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viernes, 3 de marzo de 2023

El mismo camino andamos

Germán García Marroquín
El mismo camino andamos. Papeles para la construcción de un movimiento por los derechos de las personas refugiadas
Bellatera Edicions, 2022


"No caben todos, es el mensaje sobre migración que apunta convertirse en comodín entre los políticos para los próximos meses (o años si nadie lo remedia); me refiero a los políticos que rechazan a las personas migrantes, pero que no quieren que se les note, que son la mayoría (las concertinas y la prohibición de rescatar en el Mediterráneo aguantan el paso de los gobiernos conservadores y socialdemócratas).
Una frase muy breve con un calado muy hondo. No caben todos viene a decirnos que, por encima de la posición moral que se tenga sobre acoger migrantes, no es posible; cuestión zanjada. Apela al sentido común oponiéndolo al sentimiento de solidaridad que despiertan en buena parte de la sociedad las personas migrantes"
.


Este es un libro absolutamente inseparable de su autor y del movimiento social desde el que surge. El autor es Germán García Marroquín, uno de los imprescindibles (en el sentido brechtiano del término) del ecosistema vasco de luchas sociales y políticas. El movimiento social es Ongi etorri Errefuxiatuak Bizkaia, plataforma para la defensa de las personas migrantes y refugiadas. Es, por ello, un libro auténticamente colectivo, tanto por su origen como por su destino.

En sus páginas encontramos documentos elaborados para su debate en Ongi etorri, artículos de prensa, textos de charlas y conferencias. Son escritos profundamente políticos pero también, muchos de ellos, son escritos luminosamente poéticos: destaco entre estos el titulado "Por el derecho a migrar y los derechos de quienes lo hacen", por el que transitan García Lorca, Whitman, Machado y Celaya, agrupados desde la convicción expresada por el autor de que "para la construcción de un mundo menos horrible, espero más de los poetas que de los políticos".

El conjunto es un libro-camino por el que transitar dejándonos tocar y, a veces, sacudir, por la pasión ética y política de un autor y de un movimiento social que nos reclaman en la calle para hacer verdad eso que tantas veces proclamamos: que la dignidad humana no se discute ni se relativiza, que es intrínseca a cada ser humano. Todas somos homo migrans, hermanas y hermanos migrantes (Chamoiseau), hijas e hijos de un arameo errante. Por eso: 

"No podemos justificar la represión y la negación de derechos de las personas migrantes. No debemos relacionarnos con estas personas como víctimas o como ilegales. Son sujetos de derecho, que saben por lo que luchan y saben cómo luchar por ello. Debemos luchar a su lado, no hay mejor camino para defender los derechos de los que disfrutamos que luchar para que sean derechos de todas las personas".

Ojalá leamos este libro con la misma intensidad con la que ha sido escrito por Germán y practicado por las mujeres y hombres que conforman Ongi etorri Errefuxiatuak.

jueves, 2 de febrero de 2023

Humanidad, ciudadanía y refugio: nada humano nos esa ajeno

Amaia Izaola Argüeso (Coord.)
Euskadi es un refugio. Los derechos humanos y su universalidad ante el reto de los desplazamientos forzados
Amaia Izaola Argüeso, Patricia Bárcena García, Xavier Bosch Llufriu, Lorenzo Cachón Rodríguez, María Del rio, Encarnación La Spina, Gorka Urrutia Asua, Imanol Zubero


La Declaración Universal de los Derechos Humanos cumplirá, en el año 2023, 75 años, pero aún queda mucho camino por recorrer. Por este motivo, en este libro se reflexiona sobre los derechos humanos y su universalidad ante los retos de la acogida a las personas refugiadas y migradas que llegan a Euskadi. En ocasiones, lo hacen como consecuencia de conflictos bélicos, como el que ahora mismo sufre Ucrania, pero las razones son muy diversas; en todo caso, se trata siempre de situaciones en las que se producen o de las que se derivan graves violaciones de los derechos fundamentales, especialmente de las personas más vulnerables: mujeres, infancia, personas empobrecidas. Cuando estas se ven forzadas a desplazarse de sus lugares de origen y residencia, se encuentran, casi siempre, con dificultades enormes para encontrar el refugio y la protección que necesitan. En su conjunto, los textos que componen este libro suponen una importante aportación a la reflexión sobre la relevancia actual de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y su vigencia en relación con los desplazamientos forzados y el refugio, así como con la convivencia y el asentamiento de las personas desplazadas.


AQUÍ puede leerse mi aportación al libro.

viernes, 29 de julio de 2022

Pasar, cueste lo que cueste

Georges Didi-Huberman y Niki Giannari
Pasar, cueste lo que cueste
Traducción de Mariel Manrique
Shangrila, 2018


"Tenías razón.
Los hombres olvidarán estos trenes
como olvidaron aquellos otros.
Pero la ceniza
recuerda".
 
 
Así comienza el poema de Niki Giannari "Unos espectros recorren Europa", con el que se abre este libro. Un texto poderosísimo, un salmo laico, un retumbar de pasos sobre la tierra embarrada, un sacudir de alambres, un repicar de voces reclamando pasar, solo pasar. "Aquí, en el parque cerrado de Occidente, / las naciones sombrías amurallan sus campos / de tanto confundir al perseguidor y al perseguido", denuncia Giannari. "Pasan y nos piensan. / Los muertos que hemos olvidado, / los compromisos que asumimos / y las promesas, / las ideas que amamos, / las revoluciones que hicimos, / los sacramentos que negamos, / todo volvió con ellos".
 
Este poema es el eje vertebral del documental del mismo título realizado en 2016 por la poetisa, junto con su amiga María Kourkouta, en el que se testimonia la realidad de la vida de las miles de personas procedentes de Oriente Medio, sobre todo de Siria, refugiadas en el campo de Idomeni, en la frontera entre Grecia y Macedonia. Allí, junto a una estación de ferrocarriles por la que circulaban sin obstáculos los trenes cargados de mercancías, miles de personas refugiadas se apiñaban retenidas en condiciones inhumanas.
 
Con la lucidez y sensibilidad que le caracterizan, Didi-Huberman analiza el documental y, a partir de él, disecciona y denuncia la gravísima "crisis política de las instituciones jurídicas de hospitalidad occidental", componiendo un texto que debería formar parte del botiquín de emergencia de toda aquella persona o entidad que quiera combatir la creciente insensibilización de nuestras sociedades ante el dolor de las demás.

domingo, 5 de mayo de 2019

El abrazo de los pueblos - Herrien Arteko Besarkada

Respondiendo a la iniciativa mundial 5M EL ABRAZO DE LOS PUEBLOS nos hemos encontrado hoy en Durango.









Defender los derechos humanos para todas las personas
Por Juana Aranguren, Juanjo Álvarez, Adela Asua, Bernardo Atxaga, Joxerramon Bengoetxea, Garbiñe Biurrun, Marian Diez, Gorka Espiau, Helena Franco, Daniel Innerarity, Maixabel Lasa, Anjel Lertxundi, Irantzu Mendia, Zelai Nicolas, Lourdes Oñederra, Edurne Portela, Ramón Saizarbitoria, Pello Salaburu, Kirmen Uribe, Ramon Zallo, Mario Zubiaga, Iban Zaldua, Gemma Zabaleta, Imanol Zubero y Joseba Sarrionandia
Domingo, 21 de Abril de 2019 

ESTE es el panorama de la Europa democrática: 35.597 personas muertas, desde 1993, intentando acceder a Europa por carecer de vías y procedimientos de acceso seguro y garantizado, el Mare Nostrum se ha convertido en el Mare Mortum, el mar de los ahogados; no se han reubicado los miles de personas que llevan meses y años hacinadas en pésimas condiciones -en auténticos campos de concentración- en los países del sur de Europa; son permanentes las agresiones sexuales que sufren las mujeres en el tránsito y el secuestro de muchas por las redes de trata.

