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miércoles, 30 de diciembre de 2020

La librera y los genios

Frances Steloff
La librera y los genios
Traducción y presentación de José Manuel de Prada-Samper
Trama editorial, 2010 

"Abrió la tienda el 1 de enero de 1920. Tenía treinta y siete años. La Guerra para terminar con todas las guerras había tocado a su fin, el viejo orden estaba en ruinas y la señorita Steloff abrió un salón literario en medio de la ciudad de Nueva York en el momento más maravilloso de su propia historia".


Los libros sobre librerías, libreras y libreros y la fauna humana que pulula en torno a ellas (lectoras y lectores, escritoras y escritores, artistas varios, ¡hasta ratas librívoras!), constituyen ya un género literario. Pueden encontrarse algunos ejemplos aquí, aquí, aquí, aquí, aquí o aquí. Pero hay más.

Para quienes amamos la lectura como experiencia densa, el libro en papel es irrenunciable e insustituible y las librerías un espacio -no, un lugar- de primera necesidad para hacer ciudades vivibles. Este potencial para construir ciudad y ciudadanía está perfectamente ejemplificado por la librería Gotham Book Mart. 

Su carismática fundadora, Frances Steloff, la convirtió en un lugar de referencia por el que pasaban autoras y autores como Anaïs Nin, John Steinbeck, Gertrude Stein, William Faulkner, Henry Miller, Elie Wiesel, Marianne Moore... y al menos en una ocasión ¡el esquivo Salinger!. Es una delicia leer las muchas anécdotas que atesoraba Steloff, así como sus historias sobre las dificultades que hubo de sortear para sacar adelante su proyecto, entre estas las denuncias por obscenidad impulsadas por la Sociedad Antivicio, por vender libros de contenido homosexual como El pozo de la soledad de Radclyffe Hall o las memorias de André Gide, Si la semilla no muere

Gotham Book Mart cerró definitivamente en 2006 y todo su fondo fue recogido por la Universidad de Pennsylvania. El pasado 6 de marzo falleció Andreas Brown, que en 1967 compró la librería á su fundadora, si bien esta continuó su actividad como librera hasta su fallecimiento en 1989, a los 101 años. Brown recuerda que cuando adquirió la librería Frances Steloff le hizo esta advertencia: "Es muy importante que sepas que no eres el dueño, solo eres el cuidador de la tienda". Una excelente manera de recalcar el papel de las librerías no como simples negocios de venta de libros sino como una auténtica comunidad compuesta por libreras y libreros, escritoras y escritores, lectoras y lectores. Esta fue la filosofía que, según Steloff, explica el éxito de su librería:

"A menudo me han preguntado qué hace que la Gotham Book Mart sea distinta de otras librerías. Uno de los motivos es nuestra preocupación por tener libros que los clientes, de un modo natural, esperarían encontrar dentro de nuestros campos de especialización; otro, es el servicio. Siempre les digo a nuestros dependientes que nuestros clientes hacen un esfuerzo por venir a nosotros [...]. Aparte de las revistas literarias y las publicaciones del gremio a las que estábamos suscritos, siempre podíamos contar con las preguntas de nuestros clientes para saber cuáles eran los mejores libros de los temas en los que estábamos especializados. Ellos eran los expertos. Solía recordar el consejo que, allá por diciembre de 1919, cuando fundé la pequeña librería en la calle 45, me dio mi viejo amigo George Mischke. Cuando le pregunté cómo sabría qué libros tener en existencia, me contestó: 'No te preocupes, Fran, tus clientes te educarán', y han estado educándome desde entonces".

 

sábado, 24 de noviembre de 2018

Nuestras riquezas: una librería en Argel


Kaouther Adimi
Nuestras riquezas
Traducción de Manuel Arranz
Libros del Asteroide, 2018


En 1936 el veinteañero Edmond Charlot abre en Argel la librería "Las Verdaderas Riquezas", tomando para sí el título de la obra homónima de Jean Giono -publicada en castellano por Errata Naturae- y, junto con el título, el espíritu que anima esta obra:

"La sociedad construida sobre el dinero destruye las cosechas, destruye a los animales, destruye a los hombres, destruye la alegría, destruye el mundo auténtico, destruye la paz, destruye las riquezas verdaderas" (Jean Giono, Las riquezas verdaderas, p. 30).

De ahí la intención de Charlot: fundar una librería y una editorial, pero no como un negocio, sino como un espacio consagrado al pensamiento, la creación, la amistad, la inteligencia, el entendimiento:

"Una librería que vendiese novedades y libros antiguos, que prestara obras y que no fuera únicamente un negocio, sino un lugar de encuentros y de lectura. Un lugar de fraternidad, en cierto modo, y con un toque mediterráneo: invitar a escritores y lectores de todos los países del Mediterráneo sin distinción de lengua ni de religión, gente de aquí, de esta tierra, de este mar...".

La novela de la igualmente joven Kaouther Adimi (Argel, 1986) cuenta, con un lenguaje sencillo y directo, la historia de esa librería y de las personas y personajes que tuvieron relación con ella.

Para ello, recurre a dos planos temporales. El primero, el día a día de la librería, a partir de las anotaciones de los diarios de Edmond Charlot, entre 1935 y 1961. Una época histórica excepcionalmente agitada: la guerra civil de España, la segunda guerra mundial, la revolución argelina contra la colonización francesa, influirán sobre la librería tanto como las dificultades económicas que su fundador deberá sortear recurriendo a la complicidad de sus amistades. Es en este plano en el que se mueven los personajes que constituyeron el universo de "Las Verdaderas Riquezas" (como Antoine de Saint-Exupéry o André Gide), entre los que destaca la presencia constante de Camus: su nombre aparece en al menos 26 de las 166 páginas de la historia.

