sábado, 27 de abril de 2024

Osebol: Voces de un pueblo sueco

Marit Kapla
Osebol: Voces de un pueblo sueco
Traducción de Carmen Montes Cano
Capitán Swing, 2023

"Cuando una era joven
y había un montón de gente a la que preguntar
no me interesaba mucho.
Ahora que he empezado a pensar
un poco en mis antepasados...
ya no queda nadie a quien preguntar".


Osebol es un diminuto pueblo de apenas 100 habitantes, situado en el medio oeste de Suecia, en la frontera con Noruega. Nacida allí en 1970, Marit Kapla da voz a una Suecia vaciada que envejece, se despuebla y muere. Antes de que sea demasiado tarde. Para ello, entre 2016 y 2017 se dedicó a entrevistar a casi una cincuentena de sus habitantes, la mayoría originarios de la localidad, algunos procedentes de otros lugares, también del extranjero. 

El resultado es una sucesión de voces que se expresan sin que la autora se deje notar de ninguna forma, cada una aportando su propia reflexión. Voces de mujeres y hombres, voces jóvenes y ancianas, voces que, en algunos casos, abandonaron el mundo al poco de participar en el proyecto. Voces que hablan de comunidad ("Si vas a cualquier otro sitio no te conoce nadie") y ayuda mutua ("Nada funciona si nadie arrima el hombro y ayuda"), de silencio ("Había un silencio absoluto") y naturaleza ("Siempre estoy deseando que llegue el otoño que es cuando puedo recoger bayas"), de la guerra ("Una noche los rusos se llevaron a mi padre porque creían que había escondido armas").

También de temas que parecen universales cuando escuchamos las voces del mundo rural, lo mismo en Suecia que en España: del lobo ("No soy ningún fanático pero no quiero lobos"), del recelo hacia la inmigración de los países árabes ("Lee el volumen siete de Carl Grimberg sobre las migraciones y comprenderás lo que va a pasar aquí. Los musulmanes no encajan con los cristianos") y hacia el turismo urbanita ("Al utilizarla como casa de vacaciones en realidad estás fomentando la despoblación"), sobre la soledad de las personas mayores ("Lunes, miércoles y viernes tenemos entrega de comida. Es para los que no pueden hacerse la comida"), sobre el feminismo ("Los hombres salen perdiendo con la igualdad en mi opinión"), sobre la falta en empleo ("Aquí no hay trabajo. No hay muchas opciones") y la pérdida de servicios públicos ("La cuestión es cuántos años más seguirá aquí el colegio")...
 
Cada entrevista se presenta con una forma tal que hace que parezcan poemas y, de alguna manera, a medida que se avanza en el libro el ritmo de lectura se vuelve más propio de la poesía que de la prosa:
 
"Lees en los periódicos
lo de los barcos que cruzan el Mediterráneo
y todo lo que pasa
pero no llegas a asimilarlo
a pesar de todo no lo entiendes.
 
Y de pronto te ves sentada
enfrente de una madre que ha estado ahí
y que de verdad ha tenido que agarrar
a su hijo de dos años
para que no cayera al agua.
 
Entonces se convierte en una realidad"

 
"Yo siempre iba a su casa en Nochebuena
desde que me quedé solo.
 
Él venía y me decía
esta noche te vienes 
a cenar con nosotros.
 
La Navidad pasada no tuve fuerzas
porque iba doblado.
 
Me dolía una barbaridad.
 
Y tenía escalofríos.
 
Me quedé sentado delante de la lumbre.
 
Los gatos me miraban
preguntándose qué era lo que pasaba.
 
Temblaba como una hoja de álamo".

miércoles, 24 de abril de 2024

El gato y la ciudad

Nick Bradley
El gato y la ciudad
Traducción de Daniel Casado Rodríguez
Letras de Plata, 2023

"A veces me da la sensación de que toda la ciudad es un organismo enorme. Es como un ser humano del que todos formamos parte, solo que estamos restringidos por las carreteras, los canales, los túneles y los trenes.. Es como si nuestros respectivos caminos estuvieran dispuestos delante de nosotros y no hubiera ningún modo de desviarnos de ellos. Eso es lo que hace que el gato sea distinto de nosotros. Puede subir y bajar de los trenes cuando le viene en gana, mientras que nosotros, los humanos, estamos atados al destino de la ciudad, y nadie puede escapar de su agarre. Me gustaría hacer las maletas e irme a vivir al campo, pero no puedo. Estoy atrapado. Parvulario, primaria, instituto, bachillerato, universidad, prácticas, de las prácticas a un trabajo fijo, del trabajo fijo a la jubilación, y de la jubilación a la muerte. Esa es mi vida, ya establecida delante de mí. De mí y de todos esos millones de personas a las que veo cada día. La ciudad nos necesita, y nosotros a ella. Una simbiosis de lo más jodida".