La UE -que iba a suprimir las fronteras- ha creado en los últimos años más vallas en y entre sus propios países, que todo el resto del mundo, Trump incluido. La nueva guardia europea de fronteras, se ocupa de las fronteras interiores mermando la soberanía de los Estados y, en los países de origen de las personas migrantes (África, Asia), entrenando a sus policías/milicias para obstaculizar los movimientos de las personas desplazadas a la fuerza. Una pregunta: ¿cuánto dinero público, que podría ser empleado en mejorar las condiciones de vida de europeas y migrantes, va a ser utilizado en la construcción de campos de detención/concentración en Marruecos o Turquía?

En los últimos tiempos, los gobiernos europeos están ya decididamente asumiendo estas políticas de sistemático rechazo y exclusión de personas inmigrantes y refugiadas. Un conjunto de intereses económicos y del mercado de trabajo marcan estas decisiones, pero lo que resulta especialmente grave es la creciente presencia de las fuerzas de extrema derecha, neofascistas, tanto en los procesos de gobernanza europeos como, también, en importantes sectores de la población.

Estas fuerzas están arrojando olas de odio sobre las personas migrantes y refugiadas, a las que culpan de todos los males de nuestras sociedades, del desempleo, de los bajos salarios, de la crisis social y económica, del aumento de la delincuencia y del machismo. Esas fuerzas extremistas, demasiadas veces apoyadas por fuerzas políticas que se autodenominan democráticas, utilizan esos discursos que contribuyen a incrementar las injustas políticas migratorias existentes, como -reiteramos- las expulsiones masivas y el cierre de fronteras, arrojando a la muerte a decenas de miles de personas en las aguas del Mediterráneo, en los desiertos de África y en otros lugares sin nombre, negándoles derechos humanos básicos, la vida y el derecho a migrar.

La política neofascista se asienta y alimenta en la defensa de una sociedad jerárquica basada en el individualismo, la competición y la desigualdad. De una sociedad autoritaria y patriarcal basada en el odio y la exclusión de las personas vulnerables, empobrecidas, excluidas, diferentes, migrantes. De una sociedad donde quienes son diferentes, quienes soportan y también rechazan la desigualdad y la jerarquía -personas pobres, emigrantes, precarias, mujeres insumisas, disidentes en general- deben ser marginadas y aun expulsadas.

El crecimiento de estas fuerzas políticas neofascistas y la facilidad con la que están buscando alianzas en otros partidos y fuerzas de derecha -tenemos ejemplos muy cercanos- empieza a hacer desgraciadamente posible una estrategia que, siendo ahora las personas emigrantes y refugiadas las primeras víctimas, incluiría, si crecen más, no dentro de mucho tiempo, represión y sometimiento a todas las otras personas arrojadas fuera del sistema. Sobre todo a quienes desde la diferencia lo rechazan. Estas fuerzas de derecha buscarán marginar el pensamiento y la acción política y social que lucha por establecer una sociedad de iguales en derechos y libertades, regida por los valores y prácticas de dignidad, respeto, solidaridad, inclusión y democracia, en definitiva en valores de humanidad.

Es necesario revertir este proceso. Es necesario, en este sentido, luchar y movilizarse a favor del respeto radical de los derechos humanos de personas inmigrantes y refugiadas. Sobre todo su derecho a la libertad de circulación. De hecho, en los últimos meses, en Europa resultan continuas las manifestaciones, algunas de ellas masivas, que con distinto signo, tienen todas un mismo objetivo: la lucha contra la represión a las personas más débiles. Ya hay múltiples oportunidades de apoyo. Un ejemplo que destacamos es la iniciativa del 5 de Mayo en un conjunto de ciudades europeas. Se hará precisamente antes de las elecciones europeas para visibilizar que son muchas personas quienes piensan que las mismas deben invertir la tendencia y expresar la deslegitimación de la extrema derecha. 