El segundo plano temporal, actual, se construye a partir de la experiencia de Ryad -veinte años de edad y estudiante de ingeniería en París- que en 2017 es enviado a Argel para desmontar el viejo local que en su tiempo acogió la librería de Charlot, deshacerse de su mobiliario y de los libros que aún quedan y limpiar y pintar el local, destinado a acoger una buñolería. Es aquí cuando conocemos a las personas que habitan el barrio donde se ubicaba la librería y que, en algunos casos, la conocieron abierta y en pleno funcionamiento: Moussa el de la pizzeria, el tendero que no le vende pintura a Ryad, el camarero de Chez Saïd, la vendedora de perfumes de imitación, el ciego Youcef ("capaz de reconocer cualquier libro con solo tocar la cubierta y de recitar uno de sus pasajes de memoria"), la joven Sarah y, sobre todo, el viejo Abdallah, que trabajó en "Las Verdaderas Riquezas" y que ahora custodia el local como un fantasma.

En fin: se trata de una obra breve pero intensa, evocadora, un canto de amor a los libros y las librerías. Yo hubierra sido feliz teniendo cerca una librería como "Las Verdaderas Riquezas".

"Irás a Las Verdaderas Riquezas, ¿verdad? Tomarás las callejuelas en cuesta, las descenderás o las subirás. Te protegerás del sol que pega con fuerza ... te detendrás en la terraza de un café y no dudarás en sentarte un momento para charlar con unos y con otros. Aquí no hacemos diferencias entre la gente que conocemos y la que acabamos de conocer...".


miércoles, 18 de febrero de 2015

En defensa de la palabra contraria

 

El lunes, día de mi visita semanal a mi librería de cabecera, me encontré con la agradable sorpresa de que Javier ya me había reservado el último librito de quien sabe es uno de mis cuatro o cinco narradores favoritos: el napolitano Erri de Luca.
En esta ocasión se trata de un manifiesto público en el que Erri de Luca de a conocer la demanda presentada contra él por la empresa francesa LTF, constructora del tren de alta velocidad Turín-Lyon. El motivo de esta demanda, admitida a trámite por un tribunal de Turín, son unas palabras del escritor pronunciadas en el transcurso de una entrevista concedida al sitio web Huffington Post, en las que comentando las detenciones de dos jóvenes pertenecientes al movimiento NO.-TAV y la relación establecida por el fiscal jefe de Turín entre este movimiento y el terrorismo, decïa:

Huffington Post: Erri de Luca, ¿tiene razón el fiscal jefe de Turín cuando expresa su temor respecto al terrorismo NO-TAV?
Erri de Luca: Caselli exagera.
H.P.: Tal vez exagere, pero los dos chicos detenidos llevaban en el coche cócteles molotv...
E. de L.: [Sonría irónicamente]... Sí, peligroso material de ferretería. Justo lo que normalmente se entiende como dotación de los grupos terroristas. Me explico mejor: el TAV ha de ser saboteado. para eso precisamente servían las cizallas: son muy útiles para cortar las verjas. Nada de terrorismo.

Erri de Luca reivindica el derecho, la necesidad democrática, a pronunciar y argumentar la palabra contraria.
Yo ya he plasmado mi adhesión en la página solidaridad IOSTOCONERRI. Para lo que haga falta, Erri.



Para saber más:

miércoles, 27 de agosto de 2014

Shakespeare and Company, o la utopía de leer un libro al día mientras se intenta cambiar el mundo



El verano se acaba y yo aprovecho para continuar con la lectura más gratuita y disfrutona, que ya llegará el momento de tener que privilegiar un criterio más instrumental: informes de investigación, ensayos de ciencias sociales, artículos científicos, trabajos de alumnas y alumnos...


Otra lectura maravillosa: el libro de Jeremy Mercer La librería más famosa del mundo, publicado por esa delicatessen que es la editorial Malpaso (libros que da gusto tener entre las manos y que son, también, una delicia visual).
El libro narra los meses que Mercier -periodista de sucesos canadiense forzado a salir de su país ante el temor de que un antiguo caso le complicara la vida- pasó en la librería Shakespeare and Company
destacada como una de esas librerías míticas para las y los librívoros.


"Ahora casi cumplía con el precepto de George de un libro por día...", escribe Mercier, y a mí se me saltan las lágrimas de emoción y rechino los dientes de envidia. ¡Un libro al día! Además de picnics junto al Sena, tertulias literarias en los cafés a la sombra de Notre Dame, personajes pintorescos provenientes de todos los rincones del mundo...

"- Mira, eso es lo que siempre he querido que fuese este sitio -reflexiona el fundador de la actual librería, George Whitman. A veces miro a Notre Dame ahí enfrente y me digo que Shakespeare & Company es un anexo de la iglesia. Un lugar para la gente que no encaja del todo en ningún otro sitio". Mercier recuerda esta reflexión al final del libro y escribe:
"Al rememorar aquellos meses me doy cuenta de que todos los que vivíamos en la librería arrastrábamos un fantasma de un modo u otro. Tal vez por eso permanecimos durante tanto tiempo allí. Pienso en lo que dijo George sobre la librería como anexo de Notre Dame y creo que es muy cierto. En puridad, sí, se trata de una célebre librería, sí, y su importancia literaria no es poca. Pero por encima de todo, Shakespeare & Company es un refugio, igual que la iglesia situada al otro lado del río. Un lugar cuyo dueño permite a todo el que lo desee que tome lo que necesite y dé lo que pueda".