Una joven, Naomi, se presenta un día ante la puerta de Kentaro, un tatuador que sigue el método tradicional, el tebori, con una sorprendente petición: que grabe en su espalda un detalladísimo mapa de la ciudad de Tokio ("tenía que trabajar en porciones pequeñas y consultar sin parar una porción con bastante zoom en su móvil"), sin gente. Pero una ciudad sin gente no es una ciudad, piensa Kitaro, que decide incorporar al tatuaje una criatura viva sin que lo sepa su clienta:

"Había dicho que no quería ninguna persona. Los animales no eran personas, ¿verdad?
Sonrió para sí mismo y trazó un gatito, tan solo dos gotitas de color, como un gato tricolor, justo delante de la estatua de Hachiko, el perro en Shibuya. Y entonces siguió con su trabajo".

Un trabajo que continúa semana tras semana, metódicamente, un día representando los cerezos en flor del parque Ueno, otro el edificio Nakagin  en el distrito de Ginza, hasta que un día...

"Cuando Kentaro estaba a media tarea de colorear el tatuaje, desvió la vista a la sección de Shibuya que ya había completado. Vio la estatua de Hachiko el perro y pasó por las calles comerciales de Harajuku, pero entonces algo se le pasó por la cabeza y volvió a mirar la estatua.
El gato había desaparecido.
Parpadeó y meneó la cabeza. Tal vez el cansancio se estaba apoderando de él por fin. Sin embargo, cuando miró otra vez: no, el gato ya no estaba allí".

Aquí comienza una preciosa historia de vidas entrecruzadas en una megalópolis como Tokio, observadas por los ojos de un gato tricolor que, si la estadística no engaña, lo más probable es que fuera una gata.

"¿Qué habrán visto aquellos ojos verdes? ¿De dónde habría salido aquel gato? Se imaginaba todos los secretos y mentiras que había conocido, todo lo que hacían los humanos cuando creían que nadie los veía".


martes, 23 de abril de 2024

Día del libro

 


Lecturas recomendadas en los últimos años. Por si se acaban las sugerencias...

  • https://imanol-zubero.blogspot.com/2024/01/libros-recomendados-en-2023.html
  • https://imanol-zubero.blogspot.com/2023/01/libros-recomendados-lo-largo-del-ano.html
  • https://imanol-zubero.blogspot.com/2021/12/lecturas-recomendadas-en-2021.html
  • https://imanol-zubero.blogspot.com/2020/12/lecturas-recomendadas-en-2020.html

lunes, 22 de abril de 2024

Tener y no tener

Tenemos, se dice, un parlamento nacionalista, y así es: 54 de 75 escaños, el 72 por ciento. Pero va a ser el parlamento vasco que menos soberanismo se proponga impulsar. Salvo el soberanism as usual que constituye la base de ese “nacionalismo banal” (Billig) que va formateando a una sociedad vasca satisfecha que no parece dispuesta a embarcarse en nada parecido a un “prozesua” pero que sí corre el riesgo de consolidar rasgos nativistas que ya van generando demasiadas heridas, sobre todo a los sectores sociales económica y culturalmente más vulnerables.
 
PNV y EHB son dos poderes que, hoy por hoy, se anulan mutuamente: el PNV no puede competir en soberanismo con Bildu mientras que Bildu debe competir en institucionalismo gestor con el PNV si quiere seguir penetrando en su electorado. Es seguro que en la sala de máquinas del PNV alguien se estará preguntando si conviene marcar perfil soberanista para recuperar electorado, pero sería un error: los muy cafeteros, esos que en anoche gritaban “Independentzia!” como si se hubieran equivocado de ciclo, ya tienen a Bildu, y aquí el PNV tiene poco que rascar. Su fuerza de ayer y su debilidad de hoy están en la gestión eficaz de lo cotidiano, de la economía y de los servicios públicos, no en su superación. La apelación del candidato Pradales a “no poner en riesgo todo lo construido” es la mejor explicitación de su modelo político de construcción nacional.    

Anoche la militancia de Bildu gritaba “Independentzia” como un pueblo (por fin) elegido que  se asomaba a la tierra prometida. ¿Aguantará cuatro años conteniendo esta pulsión constitutiva, haciendo oposición social a lo Matute no en Madrid, donde tan fácil resulta y tantos beneficios políticos reporta, sino en “esta parte del país”, como se he dedicado Otxandiano a calificar a la Euskadi estatutaria durante toda la campaña? Pues habrá que verlo. El sirimiri ya se ha convertido en lluvia, lo que supone un indudable éxito estratégico de Bildu. Pero es más fácil aguantar el sirimiri que la lluvia, que querrá convertirse en aguacero para ser, cuanto antes, mar. Porque la cosa no es esperar cuatro años para convertirse en mar al quinto, con seguridad, sino aguantar cuatro sabiendo que igual hay que volver a aguantar otros cuatro… cantando bajo la lluvia.

