Poesía completa
Traducción de Cecilia Dreymüller
Tresmolins, 2018
La guerra ya no es declarada,
sino continua. Lo inaudito
se ha vuelto común.
Abrir las páginas de este libro es como adentrarse en un territorio a la vez etéreo y ardiente, un espacio donde la palabra se convierte en fuego lento, humo que perfila siluetas y, al mismo tiempo, ceniza que cubre todo de un silencio casi sagrado. Leer a Ingeborg Bachmann no es solo leer poesía: es atravesar con el cuerpo el filo de sus versos, caminar entre ruinas interiores y ciudades reconstruidas tras la devastación, acompañadas de un idioma que, pese a todo, busca todavía la claridad.
[L]a Historia nos ha preparado una tumba
de la que no habrá resurrección.
Desde sus primeros poemas se percibe la huella de la posguerra, el temblor de quien sabe que las palabras han perdido la inocencia. Ingeborg Bachmann escribe en alemán, desde una lengua rota, herida, que busca reconstruirse sin traicionar la memoria del horror. Al leer su poesía, desde los primeros poemas de 1948 hasta los últimos de 1967, asistimos a la evolución de su voz: desde el hermetismo de "Die gestundete Zeit" (El tiempo aplazado) hasta los textos más tardíos, donde la palabra se vuelve aún más austera, más concentrada y, tal vez por ello, más luminosa.
El tiempo, el amor y la muerte son los grandes ejes que atraviesan estos poemas, pero no como temas abstractos, sino como experiencias encarnadas. Hay algo deliberadamente áspero en su decir, una negativa a embellecer el dolor. Y, sin embargo, incluso en su sequedad, sus versos brillan con una belleza desolada, como el resplandor de la nieve bajo un cielo gris.
Quienes condenan la guerra están elegidos
para luchar en esta luz.
Esparcen el grano
en los muertos sembrados del mundo.,
yacen en las líneas de fuego
durante un largo verano,
en los haces de ráfagas
por nosotros y caen al viento.
Leerla es escuchar una voz que no teme nombrar la fragilidad: la propia, la del lenguaje, la de la historia. Pero también es percibir un latido persistente de esperanza, aunque sea mínima, aunque apenas se sostenga. En "Anrufung des Großen Bären" (Invocación a la Osa Mayor), encontramos un gesto de invocación: la búsqueda de sentido más allá del desastre, la tentativa de orientar la mirada hacia las estrellas, como quien busca un norte en plena oscuridad.
En otro lugar se cierran los pasos de montaña:
aquí se intercambia un saludo, se comparte el pan.
Y todos traen, para cicatrizar la frontera,
un puñado de cielo y un paño de tierra.
Este libro es que no es solo una recopilación: es un viaje por el pensamiento poético, del mapa emocional e intelectual, de una escritora que nunca dejó de preguntarse por el lugar de la palabra tras la catástrofe. Sus poemas nacen del silencio, pero no se instalan en él; son la tentativa, a veces desesperada, de decir lo indecible. Quizá por eso su lectura nos deja con una sensación ambivalente: de plenitud y de desamparo. Como si, al cerrar el libro, quedara resonando dentro de nosotras la pregunta que atraviesa toda su obra: ¿puede la poesía salvarnos, aunque sea un poco, de nosotras mismas?
La Poesía completa de Ingeborg Bachmann no solo reúne los versos de una de las voces más importantes de la literatura del siglo XX: es también una brújula para orientarse en la noche del mundo y una invitación a mirar de frente la herida, sin perder del todo la esperanza en la palabra.
Tras este diluvio
quiero ver a la paloma
y únicamente a la paloma
otra vez salvada.
¡Yo me hundiría en este mar!
si ella no volase,
si ella no trajera,
la hoja en la última hora.
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