 Absolutamente recomendable.

domingo, 1 de diciembre de 2013

La verdad sobre el caso Harry Quebert (y dos apuntes sobre Amazon)



Es uno de los libros más absorbentes, conmovedores y sorprendentes que he leído nunca.
No es una novela policíaca, aunque el descubrimiento en 2008 del cadáver de la joven Nola Kellergan, desaparecida en dramáticas circunstancias en agosto de 1975, sea el detonante de toda la historia.
No es una novela  romántica, aunque el amor (los amores) más profundos, desatados, entregados, sean un elemento esencial de la trama.
Es un libro sobre la amistad incondicional, es un libro sobre el oficio de escritor, es casi una etnografía sobre la vida de las pequeñas localidades rurbanas de la América profunda y sus cambios en las últimas tres décadas; es una tragedia griega, un relato sobre la formación del carácter, una acerada crítica a la industria editorial... Es todo eso, pero no se reduce a nada de eso.
Sólo tres personajes son lo que parecen: Marcus Goldman, el narrador-escritor de la historia; el sargento Perry Gahalowood, de la policía estatal de Concord, afroamericano, cuyo físico macizo y trato desabrido sostienen a un investigador tenaz y comprometido; y un tercer personaje cuyo nombre no desvelaré, para no incurrir en pecado de "spoiler".
Recomiendo totalmente su lectura.

El País Semanal publica hoy una amplia entrevista con su autor, el suizo Joël Dicker, hijo de una librera ginebrina y de un profesor de francés. Supongo que podrá leerse en la web en los próximos días.
Sí, se me olvidaba: La verdad sobre el caso Harry Quebert es una novela plenamente norteamericana escrita en francés por un suizo.
Por cierto, en la entrevista Dicker dice algo que a este librívoro le ha encantado:
No parece que el dinero sea una de las prioridades de este escritor naciente y creciente. Si no, que se lo digan a Amazon. El propio Dicker se negó a que su libro se vendiera en Francia mediante la tienda virtual. "Prefiero perder ese dinero a que los libreros se queden sin su parte. No me parece justo". Como tampoco lee en dispositivos electrónicos ni en teléfonos. "¡Por Dios! ¿No!, exclama medio escandalizado.

Y hablando de Amazon y de El País: este diario -una de cuyas dos líneas editoriales ha de helarte el corazón- le ha regalado hoy a la compañía de Bezos un publireportaje en su suplemento Negocios. ¿Qué esconde Amazon después del clic? Según el reportaje, tan sólo gestión digitalizada, control de calidad y contratación de trabajadores temporales para responder a los pedidos navideños. Bueno, y una cosa que llaman "responsabilidad de minimizar el impacto fiscal". Nada de lo que por otros lares se cuenta y se denuncia. ¿Periodismo de investigación?
Menos mal que siempre nos quedará El Roto.


sábado, 26 de octubre de 2013

Mediaciones y ruido: editoriales, librerías e Internet


Sociofobia




Acabo de terminar el libro de César Rendueles Sociofobia, publicado por Capitan Swing y que hoy reseña Javier Rodríguez Marcos en Babelia. No encuentro link al suplemento cultural de El País, pero aquí puede encontrarse la reseña (gracias).
Joven filósofo y profesor en la Complutense de Madrid. Rendueles desarrolla una crítica del ciberfetichismo actualmente rampante entre las izquierdas tan intempestiva como imprescindible. En otro momento volveré a este libro y a su cuestionamiento del supuesto (y aplaudido) fin de las mediaciones en el nuevo entorno digital, de la suntuaria efervescencia social digital en la que tan a menudo desemboca la denominada sociedad red, de la estrecha y limitada comunidad comunicativa en que se convierten casi siempre las redes sociales. Por ahora, baste con esta afirmación de Rendueles (que no es, en absoluto, un tecnófobo):

Las tecnologías de la comunicación han generado una realidad social disminuida, no aumentada. [...] Internet no ha mejorado nuestra sociabilidad en un entorno postcomunitario, sencillamente ha rebajado nuestras expectativas respecto al vínculo social. Tampoco ha aumentado nuestra inteligencia colectiva, sencillamente nos induce a rebajar el listón de lo que consideramos un comentario inteligente.

Como digo, otro día volveremos a las reflexiones de Rendueles. Por hoy, coincidiendo con la publicación en Territorios, el suplemento cultural de Vocento, de un artículo sobre la función de prescriptores literarios que hoy cumplen las redes sociales, me quedo con una reflexión de Rendueles al respecto:

Volviendo al mundo del libro, la mediación especializada desempeña un papel crucial y difícilmente sustituible.Escuchar una canción pop y decidir si merece la pena es un proceso relativamente rápido. A menudo bastan unos segundos para decidir si un contenido es interesante para nosotros o no.Por eso es factible que mediadores no profesionales puedan sustituir a las discográficas, al menos en algunas de sus funciones. La evaluación de novelas o ensayos es un proceso mucho más lento y complejo. Si cada uno de nosotros como lectores tuviera que elegir qué libros son valiosos de entre toda la oferta potencial de escritores que creen que sus textos deben ser difundidos (algo técnicamente posible), desaparecería la cultura escrita tal y como la conocemos. Las editoriales reducen el ruido, algo para lo que Internet no es precisamente una herramienta muy eficaz.
Los comentarios de los usuarios en Internet han empezado a sustituir a la crítica especializada y a la publicidad como elementos básicos en la construcción del gusto literario. Inicialmente pareció un giro democrático que iba a permitir acabar con la dictadura del mercado y los expertos. Pero la realidad pronto ha arruinado esas expectativas: "desde hace tiempo, la presencia de escritores (o aspirantes a escritor) que emplean seudónimo para elogiar sus propias obras ha sido una costumbre cada vez más extendida en los foros, facilitada por el anonimato de Internet (...) En el lado opuesto, también surgieron los usuarios que, de forma anónima, realizaban críticas despiadadas a libros escritos por gente hacia la que demostraban una obvia animadversión (...) Tanto las reseñas como los puestos en los rankings de Amazon.es o Casadellibro.com se han convertido en parámetros que condicionan el éxito de ventas de los e-books y, por ello, tanto las editoriales como, sobre todo, los escritores auto-editados, han elaborado toda clase de estrategias para hacer que sus libros escalen puestos en dichos ranking". Internet no ha hecho desaparecer ni el negocio del libro ni la crítica especializada, más bien ha convertido la crítica amateur en un oscuro negocio. Hay empresas que ofrecen reseñas en Amazon a cambio de dinero. Por ejemplo, GettingBookReviews.com ofrecía veinte reseñas favorables por quinientos dólares. John Locke, el primer escritor autoeditado que vendió un millón de e-books, contrató los servicios de esta empresa para conseguir hasta trescientas reseñas en distintas plataformas. 

