martes, 24 de mayo de 2011

De Sol a Ópera, pasando por Bolonia

Ayer me pase un buen rato empapándome del ambiente de Sol; o la Plaza Solución, como ha sido rebautizada.





Mucha gente: conversando, informandose, paseando, mirando, montando una proyección de video, tocando música, preparando exámenes... viviendo, en fin, con toda normalidad su condición de ciudadanas y ciudadanos en la calle común.





Mucha gente. Tanta que la estatua ecuestre de Carlos III parecía galopar sobre las cabezas de las personas concentradas. Sobre ellas y gracias a ellas: Indignado I, ¡a galopar, a galopar!...


En Sol la creatividad se palpa. Paulo Freire descubriría aquí uno de esos inéditos viables a cuya identificación, cuidado y desarrollo dedicó toda su vida. Hay indignación, pero hay también compromiso, respeto, cuidado. Una energía ciudadana que se expresa en los cientos de eslogans que han florecido por doquier en esta primavera española, después de un invierno de descontento.





Se trata de una energía que se expresa más en palabras que en acciones. Circular por Sol, ayer al menos, me transmitía una impresión de contención, como de espera.
Paseando por Sol recordaba cosas que yo mismo escribí en 1996 en un librito que se tituló Movimientos sociales y alternativas de sociedad:

La tarea de construcción de nuevos marcos culturales para la protesta lleva a los movimientos sociales a constituirse en retos simbólicos. Los movimientos sociales contemporáneos actúan como signos, en el sentido de que traducen sus acciones en retos simbólicos a los códigos dominantes. En las sociedades desarrolladas, sociedades que pueden ser caracterizadas como "sistemas de alta densidad de información", los conflictos no se expresan principalmente a través de una acción dirigida a obtener resultados inmediatos en el sistema político, sino que representan un desafío a los lenguajes y códigos culturales que permiten organizar la información
Desde esta perspectiva, Melucci considera que las formas de poder que están surgiendo en las sociedades contemporáneas se fundan en la capacidad de "informar" (dar forma), de construir realidad mediante significados. La acción de los movimientos sociales viene a ocupar el mismo terreno siendo en sí misma un mensaje que se difunde por la sociedad impugnando el que los aparatos tecno-burocráticos intentan imponer a los acontecimientos individuales y colectivos.
En esta tarea es fundamental la capacidad de los movimientos sociales de imaginar futuros posibles, de proponer "imaginarios colectivos" que contraataquen con sus propias seducciones, relativizando el poder de las imágenes dominantes. "Imaginar una alternativa para el presente es el elemento utópico que está presente en todos los movimientos sociales. Estos se convierten en instancias que promueven o rechazan cambios de carácter general antes que individual. El movimiento genera una situación en la que se elige entre lo que hasta el momento se ha aceptado o impuesto y lo que ahora se concibe como inaceptable. Lo que puede haber sido impensable, ahora es pensable y posible" (Gusfield, 1994). De esta manera, rompen la apariencia de normalidad/naturalidad del orden social y proponen otra forma de mirar/concebir ese orden social, explicitando sus contradicciones, sus riesgos, sus debilidades. Son la mirada que permite descubrir y explicitar la desnudez del Emperador.
Se trata de reivindicar eso que Paulo Freire llama en su libro Pedagogía del oprimido el "inédito viable". Se trata de descubrir posibilidades de transformación viables, pero cuya viabilidad no era percibida. Esto no tiene nada que ver con operaciones de ilusionismo o con miradas de color de rosa hacia la realidad; la capacidad de descubrir el inédito viable de la realidad es todo lo contrario del simple voluntarismo, por más bienintencionado que este sea.
O, si la referencia a Freire parece poco “académica”, de lo que se trata es de comprender el efecto de teoría que cumplen los movimientos sociales contemporáneos, efecto propiamente político que consiste, en palabras de Bourdieu, en mostrar una “realidad” que no existe completamente mientras no se la conozca y reconozca (Bourdieu, 1997).

Pero esa contención acoge una enorme potencia: el descubrimiento, acaso sorprendido, de la capacidad de influencia sobre la realidad que contiene la acción colectiva. Pienso que muchas de las personas que estos días se movilizan en Sol, y en tantas plazas de toda España, están descubriendo el mensaje contenido ese cuento de Andersen que, seguramente, habrán escuchado en más de una ocasión sin reparar en su significado: me refiero al cuento titulado El traje nuevo del emperador:




-¡Pero si no lleva nada! -exclamó de pronto un niño.
-¡Dios bendito, escuchen la voz de la inocencia! -dijo su padre; y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño.
-¡No lleva nada; es un chiquillo el que dice que no lleva nada!
-¡Pero si no lleva nada! -gritó, al fin, el pueblo entero.
Aquello inquietó al Emperador, pues barruntaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: «Hay que aguantar hasta el fin». Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la inexistente cola.