Por supuesto, también aquí. En Durango. El 5 de mayo a las 12. Una llamada a un acto público, representado con una abrazada colectiva. Un símbolo de la solidaridad y búsqueda de igualdad entre diferentes, frente al establecimiento de la sociedad jerárquica, dividida y desigual… de ellos. Ahí estaremos.

martes, 30 de octubre de 2018

Dejar de comer... como siempre

Jenny Erpenbeck
Yo voy, tú vas, él va
Traducción de Francesc Rovira
Anagrama, 2018


"Se sienta a la mesa y enciende el televisor, a esa hora dan las noticias regionales: el atraco a un banco, la huelga del personal del aeropuerto, la gasolina ha vuelto a subir, en la Alexanderplatz se han reunido diez hombres, presuntamente refugiados, y han iniciado una huelga de hambre, uno de los huelguistas se ha desmayado y ha sido trasladado al hospital. ¿En la Alexanderplatz? Se ve cómo suben a un hombre en camilla a una ambulancia. ¿Por donde Richard ha pasado hoy? Una joven reportera habla al micrófono, al fondo se ven unas figuras echadas o en cuclillas y una mesa de camping con una pancarta de cartón: «We become visible». Debajo, en pequeñas letras verdes: «Nos hacemos visibles». ¿Cómo es posible que no haya visto la manifestación? El primer bocadillo se lo ha preparado de queso, ahora a por el segundo, de jamón. A veces le avergüenza cenar mientras contempla en la pantalla seres humanos tiroteados, cadáveres después de un terremoto, accidentes de avión, aquí el zapato de alguien tras un atentado suicida, allá los cuerpos envueltos de las víctimas de una epidemia, alineadas en una fosa común. También hoy se avergüenza, pero sigue comiendo, como siempre".

Pero esta vez no será como siempre.
El protagonista de esta novela, Richard, es un profesor emérito de Filología clásica que acaba de jubilarse. Viudo desde hace unos años, ante él se abre una etapa vital que aún no sabe cómo llenar. Hasta que la protesta de un grupo de refugiados  africanos llama su atención. Se acercará a ellos, se interesará por sus vidas y, en su relación con ellos, al compartir "la cotidianidad abierta por los cuatro costados, expuesta a la intemperie ... de la vida de un refugiado", se enfrentará también a su propia historia personal.

Habiendo vivido y crecido en la extinta Alemania Oriental, se mostrará especialmente sensible con las consecuencias que las fronteras de Europa producen sobre las personas refugiadas: "¿Ya hemos olvidado, precísamente en Berlín, que una frontera no solo mide el tamaño del enemigo, sino que también lo crea?". También con el cambio desde el internacionalismo proletario hasta un etnonacionalismo que rechaza a las personas inmigrantes: "Y precisamente en esa parte de Alemania donde hasta hace veinticinco años el «internacionalismo proletario» proporcionaba el lema de innumerables pancartas, hoy en los carteles electorales de un partido que gana adeptos cada día que pasa puede leerse: «El dinero, mejor para la abuelita que para cíngaros y gitanos»".

Una novela actual, sensible, moral, que nos confronta con las contradicciones de las sociedades europeas frente al drama de las personas refugiadas: "La paz, que la humanidad ha anhelado en todas las épocas y que hasta ahora se ha alcanzado en muy pocas zonas del mundo, ¿termina no solo no compartiéndose con los que buscan refugio, sino que se defiende con tal agresividad que, al final, resulta enormemente parecida a la guerra?".

domingo, 24 de septiembre de 2017

Venid ya


España se comprometió a acoger a 17.337 personas refugiadas hasta el 26 de septiembre de este año. Hasta el próximo martes.
Hasta hoy tan sólo hemos acogido a 1.980. 
A día de hoy faltan por llegar 15.354 personas (el 88.56%).


John Berger, Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos [traducción de Pilar Vázquez], Nórdica, Madrid 2017.

Nunca antes había habido tanta gente desarraigada. La emigración, forzada o escogida, a través de fronteras nacionales o del pueblo a la capital, es la experiencia que mejor define nuestro tiempo, su quintaesencia.