El texto entrecomillado que aparece en este párrafo de Rendueles procede del artículo de Yayo Balbás "Negocio de reseñas 2.0", publicado en Cultura Libre.

martes, 22 de octubre de 2013

Goodbye, Amazon

Ya he confesado en muchas ocasiones mi insaciable librivorismo. Impulsado por él, a lo largo de los años he adquirido muchos libros en AMAZON. Me ha encantado moverme por sus estanterías virtuales, ojear (ya que no hojear) sus ofertas Hasta hoy. Goodbye, Amazon.
Empecé a tomar la decisión cuando, a principios de agosto, leí en El País una información titulada: "Amazon España desvía sus ventas a Luxemburgo para no pagar impuestos". La información contaba cosas como estas:
"Amazon, el gigante del comercio electrónico, ha reorganizado su actividad en España tras la compra de Buyvip y la apertura de su tienda online española. La compañía ha transformado Buyvip, su tienda de moda, en una empresa de servicios, la ha rebautizado como Amazon Spain Services y la ha adelgazado para llevarse las ventas a Luxemburgo, desde donde factura también el resto de sus productos. Copia con ello el esquema de su otra sociedad, Amazon Spain Fulfillment, que incluso se acoge al régimen de pymes para tributar menos gracias al reducido tamaño que tiene por no facturar sus ventas en España. La compañía fundada por Jeff Bezos, el magnate que acaba de comprar The Washington Post, admite abiertamente en su informe anual que paga menos impuestos sobre beneficios por sus operaciones europeas gracias a tener su base en Luxemburgo. La estructura que ha elegido para lanzar su tienda online en España responde a ese objetivo. Pese al éxito de su lanzamiento comercial, la filial de Amazon declaró en 2012 pérdidas contables de 54.329,8 euros, según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil". 

También lo hacen otras grandes compañías: Apple, Google, Sturbucks. Pero lo de Amazon me enfada especialmente: de Starbucks me quite hace mucho tiempo, con Appel no tengo ninguna relación, y lo de Google... bueno, esto tendré que hacérmelo mirar.Pero lo de Amazon me indigna particularmente.

Ahora acabo de terminar de leer la investigación de Jean-Baptiste Malet titulada En los dominios de Amazon, editada por Trama.  Merece la pena. Hay una afirmación en el libro que no comparto: "Cuando el lector compra sus libros en Amazon, elige, consciente o incoscientemente, ignorar el precioso papel que desempeña la librería como lugar de convivencia, de participación, de descubrimiento, de mestizaje y de encuentro. Pero también los empleos de los libreros cualificados que generan esta actividad comercial de proximidad". En mi caso, no ha sido así. Mi librivorismo sólo puede asemejarse a mi librerivorismo. Esta misma mañana he charlado sobre el problema de Amazon con mi librero de cabecera, y él me decía (mientras a su librería llegaba un paquete con el logo de la compañía) que el problema es que Amazon no cumple las reglas de  juego. Pero el libro de Malet sí me ha servido para conocer la existencia de una campaña en el Reino Unido promovida por la revista The Ethical Consumer, para protestar por la política de evasión fiscal que practica Amazon. Lo que proponen es no comprar en Amazon (hay alternativas) y, sobre todo, enviar a la compañía un mail explicando las razones de nuestro boicot.
Yo ya he decidido no volver a comprar un libro en Amazon. Y hoy mismo voy a escribirles un correo explicándoselo.
¡Tiembla, Amazon! O cambia...

lunes, 3 de junio de 2013

Gesto por la Paz

Acabo de comprar en Cámara los dos libros en los que Gesto por la Paz resume su historia.
No voy a leerlos aún. Por ahora disfruto de su tacto, de su cuidada aunque sencilla edición.
Hojearlos me hace revivir recuerdos que tienen más de 25 años.
Y hoy me inclino a pensar que Emily Dickinson tenía razón...



Temo a la persona de pocas palabras.
Temo a la persona silenciosa.
Al sermoneador, lo puedo aguantar;
al charlatán, lo puedo entretener.

Pero con quien cavila
mientras el resto no deja de parlotear, 
con esta persona soy cautelosa.
Temo que sea una gran persona.

domingo, 13 de enero de 2013

Dos libros errabundos

Dos últimas lecturas muy distintas, pero que coinciden (o las hago coincidir) en su carácter errabundo.
La primera es un ensayo de 970 páginas, la segunda una novela de 189. Empiezo por esta última.