Regresando hacia el hotel me detuve en Ópera. En esta plaza se estaba desarrollando una asamblea que discutía un documento sobre la universidad española, la ANECA, Bolonia y la Estrategia Universidad 2015. Se discutía con orden, pero también con desconcierto. Me llamó, en todo caso, la atención el respeto con el que se escuchaban todo tipo de propuestas e intervenciones, incluso aquellas que reclamaban la presencia de personas "que supieran más del tema" que quienes allí discutían. Ya me gustaría a mí ver en las discusiones del Senado un poquito, sólo un poquito de ese respeto.



Y ahí fue cuando mi tarde de antropólogo inocente, empapándome en silencio de lo que veía y escuchaba, se acabó. Pedí la palabra, esperé mi turno, cogí el megáfono y hablé. ¿Por qué?



Circula desde hace un tiempo por la red un documento sin firma titulado Estrategia Universidad 2015 que se ha convertido en una de las principales herramientas de combate contra los planes de reforma de la universidad española impulsados desde el Ministerio de Educación. Es un documento cuya lectura, ciertamente, pone los pelos de punta. Los redactores del texto se basan en dos trabajos, uno de los cuales es el titulado El debate sobre las competencias, editado por la ANECA en 2009. En relación a este trabajo, el documento crítico al que vengo refiriéndome señala lo siguiente:



Ya no estamos ante ese lenguaje comedido, ambiguo, y equívoco que había que leer entre líneas, que trataba de ocultar intenciones: los textos de la EU2015 son directos y explícitos, dicen sin escrúpulos todo lo que los otros difuminaban en retórica y formulismos, han radicalizado su discurso. Por esta razón, este artículo consistirá sobre todo en citas directas de los proyectos de ley del Ministerio y de las publicaciones de ANECA. El gobierno considera que puede permitirse que sus reflexiones alcancen este tono...



¿Y cuál es ese tono? Pues ni más ni menos que este:



La universidad contemporánea está forzada –igual como lo estuvo en períodos anteriores del capitalismo– a tener en cuenta, vitalmente, su entorno, incluidas no sólo las nuevas circunstancias del mundo del trabajo sino, igualmente, los efectos que traen consigo los procesos de globalización, (…) la mayor centralidad de los mercados en la coordinación de los sistemas de educación superior, el estrechamiento del rol de los estados en su sostenimiento y la presión que sobre las instituciones ejerce la universalización de la educación terciaria. (…) Las instituciones deben competir y diversificar sus fuentes de ingreso; surgen nuevos proveedores (instituciones privadas, universidades corporativas, a distancia, vía Internet); los estudiantes pagan aranceles y pasan a ser clientes; los profesores son contratados y dejan de ser funcionarios; las funciones institucionales se convierten en desempeños y sujetan a minuciosas mediciones; se enfatiza la eficiencia y el value for money; los modelos de negocio sustituyen en la práctica a los planes estratégicos; la gestión se racionaliza y adopta un estilo empresarial; el gobierno colegiado se transforma en corporativo al independizarse de los académicos e integrarse con representantes de los stakeholders externos; los investigadores son estimulados a patentar y los docentes a vender docencia ‘empaquetada’ a las empresas; los incentivos vinculados a la productividad académica reemplazan las escalas salariales asociadas al cargo; los currículos son revisados y sancionados en función de su pertinencia laboral y evaluados por agencias externas en relación a su calidad; las culturas distintivas de las instituciones y sus ‘tribus académicas’ empiezan a ser tratadas como asunto de clima organizacional; las universidades son comparadas por medio de rankings locales y clasificadas geopolíticamente a nivel global; se crea un mercado global para servicios de educación superior y su regulación se resuelve en las rondas del GATS (el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios), no en sede académica. En fin, la universidad ya no es más un lugar tranquilo para enseñar, realizar trabajo académico a un ritmo pausado y contemplar el universo como ocurría en siglos pasados. Ahora es un potente negocio, complejo, demandante y competitivo que requiere inversiones continuas y de gran escala.



Aterrador, ¿no es cierto?



Este fue, justamente, el fragmento que ayer leyó ante la asamblea de Ópera una joven que se mostraba frontalmente crítica con cualquier propuesta de reformar la ANECA o de reconocer nada positivo al proceso de Bolonia. Y claro, cuando las y los presentes escucharon eso, se quedaron mudos de pasmo. "¿Cómo puede ser que el Ministerio de Educación de Gabilondo suscriba algo así?", pensarían algunos. "Lógico, procediendo de un Gobierno del PPSOE", pensarían otros.
Y ahí fue cuando solicité intervenir, para decir sólo una cosa: que puede discutirse mucho sobre la Estrategia Universidad 2015, pero que hay que hacerlo con algo de rigor. Un rigor que no existe en el documento crítico que utilizó en la asamblea esa joven indignada.



El documento de ANECA al que se refería es un texto de 178 páginas cuyo título completo es: El debate sobre las competencias. Una investigación cualitativa en torno a la educación superior y el mercado de trabajo en España, y que puede descargarse aquí. Es, por tento, una INVESTIGACIÓN sobre los distintos discursos que sobre la universidad y sus funciones articulan los titulados universitarios, los empleadores y los responsables institucionales de las políticas universitarias. Una investigación dirigida, por cierto, por Luis Enrique Alonso -¡un abrazo muy fuerte!-, que ha dedicado buena parte de su inmenso saber y querer a analizar, pero también a denunciar, la crisis de la ciudadanía que viene aparejada por las políticas neoliberales que precarizan empleo y vidas. Pensar que Luis Enrique pudiera perpetrar un documento como el que se le atribuye es equivocarse mucho: de enemigos, pero también de aliados.



El texto que se maneja como soporte crítico, uno de cuyos fragmentos es el citado anteriormente, procede de este documento, sí, pero es sólo parte del prólogo escrito por José Joaquín Brunner, director del Centro de Pólíticas Comparadas de Educación de la Universidad Diego Portales de Chile. Prólogo en el que presenta el contexto -ciertamente, dominado por corrientes privatizadoras y mercantilistas- en el que la universidad está afrontando su reforma. El documento crítico, por tanto, confunde lo que es una descripción (también crítica) de ese contexto con una aceptación rendida a los principios neoliberales de educación superior.



Como no era el caso entablar un debate allí mismo, me ofrecí a facilitar a las peronas interesadas el trabajo original. Y eso es lo que hago aprovechando este comentario.



En fin, que fue una tarde interesante. Y lo más interesante de todo, ver a todas esas personas a las que la experiencia de estos días ya ha transformado. Ahora falta que se transformen los partidos.




No se me pasa que el domingo hubo elecciones, ni el resultado de las mismas. A lo largo de la semana haré algún comentario al respecto, pero primero quiero hacer llegar mi reflexión a los ámbitos de dirección del PSE.


No, la causa fundamental del hundimiento no ha sido la crisis.





4 comentarios:

kala dijo...

Buenas tardes, Imanol:
Me parece especialmente interesante este asunto de la contingencia y sus límites. Precisamente,creo que una de las consecuencias mas valiosas que pudieran derivarse del conjunto de vivencias que están acaeciendo en los diferentes procesos de convivencia y debate colectivo que se desarrollan a lo largo y ancho de la geografía española y de la proyección pública de estos, consistiría en el inicio de un proceso de redefinición paulatina de dichos límites.De manera racional y socialmente acompasada,claro está.Este si que sería un gran triunfo colectivo.
Imagínate si en todo ese tipo de situaciones en las que basta una mueca sarcástica,condescendiente o paternalista, o el anatema mas sectario y facilón para descalificar cualquier propuesta que desborde los límites de lo prescrito por el realismo patrimonializado (ese que es redefinido a conveniencia y, últimamente a pasos agigantados, y sin dar apenas explicaciones), el resabiado ridiculizador se viera en la tesitura de tener que argumentar los porqués de la indiscutibilidad de sus sentencias.Me da que solo les quedaría solemnizar la pose y apelar al apocalipsis derivado de la puesta en práctica de lo desconocido.
Ojalá que este proceso de fervor comunitario no se vea afectado por la desmoralización,ni la frustración ante la lentitud de los avances. Me parece que es,de largo, lo mejor que nos ha pasado en mucho tiempo.

Imanol dijo...

Coincido totalmente contigo, Kala. Creo que todos estos movimientos, al margen de cuál sea su destino en el corto plazo, ya han logrado una cosa: derribar el cartel de "Bienvenidos al desierto de lo real" que desde hace demasiado tiempo presidía nuestras vidas y hacer brotar en ese desierto posibilidades inéditas. Algunas serán espejismos, qué se le va a hacer, pero muchas otras acabarán conformando oasis a partir de los cuales regenerar, reforestar, refrescar, ese arenal invivible en el que se estaba convirtiendo el mundo.

marijo dijo...

No, la causa fundamental del hundimiento no ha sido la crisis.

Un abrazo

FÍGARO dijo...

El hundimiento no lo ha causado la crisis económica, ni la crisis económica la ha causado el PSOE. Pero el PSOE como partido en el Gobierno tiene la responsabilidad de tomar medidas contra los causantes de la crisis .... y no contra sus víctimas. En este sentido, me parece bochornoso que desde instancias internacionales se tenga que reclamar a nuestro Gobierno que limite por Ley las primas y sobresueldos de banqueros y altos cargos, algo que obviamente debería haber hecho "de oficio" antes de soltar un euro a la Banca...