En 2011 surgió en Italia el fenómeno de los forconi, una serie de movilizaciones y protestas impulsados por sectores de la pequeña y media burguesía (comerciantes, pequeños agricultores, artesanos, transportistas, pero también estudiantes) golpeados por la crisis, que mezclaban en sus reivindicaciones temáticas regionalistas, denuncias de la corrupción política y antieuropeismo. Estas protestas han continuado hasta la actualidad, siendo especialmente virulentas en Turín. Se trata de un movimiento que recuerda al clásico poujadisme de los años cincuenta en Francia y cuyos fundamentos encontramos en el origen de los actuales populismos: grupos sociales tradicionalmente prósperos que, como consecuencia de un cambio económico profundo, alimentados “por un sentimiento de abandono y por el resentimiento respecto de otros grupos y de sus representantes políticos que obtienen los beneficios del cambio y se desinteresan por la suerte de los perdedores” (Castel). Creo que fenómenos como el de los forconi ayudan a explicar el acuerdo alcanzado entre el antieuropeísta y xenófobo Farage y el antipolítico y antisitémico Grillo para formar grupo en el Parlamento Europeo.
Uno se apoya en la mochila. Porque en el momento en que nos quitamos el peso de nuestros hombros no sabemos enderezarnos enseguida; ¡pues resulta que era el peso lo que antes nos daba seguridad y equilibrio! [George Simmel]
martes, 1 de julio de 2014
Grillo y Farage: no tan extraños compañeros de cama
En 2011 surgió en Italia el fenómeno de los forconi, una serie de movilizaciones y protestas impulsados por sectores de la pequeña y media burguesía (comerciantes, pequeños agricultores, artesanos, transportistas, pero también estudiantes) golpeados por la crisis, que mezclaban en sus reivindicaciones temáticas regionalistas, denuncias de la corrupción política y antieuropeismo. Estas protestas han continuado hasta la actualidad, siendo especialmente virulentas en Turín. Se trata de un movimiento que recuerda al clásico poujadisme de los años cincuenta en Francia y cuyos fundamentos encontramos en el origen de los actuales populismos: grupos sociales tradicionalmente prósperos que, como consecuencia de un cambio económico profundo, alimentados “por un sentimiento de abandono y por el resentimiento respecto de otros grupos y de sus representantes políticos que obtienen los beneficios del cambio y se desinteresan por la suerte de los perdedores” (Castel). Creo que fenómenos como el de los forconi ayudan a explicar el acuerdo alcanzado entre el antieuropeísta y xenófobo Farage y el antipolítico y antisitémico Grillo para formar grupo en el Parlamento Europeo.
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