También se dice que tenemos un parlamento mayoritariamente de “izquierdas”: 40 de 75 escaños, el 53 por ciento. Pero también en esto la aritmética y la política van cada una por su lado. Habrá coincidencias puntuales entre EHB, PSE y Sumar, pero nada más. Nunca hubo opción de un gobierno formado por Bildu y PSE. A pesar de que todos los medios de comunicación han alimentado la expectativa, unos para movilizar el voto derechoso, otros supongo que para llenar páginas y ocupar minutos de tertulia dando pábulo a una posibilidad sólo un poco menos creíble que lo del Monstruo del Lago Ness. No sé si la habrá algún día, cuando pasen los ciclos, pero el momento no es ahora.

Y hablando de izquierdas, está lo de Sumar y Podemos. Una derrota por incomparecencia, que es la peor de las derrotas. El quinto espacio es un territorio que no presenta secretos sobre su caracterización: unas decenas de miles de mujeres y hombres (muchas menos que las 316.441 que votaron Podemos en las generales de 2015 pero muchas más que las 58.771 que ayer votamos a Sumar o a Podemos) que quieren una izquierda sobre todo callejera, ciudadana, que luche por estar en las instituciones, pero sin que este sea el objetivo fundamental; una izquierda más “civitante” que militante, más gramsciana y luxemburguista que leninista, comprometida con el cambio cultural desde la base, desde la presencia comprometida en las organizaciones de la sociedad civil; una izquierda cotidianamente feminista, antirracista, anticapitalista; y una izquierda federalista, que se niega a jugar en el campo de los nacionalismos si no es para cuestionarlos. Porque la izquierda nacionalista es siempre más nacional que izquierda, más etnocrática que democrática. Me asombra que Podemos y Sumar sólo hayan coincidido en equivocarse al proponer, ambas dos, un gobierno con Bildu. 

Tras la Copa Histórica el Empate Histórico. En el libro Condiciones de la libertad Ernest Gellner cuestiona con tanto acierto como ironía la práctica de la «sobresacralización de lo inmanente» característica del comunismo soviético. Sacralizando todos los aspectos de la vida social -desde una cosecha récord hasta un parto múltiple-, se privaba  a las personas de un refugio al que recurrir en los periodos de entusiasmo disminuido. Periodos así son inevitables ya que muy pocos individuos (y ninguna colectividad) pueden permanecer en un estado de permanente exaltación. Y concluye: «Al sacralizar este mundo privó a los hombres de ese contraste necesario entre lo elevado y lo terreno, y de la posibilidad de escaparse a lo terreno cuando lo elevado se encuentra en animación suspendida. El mundo no puede soportar el peso de tanta santidad», concluía. Y eso es tan cierto en aquella Rusia como en esta Euskadi.

Ahora toca gobernar (a unas) y oposicionar (a otras). Ojalá unas y otras lo hagan poniendo en práctica una política profana y descreída como la que elogiaba Daniel Bensaïd. Al servicio de la gente. Aquí lo dejo por hoy, que tengo que presentar un libro sobre La utilización política de la Biblia. Hablando de sacralización de lo inmanente…

domingo, 21 de abril de 2024

De Arraba a Atxulo

Mañana luminosa pero muy fría. He salido de Pagomakurre a las 8:15 en dirección a Arraba, a donde he llegado a las 8:45.
 



Aldamin y Gorbeia desde Arrabako Atea.
 
Lekanda, la primera cumbre de hoy.


Hacia el paso de Igalerantz, una de las entradas a Itxina.
Arraba a los pies del Gorbea, desde Igalerantz.




Gorbea desde Lekanda (1.309 m.). Eran las 9:15 h.
Cordal hasta Atxulo.
Pagozabal (1.305 m.), a las 9:25.
 
Igalirrintza (1.304 m.), a las 9:35 h.




Arranbaltza (1.253 m.) / 9:45 h.
El terreno combina el karst, afilado y roto, y las hoyas arboladas cubiertas de hojas muertas. El camino es un  continuo sube y baja, muy entretenido, pero hay que prestar mucha atención a cada paso.











Asparreta (1.186 m.) / 10:25 h.














A las 11:15 de vuelta a Pagomakurre.