sábado, 6 de febrero de 2010

Holocausto

Ayer, jornada de trabajo en el Instituto de Filosofía del CSIC. Reflexionábamos sobre la naturaleza del Holocausto y la posible vigencia de algunas de sus lógicas más perversas.

El Holocausto. ¿Cómo pudo ocurrir algo así, precisamente allí? Son muchas las características que nos llevan a afirmar la excepcional unicidad del Holocausto. La figura de Hitler -icono del mal radical, como ningún otro dictador- no es la menos importante de ellas.

Sin embargo, ¿podemos seguir manteniendo esta perspectiva sobre la excepcionalidad del Holocausto después de haber vivido el siglo de los genocidios?; ¿después del genocidio artesanal y bricoleur, aunque igualmente letal, de Ruanda? ¿Y qué decir del holocausto asiático provocado por Japón, del que Nankín es su mayor exponente?. ¿Y del inmenso catalogo de horrores que, sin distinción de bandos ni banderas, supuso la Segunda Guerra Mundial?
El Holocausto. ¿Un hecho histórico único, específicamente alemán, singular e irrepetible, o un acontecimiento ciertamente extraordinario en sus exageradas dimensiones, pero de ninguna manera único? ¿Excepción o ejemplo? Es la controversia ente dos grandes narrativas sobre el Holocausto: la ideológica-intencionalista (o particularista) y la estructural-funcionalista (o universalista).
Sin entrar en el debate, me convence la reflexión de Enzo Traverso cuando señala que “mucho más que un acontecimiento sin precedentes, Auschwitz constituye una síntesis única de diferentes elementos que se encuentran en otros crímenes o genocidios”.

Por cierto: “Los nazis convirtieron en sus metas inmediatas lo que habían sido las consecuencias más extremas de cuatro siglos de imperialismo europeo: la desaparición de naciones enteras y la dominación de otras [...] El modelo de Hitler no era la India británica y la autonomía limitada, sino Estados Unidos, donde, en su opinión, los colonos europeos habían conquistado el continente, acabado con los nativos y creado por encima de ellos una nueva sociedad cimentada en la superioridad racial” (Fritzsche, 2009: 152).



“Deseamos que el genocidio haya empezado y haya concluido con el nazismo. Es mucho más tranquilizador que así sea”, advierte Lindqvist. “Remitir al exterminio masivo de los judíos europeos como un caso absolutamente único en el mundo no contribuye en lo más mínimo a la comprensión de los hechos. La prohibición de establecer comparaciones tiene la función de impedirnos aprender algo de lo sucedido”, remacha Sofsky (2004: 74).

No hay comentarios: