad de las personas recibimos ayudas o complementos económicos habitualmente, otra cosa es que no las veamos así: exenciones fiscales variadas, planes Renove o Pive para cambiar de coche; en la UPV(EHU, reducción de matrícula para mi hija. ¿Por qué nos pasan desapercibidas? ¡Porque quienes más nos beneficiamos de ellas somos las personas que estamos en mejores posiciones económicas!
Porque ha sido un éxito en Finlandia. Sí, ya sé que todas hemos leído que "el sueño del dinerogratis” ha fracasado. Yo lo considero un éxito, a la luz de los resultados del mismo:
·         “According to the analysis of the register data, basic income recipients were no better or worse at finding employment than those in the control group during the first year of the experiment, and in this respect there are no statistically significant differences between the groups”.
·         “According to the analysis of the survey data, the wellbeing of the basic income recipients was clearly better than that of the control group. Those in the test group experienced significantly fewer problems related to health, stress and ability to concentrate than those in the control group. According to the results, those in the test group were also considerably more confident in their own future and their ability to influence societal issues than the control group”.
Es decir, que las personas perceptoras de esa renta no se activaron más laboralmente (¿por qué habían de hacerlo? Esta es la trampa, supeditar la RBU al empleo), pero tampoco menos que quienes no la percibieron.
Pero las personas que la percibieron mejoraron significativamente en su salud, redujeron su estrés, aumentaron su capacidad de concentración y ganaron en confianza respecto a su futuro.
¡Y todo eso por 560 euros mensuales, por un tiempo limitado, en un país donde el sueldo mensual medio después de impuestos ronda los 2.200€!     

DE LA ESCASEZ A LA SUFICIENCIA
Seguimos alimentando una cultura de la escasez. Y la escasez genera una mentalidad que reduce nuestro ancho de banda y produce el efecto de visión de túnel mirada a medio-largo plazo, la distinción entre lo urgente y lo necesario, y nos encierra psicológicamente en escenarios competitivos de suma negativa. De esta manera, las amenazas materiales acaban alimentando las amenazas normativas y el mundo se llena de enemigos que sólo aspiran a privarnos de lo nuestro: de nuestros empleos, de nuestra soberanía, de nuestra lengua, de nuestras costumbres, de nuestras hijas e hijos, de nuestro país... ¿Cómo evitar o superar este círculo vicioso de la ansiedad material y la amenaza normativa? No es fácil. "Mantenerse fuera de la trampa de la escasez -advierten Mullainathan y Shafir- requiere más que abundancia, requiere disfrutar de holgura":
“Requiere suficiente abundancia de modo que, incluso después de gastar demasiado o dejar los asuntos para más tarde, sigamos teniendo suficiente holgura para poder administrar la mayoría de las crisis; suficiente abundancia para que incluso después de dejar para más tarde muchas tareas tengamos todavía suficiente tiempo para cumplir con una fecha limite inesperada. Mantenerse fuera de la trampa de la escasez requiere suficiente holgura para tratar con las crisis que trae el mundo y los problemas que nosotros mismos nos imponemos” (S. Mullainathan y E. Shafir, Escasez. ¿Por qué tener poco significa tanto? Fondo de Cultura Económica, México 2016, p. 176).
Según algunas opiniones, en España se da actualmente una situación de inflación punitiva, expresión extrema de un modelo neoliberal de gestión de la marginalidad que los años de crisis habrían contribuido a impulsar y que concibe la pobreza como un delito o, cuando menos, como consecuencia de fallas actitudinales o morales, sin ninguna razón de índole estructural. Ver, a este respecto, los trabajos de E. Bayona publicados en CTXT: "La inflación punitiva: más presos con menosdelitos", 5/10/2016; "¿Criminales o pobres?", 26/10/2016.
En este contexto, sin llegar a los extremos analizados por Löic Wacquant para el caso estadounidense (aquí y aquí), se va consolidando en la opinión pública un creciente rechazo o, cuando menos, una creciente exigencia, hacia las ayudas sociales destinadas a las personas y los colectivos más empobrecidos. Según la Encuesta Social Europea (8ª oleada, 2016), casi el 42% de las personas encuestadas comparte la opinión de que estas ayudas y los servicios sociales vuelven perezosas a las personas que los reciben, mientras que sólo el 34,5% muestran su desacuerdo. Como dato positivo, en España el nivel de desacuerdo es considerablemente mayor (46,5%), y el de acuerdo bastante menor (34%).
En un escenario prolongado de escasez (recordemos que 8 de cada 10 personas creen que España sufrirá nueva crisis en los próximos cinco años), el potencial de conflicto entre grupos sociales por el acceso a los recursos públicos se dispara; con el agravante de que aquellas distinciones de trazo grueso pero absolutamente claras que tanto éxito tuvieron en los primeros años de la crisis -los de arriba contra los de abajo, el pueblo contra la casta, el 99% contra el 1%- se han ido complicando y emborronando, hasta dibujar un escenario de brechas y frentes múltiples muy complicado de gestionar: jóvenes frente a mayores, personas autóctonas frente a inmigrantes, estables frente a precarias y precarios, clases medias y trabajadoras frente a nuevas clases medias profesionales y técnicas (esa Brahmin Left, élites educadas y cosmopolitas, en términos de Piketty). Así las cosas, la distinción entre personas "productivas" y "gorronas" y su principal derivada, la diferenciación entre quienes merecen o no ayuda pública o protección social, se convierte en un elemento clave en la configuración de los imaginarios y de las instituciones sociales. Como señala Richard Sennett, "la ideología del parasitismo social es una potente herramienta disciplinaria".
La RBU acabaría con el paradigma del parasitismo.
       

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