Se trata de Las aventuras de un libro vagabundo, firmado por Paul Desalmand y publicado por Ediciones Destino en 2010. A lo largo de sus páginas un libro -el libro vagabundo al que hace referencia el título- nos cuenta su historia, desde su nacimiento el 17 de junio de 1983, a las 16:37, en la imprenta de La Manutention, en la localidad de Mayennee, hasta... bueno, hasta el final de la historia, dos décadas después (no quiero dar un spoiler).Compartiremos sus nervios mientras espera a ser distribuido, su primera (y frustrante) primera experiencia con las librerías, afortunadamente compensada con creces cuando llega a la librería Préférences, propiedad de "un librero de ensueño". Allí conocerá a lectores capaces de recorrer cien kilómetros "para pasar una hora o dos en ese pequeño espacio donde soplaba el espíritu", a escritores que se buscan a sí mismos en las estanterías, y allí será adquirido por primera vez.
Revendido a un librero de viejo nuestro protagonista disfrutará de interminables conversaciones nocturnas con los otros libros. Comprenderemos su miedo a la guillotina y al fuego, pero sobre todo a los malos lectores.
Comprado de nuevo, regalado, robado y revendido, conoceremos a sus lectoras y lectores: a Geneviève, experta del Banco Central de Desarrollo, con la que vivirá una mala experiencia en el Irán de Jomeini; a Próspero, vagabundo ilustrado con quien vivirá un año bajo los puentes del Sena; a Élodie y Jean-Marie, que se lo repartieron cuando estaban enamorados; o a Bakayoko, su último lector. Sabremos también el por qué de su aroma a Ambre Solaire...
En fin, un libro sobre los libros y sobre la lectura que me ha hecho disfrutar mucho. Gracias a Txetxu por otro ejercicio de serendipia, y a José Antonio, de Planeta, por ponerlo a mi disposición.
De los muchos fragmentos que he subrayado, comparto dos. El primero, un consejo para libreras y libreros:
"Un libro no es un producto cualquiera, como se ha repetido hasta la saciedad, ni una librería es una tienda cualquiera, al menos una librería digna de este nombre. Lo que más se le parece es una mercería como las de antes. O los drogueros de antaño, que conocían a todo el mundo y eran una autoridad en el barrio. La cuestión es que se teja una red de relaciones. La gente necesita ciertos productos, pero todavía tiene más necesidad de calor humano.
Por eso, hoy en día una librería que concilie la modernidad técnica y las prácticas de antaño, con un librero que conozca y ame los libros, que conozca y ame a sus clientes, tiene futuro, al menos en los barrios cuyos habitantes vivan con cierta holgura". Ojala sea así.
El segundo, la confirmación de una experiencia que creo común a quienes vamos acumulando libros:
"Uno de los misterios de las bibliotecas son los libros que desaparecen. Su propietario está convencido de que no lo ha prestado y no puede haber sido robado. Y, no obstante, resulta imposible encontrarlo. Desde que sé que los libros hablan, me pregunto si pueden moverse".


El otro libro errabundo es el titulado ¿Somos como moros en la niebla?, escrito por Joseba Sarrionandia y publicado por Pamiela en euskera y en castellano. Ensayo monumental, sus 1.303 notas dan fe del enorme trabajo de documentación sobre el que se ha construido.
"Entrada a la Casbah" es el título del capítulo introductorio y, ciertamente, su lectura nos introduce en un laberíntico entramado de callejuelas, repleto de puertas entreabiertas, donde es fácil desorientarse.
Si el pretexto del libro es la indagación sobre Pedro Hilarión de Sarrionandia, nacido en 1865 en el caserío de Barrenkuatze, en Garai, franciscano misionero en Tánger y autor de la primera gramática de la lengua amazigh (bereber), en su conjunto el ensayo de Sarrionandia contiene apuntes etnográficos, análisis sociohistórico,  exploración filológica y crítica política. Preguntado en una entrevista por el tema que vertebra una obra tan compleja, esta es la respuesta del autor:
"Es, fundamentalmente, un ensayo sobre qué es la política. Y sobre qué no es la política. Normalmente se le llama política a la imposición de toda una serie de relaciones de poder, por medio de la fuerza o mediante el establecimiento de cierta sordera visual entre la gente. La política ha sido y sigue siendo como un gran juego de hechos consumados y ejercicios de imposición en todos los ámbitos, en lo económico, en lo militar, en lo cultural. He tratado de revisar formas de establecimiento de ese poder, sobre todo desde mediados del siglo XIX hasta ahora, y me he esforzado en definir un concepto de política a partir de la idea inversa. La política sería la ausencia de esas imposiciones y sobredeterminaciones, a partir de que el ser humano es libre, es decir, debería ser libre para decidir lo que le atañe".