The Adams and Eves
continually expelled
and with what tenacity
returning at night!

¡Con qué tenacidad
regresan cada noche
continuamente expulsados
los Adanes y las Evas!



Erri de Luca, Sólo ida. Poesía completa [traducción de Fernando Valverde], Seix Barral, Barcelona 2016.

Rimetteteci sopra la barca, scacciateci da uomini,
non siamo bagagli da spedire e tu nord non si degno di te stesso.

Quieren meternos de nuevo dentro de la barca, expulsarnos de entre los hombres,
no somos bultos que enviar y tú, norte, no eres digno de tí mismo.


Siamo gli innumerevoli, raddopio a ogni casa di scacchiera
lastrichiamo di scheletri il vostro mare per camminarci sopra.
[...]
Faremo i servi, i figli che non fate,
nostre vite saranno i vostri libri d'avventura.
Portiamo Omero e Dante, il cieco e il pellegrino,
l'odore che perdeste, l'uguaglianza che avete sottomesso.

Somos los innumerables, el doble en cada centro de expulsión,
adoquinamos de esqueletos vuestro mar para caminar sobre ellos.
[...]
Seremos los siervos, los hijos que no tenéis,
nuestras vidas serán vuestros libros de aventuras.
Traemos a Homero y a Dante, el ciego y el peregrino,
el olor que perdisteis, la igualdad que habéis sometido.


