miércoles, 8 de julio de 2020

Cómo la pandemia cambiará el mundo

Ivan Krastev
¿Ya es mañana? Cómo la pandemia cambiará el mundo
Traducción de Carmen M. Cáceres y Andrés Barba
Debate - Penguin Random House, 2020


Este breve ensayo es una de las reflexiones más interesantes de entre los muchos, excesivos, artículos y libros publicados al albur de la pandemia.

A pesar de que el autor duda de que el recuerdo de la pandemia perdura en nuestra memoria colectiva (la prueba es el olvido de la llamada gripe española, que entre 1918 y 1920 acabó con la vida de entre 50 y 100 millones de personas), ya que "no es fácil convertir una pandemia en una buena historia", está convencido de la COVID-19 "cambiará nuestro mundo de una manera profunda".

Krastev compara y distingue la pandemia de otras tres crisis que han afectado al continente europeo durante la última década: la amenaza terrorista, la crisis financiera y la crisis de los refugiados. En su opinión, se trata de un fenómeno esencialmente distinto, que no puede ser respondido, y de hecho no lo está siendo, mediante las políticas implementadas en los tres casos anteriores. Destacan dos diferencias fundamentales:

1. La pandemia ha generado un "nacionalismo de quédate en casa" que no se basa en el nacionalismo etno-cultural: "El extranjero ya no es la persona que no nació aquí, sino la que no está aquí en este momento: ahora importa más la residencia que el pasaporte". Recordemos, en este sentido, la polémica de la "madrileñofobia" o el blindaje, con cierre de accesos incluido, de las localidades turísticas para evitar la acupación de las segundas residencias.

2. Frente a la crítica de la política ý los políticos (la casta, no nos representan) y hasta de las y los técnicos (reducidos a siniestros tecnócratas, "hombres de negro") derivada de la crisis de 2008, crítica paradójica, ya que en su origen fue una crisis de los mercados no de los gobiernos, la crisis de la COVID-19 ha servido para poner en valor la intervención tanto del Estado como de las y los científicos.

Krastev considera que nos encontramos ante una oportunidad para repensar muchas cosas que hasta ahora se descartaban al considerarlas imposibles: "El capitalismo ha quedado temporalmente en suspenso", de manera que "todas esas medidas políticas que nuestros gobernantes llevaban años diciéndonos que eran imposibles e impracticables, al final son perfectamente posibles y practicables". Sin embargo, no deja de advertir de la posibilidad de que, cuando vayamos saliendo de la crisis y el recuerdo de la misma se diluya, retornemos al escenario político que se ha ido configurando en los años pasados: aunque "hoy por hoy, y a causa de la intensidad del miedo que genera la COVID-19, es el Gobierno y no la retórica populista quien se ha asegurado el éxito [...] cuando la fase más grave de la crisis actual haya acabado y la gente deje de temer por su vida, regresará el enfado y probablemente vuelvan a prosperar los pollíticos populistas como Marine Le Pen o matteo Salvini". Para combatir esta posibilidad, añado por mi parte, va a ser fundamental la manera en que la Unión Europea afronte la crisis socioeconómica asociada a o derivada de la pandemia.

El libro termina presentando siete paradojas derivadas de la pandemia. Destaco dos de ellas, que me parecen especialmente sugerentes:
  • "Ha acelerado la tendencia a la desglobalización que se había desencdenado con la Gran recesión de 2008-2009, sin dejar de mostrar al mismo tiempo los límites de la renacionalización".
  • "Ha puesto en suspenso la democracia, al menos en Europa, instaurando en muchos países el estado de emergencia. Pero al hacerlo, el deseo de la gente de tener un Gobierno más autoritario ha llegado a un límite".
Un ensayo ágil, que se lee con gusto y que ofrece muchas propuestas para seguir conversando.

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