Esta orientación, y su aplicación expresa al caso vasco, se convierte en el tema de los capítulos XXXIII a XXXV, los últimos del libro.En ellos Sarrionandia expone una defensa de la autodeterminación nacional que quiere normal y desdramatizada: "Hay quienes creen que los vascos o los bereberes son diferentes porque poseen una identidad colectiva. Así lo creen incluso algunos vascos y bereberes. Pero lo cierto es más bien lo contrario: precisamente el hecho de tener una identidad colectiva les hace parecerse a los demás". Tan parecidos a los demás -españoles, franceses o marroquíes- que no reclaman nada original: "Los vascos, con exiguos medios y una pasmosa falta de imaginación, no plantean, ni siquiera los más radicales, sino una cosa tan común que ya la tienen españoles y franceses: una mera nación-estado propia".
Aunque, como en la cita precedente, por la forma de expresarse en ocasiones no lo parezca, Sarrionandia es consciente de que entre los vascos hay posiciones muy distintas al respecto: hay quienes dan por imposible un estado independiente, quienes consideran que no vale la pena, quienes lo creen posible e imprescindible. Sarrionandia considera que esos puntos de vista no están condenados al enfrentamiento y que es posible un plan de viaje compartido y un barco donde quepan todos:
"El sujeto de la autodeterminación es plural, además de incierto. Los cuatro puntos de vista parecen diferentes y contradictorios, pero también se pueden considerar complementarios. Se trata de que nadie nos obligue a ser lo que nunca hemos sido, ni seremos y, además, no tenemos ninguna obligación de ser".
¿No estamos ante una versión de aquel "no imponer, no impedir", de Josu Jon Imaz? Si así fuera, echo en falta la acreditada capacidad crítica de Sarrionandia aplicada a la historia del abertzalismo radical. Porque, entre la niebla, queda oculta la cuestión de la violencia vasca. "El vasco que quiera andar por espacios españoles o franceses tiene que demostrar que es 'moro de paz'. Y no 'moro' de guerra, y el distingo no tiene nada que ver con lo bélico". ¿De verdad que no? Por supuesto que para muchas personas el grito "¡ETA no, vascos sí!" nunca fue más que un eslogan táctico. Pero el terrorismo de ETA ha estado construido con los mismos materiales que Sarrionandia critica, con toda razón, en el caso del colonialismo, el imperialismo o el franquismo. Y aún sigue muy vivo todo aquello que había antes de la violencia y que no ha desaparecido con el final de esta.
En todo caso, me parece muy destacable esa perspectiva pragmática, constructivista, desde la que Sarrionandia plantea la construcción nacional vasca: "En lugar de imitar los excluyentes modelos predominantes, la España 'porque sí' de siempre, el patriotisme républicain francés o el my country right or wrong anglosajón, los vascos tienen la ventaja de poder proponer en su discusión y en su decisión una nación, una ciudad, que no está impuesta y ni siquiera está definida". Como afirma al concluir el libro: "No somos moros, tampoco vascos. Y, como no somos nada, podemos decidir qué queremos ser, y qué queremos hacer. No somos nada más que lo que hagamos".

domingo, 6 de enero de 2013

La memoria de los vencidos

"Basta con unos pocos para que la memoria de los vencidos no se hunda en la nada".

Lo tenía entre mis "reservas" desde hace más de un año; creo recordar que fue una de mis últimas compras en La buena vida. Lecturas más recientes, más urgentes o más fáciles iban relegándolo, hasta que en estos días he podido disponer del tiempo y la calma necesarios para acometer su lectura.
Publicado por primera vez en Francia en 1990, en La memoria de los vencidos acompañamos a su protagonista, Alfred Barthélemy, entre los años 1899 y 1985. Huérfano, niño de la calle, acogido por una joven comunidad de militantes anarcosindicalistas, educado a través de las lecturas realizadas en una vieja librería de la Rue Monsieur-le-Prince (su primer libro será Los Miserables), por sus páginas transitan Lenin, Trotsky, Bujarin y Stalin, Alexandra Kollontai y La Pasionaria, Kropotkin, Durruti, Andreu Nin y Federica Montseny, Jaurès y Sorel. Pero también Péguy, Gorki, Berdiaev, Aragon y Malraux.

Siguiendo los pasos de Fred asistiremos en primera persona a la Revolución Rusa y a la Guerra Civil española, escenario de una lucha feroz entre dos maneras de concebir y practicar la revolución: el comunismo y el anarquismo.La victoria de los primeros significará la derrota de los segundos, esos vencidos a cuya memoria se consagra la novela de Michel Ragon; y significará, sobre todo, la derrota de la posibilidad misma de una revolución libertaria en Europa. Fred será testigo de esta derrota y cronista temprano de la deriva saturniana del bolchevismo soviético, cáncer del proyecto emancipador:
"Ahora, cada noche, una vez acostada Mariette, Fred ponía un cuaderno en un rincón de la mesa y escribía; describía todo lo que había vivido en Rusia, el entusiasmo de los primeros años de la revolución, el desencanto que le sucedió, la instalación del habitual aparato de Estado, la burocratización, la militarización, el universo carcelario, las rivalidades entre los jefes del Politburó, la marginación de la oposición... Recordaba lo que  Vergniaud, el líder de los girondinos, había dicho de la Revolución Francesa cuando llegó el Terror: 'Saturno devorando a sus hijos'. Quería titular así su libro. La revolución rusa también era como Saturno  devorando a sus hijos. El ogro bolchevique, después de haber engullido voraz a todos sus adversarios, devoraba ahora a quienes le habían hecho ogro. El ogro se devoraba a sí mismo".

La novela contiene una segunda línea argumental, una historia de amor fou que vincula a lo largo de todos los años en los que transcurre el relato a Fred y a Flora.
Y contiene, también, un mensaje de esperanza que surge entre tanta derrota y tanta traición a los ideales revolucionarios: "Habría que esperar todavía mucho para que naciera una nouvelle gauche, una nueva izquierda en los años 60, pero ahí estaba la brecha".

Recomiendo su lectura. No es una lectura sencilla, pero se trata de un ejercicio de memoria que une, a su calidad literaria, una reivindicación apasionada de la libertad y la moral como señas de identidad de cualquier proyecto de transformación de la realidad.  


La memoria de los vencidos, de Michel Ragon

jueves, 27 de diciembre de 2012

Librería Cámara

Re-opening de la Librería Cámara. Una librería de las de siempre, de las que ya quedan pocas en Bilbao, que no deja de repensarse. Esta tarde-noche nos invitaban a acompañarles.

Sólo he podido pasarme un ratito: esta ha sido una tarde dura, tres horas y media de reunión muy poco literaria y demasiado aritmética, con pocos cuentos y muchas pero que muchas cuentas. Por cierto, no todas exactas.
Pero no quería dejar de asistir: es mi librería de referencia.


