martes, 1 de julio de 2014

Grillo y Farage: no tan extraños compañeros de cama




En 2011 surgió en Italia el fenómeno de los forconi, una serie de movilizaciones y protestas impulsados por sectores de la pequeña y media burguesía (comerciantes, pequeños agricultores, artesanos, transportistas, pero también estudiantes) golpeados por la crisis, que mezclaban en sus reivindicaciones temáticas regionalistas, denuncias de la corrupción política y antieuropeismo. Estas protestas han continuado hasta la actualidad, siendo especialmente virulentas en Turín. Se trata de un movimiento que recuerda al clásico poujadisme de los años cincuenta en Francia y cuyos fundamentos encontramos en el origen de los actuales populismos: grupos sociales tradicionalmente prósperos que, como consecuencia de un cambio económico profundo, alimentados “por un sentimiento de abandono y por el resentimiento respecto de otros grupos y de sus representantes políticos que obtienen los beneficios del cambio y se desinteresan por la suerte de los perdedores” (Castel). Creo que fenómenos como el de los forconi ayudan a explicar el acuerdo alcanzado entre el antieuropeísta y xenófobo Farage y el antipolítico y antisitémico Grillo para formar grupo en el Parlamento Europeo.

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