sábado, 18 de febrero de 2017

El futuro de Europa se juega en el Mediterráneo

[1] Leo a Alain Finkielkraut desde hace muchos años. Lo leo con interés y dedicación, aunque no comparto muchos de sus juicios; o porque no comparto muchos de sus juicios: de entre las muchas autoras y autores ajenos, en principio, a mi tradición política y filosófica, Finkielkraut es uno de los que más me cuestiona y me hace pensar. Es verdad que me sentía más interpelado por el autor de La humanidad perdida (1998 [1996]) -"Que los hombres sean primero hombres y sólo después miembros de una casta o titulares de una genealogía significa que ya no pertenecen a su pertenencia. Esta irreductibilidad del individuo a su rango, a su estatuto, a su comunidad, a su nación, a su extracción o a su linaje es su libertad"- o de La ingratitud (2001 [1999]) -"Del desarraigo de los apátridas al internamiento concentracionario, la negación de lo humano ha tomado forma de desolación, es decir, de privación de suelo, de experiencia radical y desesperada de una absoluta no pertenencia al mundo"- que el último Finkielkraut de Lo único exacto (Alianza, 2017 [2015]), cada vez más obsesionado con el control de las migraciones por razones que, existiendo ciertamente en la sociedad francesa (y europea) y respondiendo a temores e incertidumbres que deben ser comprendidos antes que estigmatizados, no pueden ser "blanqueados" con la facilidad y ligereza con la que lo hace el pensador francés.
"Luchar contra el islamismo -escribe- es proporcionarse los medios para recuperar los territorios perdidos de la nación, reconstruyendo la escuela republicana entontecida, estropeada e incluso saqueada por medio siglo de reformas demagógicas, y dominando los flujos migratorios, porque cuantos más inmigrantes llegados del mundo árabe-musulmán hay, más se fragmenta la comunidad nacional y más se desarrolla la propaganda radical". ¿De verdad es el combate contra el islamismo el principal motivo para recuperar los territorios perdidos de la nación, en particular la escuela republicana?
"Dejo a los expertos -continua- la tarea de decidir si hay que elegir para los que van llegando la vía de la integración o la vía de la asimilación. Lo único que yo sé es que los habitantes de un mismo territorio no pueden vivir junto si sus relojes no marcan la misma hora. La sincronización se impone. Y es incompatible con seguir buscando, al ritmo actual, la inmigración de poblamiento".  ¡Qué simpleza la referencia al reloj! Por supuesto que la vida en común exige sincronización, pero ¿de qué tipo? ¿La sincronización metálica de un desfile militar? ¿La sinfónica y polifónica de una orquesta de música clásica? ¿La sincronización aparentemente desorganizada pero de un grupo de jazz?
"Nadie es por esencia o por fatalidad extraño a la urbanidad francesa. Para que todos lleguen a ser contemporáneos, sin embargo, no debe seguir aumentando indefinidamente el número de quienes no lo son de partida". Acabáramos. No sé lo que ocurre en Francia, pero si existe algo así como una "urbanidad vasca", quienes la cuestionan en la práctica cada día -con quedadas para enfrentarse con otros hooligans, incumpliendo las normas básicas de la seguridad en la conducción, enguarrando los espacios públicos con todo tipo de residuos, eludiendo la solidaridad fiscal...- son, en su inmensa mayoría, "contemporáneos de partida".
Y así, termina Finkielkraut reprochando al papa Francisco su discurso ante el Parlamento Europeo el 25 de noviembre de 2014 y su advertencia de que, por inacción, Europa pueda permitir que "el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio". Considera Finkielkraut que el discurso del papa contrapone y enfrenta "el corazón y la razón", desconociendo que el deber tiene que nfrentarse muchas veces a encrucijadas."Esgrimiendo la caridad cristina como único viático -escribe-, se niega a pensar en las consecuencias de la inmigración de poblaciones a los pueblos europeos". Leyendo el párrafo que incluye la advertencia del papa contra la transformación del Mare Nostrum en Mare Mortum, creo que la acusación de buenismo irracional no se sostiene:
"No se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio. En las barcazas que llegan cotidianamente a las costas europeas hay hombres y mujeres que necesitan acogida y ayuda. La ausencia de un apoyo recíproco dentro de la Unión Europea corre el riesgo de incentivar soluciones particularistas del problema, que no tienen en cuenta la dignidad humana de los inmigrantes, favoreciendo el trabajo esclavo y continuas tensiones sociales. Europa será capaz de hacer frente a las problemáticas asociadas a la inmigración si es capaz de proponer con claridad su propia identidad cultural y poner en práctica legislaciones adecuadas que sean capaces de tutelar los derechos de los ciudadanos europeos y de garantizar al mismo tiempo la acogida a los inmigrantes; si es capaz de adoptar políticas correctas, valientes y concretas que ayuden a los países de origen en su desarrollo sociopolítico y a la superación de sus conflictos internos – causa principal de este fenómeno –, en lugar de políticas de interés, que aumentan y alimentan estos conflictos. Es necesario actuar sobre las causas y no solamente sobre los efectos".


[2] Hace años que vengo denunciando el mortífero Muro de Agua en el que hemos convertido el Mediterráneo. Esta tarde me gustaría poder estar en Barcelona, sumándome a la manifestación que desde las 16:00 reclama vías seguras y legales para que las personas que salen de África huyendo de la guerra, la represión o la necesidad no tengan que jugarse la vida. Desde la distancia, la estoy siguiendo en directo. Muchísima gente. ¡Qué bueno!.
El escritor sueco Henning Mankell solía decir en muchas entrevistas que la solución a la cuestión de la inmigración debería ser construir un puente entre África y Gibraltar, pagado por los europeos. No es esta una propuesta que inmediatamente pueda llevarse a la práctica, no es por tanto una solución. Pero sí es una manera provocadora de reivindicar esa naturaleza profunda de Europa como puente y no como barrera, como proyecto permanentemente abierto y no como constructo definitivamente clausurado, como geografía indecisa e indefinida y no como territorio delimitado, como apertura y no como cierre.
Claudio Magris ha dedicado muchas páginas, sobre todo las de su maravilloso ensayo El Danubio, a recordarnos que fue en sus regiones centrales (Alemania, Austria, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía), regadas por el poderoso río Danubio, donde Europa estuvo muchas veces a punto de perecer, como consecuencia de la confrontación entre religiones, culturas, naciones; y que el futuro de una Europa unida depende de que los recuerdos, las huellas y las raíces de tales confrontaciones, puedan resignificarse en un proyecto compartido.
Yo creo que si el pasado de Europa se jugó en torno a un río, el Danubio, y a su potencial tanto conector como separador, el futuro de Europa se jugará en torno a un mar, el Mediterráneo, igualmente separador o vinculador.