Mucha gente, gran ambiente, una copa de vino, buena compañía.

Los libros se han contagiado del ambiente y mientras la mayoría se mantenían, como es de esperar, alineados y firmes en las estanterías, otros volaban sobre nuestras cabezas.



Charla con Txetxu, siempre tan agradable. Como en otras ocasiones, en nuestra conversación ha salido Erri de Luca, uno de sus regalos, que tantas satisfacciones me está reportando. No diré nada más... por ahora.


Al marchar me llevo conmigo los poemas de Emily Dickinson que acaba de editar Sabina Editorial.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Hotel del Norte


Me lo recomendó hace un mes Iñaki, en la Librería Cámara, pero esa tarde ya me habían guiñado sus hojos (con hache de papel) un buen montón de libros, así que lo dejé para otro día. Ese día llegó antes de lo esperado en la forma de inesperado regalo. ¡Gracias!

Hotel del Norte es una novela de Eugène Dabit, publicada en 1929. Su lectura me ha hecho sentirme como el personaje de James Stewart en La ventana indiscreta, observando las vidas de la pobre Renée, víctima de su amor romántico siempre mal orientado, del viejo Deborger y el machito Julot, de las familias Ramillon y Chardonnerau, de las hermanas Pellevoisin, condenadas a una vida de soledad compartida, del feliz cornudo Marius Pluche, de Raoul Farges, artista dramático y pícaro, del agitador Bénitaud... Son decenas las personas que pasan por el Hotel del Norte, llevando consigo toda su vida; algunas se instalan en una de sus habitaciones de manera permanente, otras sólo se quedan unos días. Pero todas ellas entrecruzan sus pasos, sus sueños, sus tragedias, en los mismos pasillos. Y el lector, que empieza a pasar las hojas del libro como un voyeur, acaba por sentir que es uno más de ese montón de náufragos arrojados a ese hotel en las orillas del canal Saint-Martin.

La novela de Dabit sirvió para rodar en 1938 una película del mismo título, de 1938 Ahora toca localizarla, ya que lo que he leído sobre ella me parece muy sugerente.


Por cierto, el Hôtel du Nord que da título tanto a la novela como al largometraje, existe y fue salvado de la demolición y declarado Monumento Histórico de Francia gracias a la relevancia obtenida como escenario literario y cinematográfico.





miércoles, 27 de junio de 2012

Economía no monetaria

Hoy teníamos reunión con la asamblea de Gentes del Mundo para hablar sobre el Pacto Social por la Inmigración.  Buenas gentes y muy buena reunión.
Antes de la reunión me he dejado caer por la Librería Cámara. Charleta siempre agradable con Javier, he salido con cuatro libros nuevos en mi mochila y uno más, sorpresa agradabilísima por muchas razones: el quinto tomo de Juego de tronos, promesa de horas y horas de disfrutona lectura.
Al salir, un anuncio en el escaparate de la librería me hace reir.

lunes, 23 de abril de 2012

¿Día del Libro? Dos, como los huevos (fritos)

Si Txetxu -¡maestro!- reivindica un Día de la Lectura en lugar del Día del Libro yo sólo puedo decir: amén.
Pero uno, librívoro al fin y al cabo, se aferra al objeto material como un naufrago a su tabla y no es capaz de separar contenido y continente, idea de papel, lectura de libro.
Y sólo aspira a que el de hoy sea, como en aquel chiste de los huevos fritos, un día de libros...
[-"¿Cómo quieres el huevo?". - "Fritosssss"].

Me gusta que los libros compartan mi vida, me acompañen, callejeen, trabajen y duerman en mi compañía, se rocen con las venturas del día y los caprichos del tiempo, acepten citas conmigo a horas "imposibles", ronroneen con la gata al pie de mi cama, o se arrastren con ella en la hierba, doblen un poco la punta de sus páginas en la hamaca de verano, se pierdan y se encuentren de nuevo. Los libros son para mí más unos amigos que unos servidores o unos maestros. Por eso prefiero a las bibliotecas las tiendas de las que uno sale con un amigo bajo el brazo, las grandes o pequeñas librerías, y los miembros de su familia, librerías de viejo, librerías especializadas, bouquinistas de los muelles, ferias de libros de ocasión...
[Claude Roy, El amante de las librerías, José J. de Olañeta, 2011].

jueves, 26 de enero de 2012

El amante de las librerías

Ayer me hicieron un regalo muy especial: un librito de Claude Roy, uno de esos ejemplares que tan exquisitamente edita desde Palma José J. de Olañeta, titulado El amante de las librerías. Del mismo reproduzco el siguiente fragmento:

La conversación en la librería no es solamente ese intercambio de palabras que se teje entre la librería, los vendedores y los clientes, sino esa conversación muda que uno tiene con las "novedades" y las resurrecciones, con los libros del día y los libros "de fondo", con ese conciliábulo de personas encuadernadas en rústica o en plena piel o simil piel, que en plena noche, cuando la tienda está cerrada, continúan conversando en silencio. Sucede incluso, si uno pasa por allí hacia las tres de la madrugada, que, a pesar de los cristales gruesos y los parachoques del escaparate, oye los ecos de un altercado.

Y nada más leerlo busco un vídeo que también me quiso mostrar -aunque sin éxito- la persona que me ha regalado el libro...

jueves, 10 de marzo de 2011

Refugios


Por lo visto llevaba demasiado tiempo sin dirigir mis pasos hacia Malasaña.
El lunes, de manera inesperada, di con uno de esos maravillosos refugios que Madrid, ella misma ciudad-refugio, nos ofrece a los librívoros que la habitamos a tiempo parcial.
Se trata de la libreria TIPOS INFAMES, subtitulada "Libros y vinos".
Y eso es lo que nos encontramos al cruzar sus puertas: libros, bastantes y buenos, vinos -que aún no he catado-, cafés y, sobre todo, un espacio acogedor que invita a demorarse.


