domingo, 20 de abril de 2025

Deseo cenizas para mi casa

Daria Serenko
Deseo cenizas para mi casa
Traducción de Alexandra Rybalko Tokarenko
Errata naturae, 2025
 
"¿Dónde estabais estos ocho años? Nos manifestábamos tocadas con coronas de flores en la Marcha por la Paz, [...] poníamos el himno de Ucrania en los vagones del metro, [...] boicoteábamos clases propagandísticas sobre el fuego de las Revoluciones Naranjas, repartíamos comida caliente entre los sintecho [...], rezábamos en la iglesia, mentíamos a nuestras madres [...]. 
¿Dónde estabais estos ocho años? Nos paseábamos con pancartas día sí, día también, ayudábamos a las víctimas de violencia, éramos víctimas de violencia, violadas, golpeadas [...].
¿Dónde estabais estos ocho años? Estaba aquí, al lado, viviendo y distanciándome, echándome sobre los hombros demasiado y demasiado poco, aprendiendo qué es la solidaridad [... ] Estaba aquí, por lo que nunca seré capaz de simular que no lo estaba, que esto no va conmigo y no me está pasando a mí, aunque lo cierto es que todo esto no va conmigo y no me está pasando a mí, y no me corresponde ser el centro de este relato atrapado bajo las bombas, las balas y los escombros, un relato que se propaga en círculos en cuanto suenan las sirenas".
 
 
Hay libros que no solo se leen: se resisten, se tragan con rabia y ternura, y nos devuelven una conciencia más despierta, más despojada. Deseo cenizas para mi casa, de la escritora y activista rusa Daria Serenko, es uno de esos textos que duelen y, a la vez, incendian. Escrito durante su reclusión en una prisión rusa por el cargo de difundir “simbología extremista”, el libro comienza como un registro íntimo desde la celda y pronto se transforma en una polifonía feroz, una obra que desafía las formas literarias establecidas y se nutre de géneros diversos: poesía, ensayo, narrativa fragmentaria, crónica política, lista, sátira, manifiesto.
 
Daria Serenko (Moscú, 1993) es poeta, artista, curadora y, sobre todo, activista. Su obra y su práctica política están profundamente entrelazadas y se sitúan en la intersección entre el feminismo, el arte público y la resistencia política. Desde hace años, ha sido una voz crítica y visible contra el autoritarismo de Vladímir Putin, el militarismo del Estado ruso y la violencia estructural contra las mujeres. Su activismo la ha llevado a sufrir acoso mediático, detenciones arbitrarias y finalmente el exilio (en España). Cofundadora del movimiento Resistencia Feminista contra la Guerra (Феминистское антивоенное сопротивление), una red descentralizada de mujeres y colectivos feministas surgida en febrero de 2022, inmediatamente después del inicio de la invasión rusa a Ucrania, que se ha convertido en uno de los principales focos de resistencia pacífica y organizada dentro de Rusia contra la guerra. En un contexto de represión feroz y censura sistemática, este movimiento ha logrado articular un discurso coherente y transversal en contra del militarismo estatal y la invasión desde una perspectiva feminista, denunciando la lógica patriarcal y violenta que sostiene tanto la guerra como el autoritarismo ruso. 
 
Daria Serenko inició la escritura de este libro dos semanas antes del 24 de febrero de 2022, fecha de la invasión rusa a Ucrania. Encarcelada por su activismo, quedará en libertad justo un día antes de que estallen las bombas y abandonará su país pocos días después. El título del libro simple metáfora, sino una poderosa denuncia: el que fuera su hogar se ha transformado en ruina moral y por ello debe arder para renacer desde la verdad.
 
Arder... En el libro se plantea la cuestión de las auto inmolaciones, ese "quemarse a lo bonzo" como forma de protesta política, plasmada en el cuadro Inmolación de una miembro de la organización terrorista la Voluntad del Pueblo, que muestra el suicidio en 1897 (en el libro hay una errata, se da la fecha de 1987) de la presa política Maria Viétrova, profesora y revolucionaria ucraniana, seguidora de Tolstoi y activista contra el régimen zarista.
 
La obra arranca con el registro cotidiano del encierro, pero pronto se va convirtiendo en un tapiz literario que aborda cuestiones políticas y éticas fundamentales: la guerra y la resistencia, la escritura como forma de supervivencia, la transición de la militancia feminista hacia un compromiso antimilitarista más amplio, la identidad y el exilio, la necesidad de descolonizar los valores heredados, la revisión radical del concepto de patria, que conlleva un cuestionamiento feroz del Estado, la historia y la cultura dominante rusa. En sus páginas conviven relatos, testimonios, entrevistas imaginarias, sátiras afiladas, listas cargadas de ironía, versos que sangran, sentencias que golpean como un martillo. Es un mosaico que se resiste a ser leído de forma lineal.
 
"[...] no logro comprender
cómo cabe en otro ser humano la muerte ajena
si cada uno tiene la suya
y ni aun así sabemos qué hacer con ella [...]".

Uno de los ejes más potentes del libro es la denuncia de la violencia de género, vista no como un fenómeno aislado, sino como una estructura sistémica amparada por el Estado. La autora retrata con crudeza cómo el patriarcado y el autoritarismo se entrelazan en la Rusia contemporánea. En uno de los pasajes más perturbadores, relata cómo el juez encargado de revisar su condena la increpa por no haber tenido hijos, como si la maternidad fuese un deber patriótico, una prueba de valor ciudadano. Ese instante resume el peso de una sociedad que vigila, castiga y prescribe incluso los cuerpos y los destinos femeninos.

Deseo cenizas para mi casa es un acto de resistencia, una lámpara encendida en medio de la niebla, un texto escrito desde la herida, pero también desde una lucidez radical. Nos obliga a pensar en la guerra no como una catástrofe lejana, sino como una construcción ideológica que se infiltra en las palabras, en las leyes, en los gestos cotidianos. Un llamamiento urgente a asumir la responsabilidad. Y, sobre todo, a no callar.
 
"Después de la cena me puse a pensar en que siempre tiene que haber el mayor número de testimonios posibles, porque tan sólo unos pocos textos llegarán al futuro. No se trata siquiera de confesarse, por decirlo de algún modo, sino de que cada texto sobre el terror es como disparar una flecha, delgada y frágil, que las más de las veces errará el tiro o será interceptada en pleno vuelo. Tan sólo unos pocos darán en el blanco, tan sólo unos pocos caerán en otras manos; es siempre una cuestión de suerte y un conjunto de circunstancias. Debemos apurar todos nuestros intentos para que aumente la probabilidad general".

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