Inaugurada el pasado octubre, ya se ha convertido en una de las referencias de mi particular cartografía de la ciudad.
Se añade a otras, como LA BUENA VIDA, "Café del libro", en la que, sí, bastantes libros y alguna cerveza han caído ya.
El librívoro encuentra en esos lugares refugio y alimento. Cuerpo y espíritu se hermanan como si este fuera su estado natural. Se encuentra en ellos como en casa.
El lunes compré en Tipos infames el último libro de Tony Judt, titulado precisamente El refugio de la memoria. Judt forma parte de otra cartografía, de mi cartografía ética y política. En ese libro encuentro esta luminosa reflexión sobre la política y los políticos de la Europa de la posguerra, de quienes destaca su virtud de la austeridad, y su contraste con nuestros días:

La austeridad no era solo una circunstancia económica: aspiraba a fomentar una ética pública [...]. La seriedad moral en la vida pública es como la pornografía: aunque difícil de definir, sabes que lo es cuando la ves. Describe una coherencia entre intención y acción, una ética de responsabilidad política. Toda política es el arte de lo posible. Pero el arte también tiene su ética [...].
Lo contrario de la austeridad no es prosperidad sino luxe et volupté. Hemos sustituido utilidad pública por comercio sin límites, y no esperamos de nuestros líderes aspiraciones mayores. Sesenta años después de que Churchill solo pudiera ofrecer "sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor", nuestro muy señor presidente de la guerra -a pesar del hiperventilado moralismo de su retórica- no podía pensar en nada mejor en el despertar del 11 de septiembre de 2001 que en pedirnos seguir de compras. Esta visión empobrecida de la comunidad -"unidos en el consumo"- es todo lo que nos merecemos de los que ahora nos gobiernan. Si queremos mejores gobernantes tendremos que aprender a pedir más de ellos y menos para nosotros. Un poco de austeridad estaría bien.

Pedir más de ellos y menos para nosotros.
La exigencia del ciudadano, no la del cliente, la del consumidor.

La austeridad como refugio para una política distinta. Cuartel de invierno donde recuperar una cierta cordura cívica que alumbre una nueva primavera democrática.

miércoles, 13 de enero de 2010

Librerías

Cada cual se construye sus propios mapas de los espacios urbanos por los que transita con alguna habitualidad, convirtiendo determinados lugares -esa pequeña y recogida plaza, ese café tranquilo, esa calleja poco frecuentada...- en hitos o referencias que hacen de las ciudades más grandes territorios familiares.
Mi GPS urbano particular tiene una especial querencia por las librerías, especialmente por las que trabajan el libro viejo, usado o de ocasión.

En Madrid hay muchas, y todas mis caminatas por la ciudad pasan siempre por algunas de ellas.

Como La Tarde, en Montera.

O como la malasañera Arrebato.

En su escaparate puede leerse:

miércoles, 28 de octubre de 2009

Books & coffee



Otra joyita para los amantes del libro de segunda mano: J&J.

Libros en inglés: de ensayo (bastantes) y de ficción (montones), a mayoría en excelente estado de conservación.
En mi última incursión he encontrado libros como Postmodern Geographies, de Edward W. Soja (en castellano puede leerse su Postmetrópolis, en Traficantes de Sueños), The Quest for Community de Robert Nisbet y una novela de la serie "Spenser" -Potshot- de Robert Parker.


Libros, sí, pero también café, como reza el letrero. O cerveza. Y hasta una ajustada pero resultona carta, por lo del primum vivere.




Se encuentra en la calle Espíritu Santo 47, entrada a Malasaña desde San Bernardo. En Madrid, sí.

viernes, 7 de agosto de 2009

El poder del perro

Le había echado el ojo pero no me decidia a comprarlo. La insistencia de Javier me hizo, por fin, llevármelo. Ayer mismo se lo decía: leí las últimas 100 páginas con agonía. Nunca he tenido tantas ganas de terminar un libro, me sentía absolutamente agobiado por el destino de Nora.
En la presentación, Rodrigo Fresán lo describe así:

"El poder del perro es un thriller sanguíneo y sangriento y sanguinario -advertencia: algunas de sus escenas de torturas harían palidecer hasta al más curtido San Peckinpah- con aceitada mecánica de tragedia, donde todos aullan y también usan los dientes, y donde un hombre solo -como aquel perturbado y perturbador príncipe dinamarqués- comprende que hay algo que huele a podrido en México y en sus cercanos y distantes alrededores que, no importa que incluyan hasta el Hong Kong de los traficantes de armas, nunca están lejos".

Es esto y es más, mucho más.

Son tres décadas de historia desgarrada de México (en palabras de Porfirio Díaz, "tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos") y de Centroamérica; de operaciones anticomunistas encubiertas -antes yonquis que rojos- en las que se ampara a auténticos monstruos ("Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta", como dijera Roosevelt de Anastasio Somoza); con curas comprometidos y nuncios maquiavélicos, policías corruptos y policías implicados hasta la muerte en la cruzada contra la corrupción; con la mejor colección de malos buenos y de buenos malos que he visto nunca; con un héroe trágico, Art Keller , habitando el lado más salvaje de la vida.

El poder del perro es, sobre todo y de verdad, "una de esas novelas en las que uno se va a vivir mientras las lee" (Fresán). Guau.