viernes, 3 de junio de 2016

Zygmunt Bauman: "La crisis de los refugiados es la crisis de la humanidad"



Al menos 117 cuerpos han sido encontrados en la costa de Libia , en la localidad de Zuara, a 120 kilómetros al oeste de la capital, Trípoli. Los cuerpos podrían pertenecer a uno de los naufragios que se han registrado en esta semana ante las costas libias y que han dejado la cifra de 880 muertos, según la Agencia de la ONU Para los Refugiados (Acnur).





Esta conversación es parte de una serie de diálogos en torno a la violencia promovida por The New York Times y que cuenta con las opiniones de filósofos y críticos teóricos. En esta ocasión, el protagonista es Zygmunt Bauman, profesor emérito de sociología en la Universidad de Leeds, Gran Bretaña. Su ultimo libro, Strangers at Our Door, ha sido publicado por Polity Press.

Brad Evans: Durante más de una década usted se ha centrado en la desesperada y difícil situación de los refugiados. En particular, ha dedicado especial atención a las innombrables situaciones de inseguridad e indignidad a las que se enfrentan día a día. También ha destacado que no se trata de un problema nuevo, y que debe entenderse siempre en un contexto histórico mucho más amplio. Partiendo de esta idea, ¿cree que la actual crisis de refugiados que está hundiendo a Europa representa un capítulo más en la cronología de éxodos y huidas o que por el contrario, está ocurriendo aquí algo distinto?

Zygmunt Bauman: Es verdad que parece un “capítulo más” aunque, tal y como ocurre con todos los problemas políticos, hay algo nuevo en comparación con las situaciones anteriores. En la era moderna las migraciones masivas no son en sí una novedad o un evento esporádico. De hecho, se trata de un efecto habitual y constante del estilo de vida contemporáneo, con su preocupación perpetua por el progreso económico y la construcción de un orden establecido. Dos conceptos que actúan en particular como grandes fábricas capaces de producir sin parar “humanos residuales”, es decir, personas que están o bien sin trabajo en su zona de residencia o que tienen una situación políticamente intolerable y se ven obligadas a buscar refugio o mejores condiciones de vida lejos de sus casas.
Es cierto que la dirección predominante de las migraciones ha cambiado tras la propagación del estilo de vida moderno desde Europa, su lugar de origen, hacia el resto del mundo. Cuando Europa era el único continente “moderno” del planeta, su población sobrante desembarcaba en tierras “premodernas” reciclados como colonos, soldados o miembros de la administración colonial. De hecho, se calcula que hasta 60 millones de europeos se fueron de Europa hacia las dos Américas, África y Australia durante el apogeo del imperialismo colonial.
Sin embargo, a mediados del siglo XX la trayectoria de las migraciones dio un giro de ciento ochenta grados. Durante ese período, las lógicas migratorias cambiaron y se disociaron de la conquista de tierras. Los migrantes de esa era post-colonial intercambiaron entre ellos (y aún intercambian) formas heredadas de subsistencia y supervivencia, formas hoy destruidas por esa modernización triunfante promovida por los primeros colonizadores. Y todo, por la oportunidad de construir nidos de mercado y cubrir las necesidades de las economías nacionales de esos mismos colonizadores.
Para colmo, existe hoy un volumen creciente de personas, en particular en Oriente Medio y África, que son expulsadas de sus casas por las docenas de guerras civiles abiertas, los conflictos étnicos y religiosos y el puro vandalismo que campa a sus anchas en los territorios que abandonaron los colonizadores a mano de unos “estados” soberanos que lo son por nombre, pero que están urdidos de forma artificial y tienen pocas perspectivas de estabilidad. Eso sí, cuentan con arsenales inmensos de armas suministrados por sus antiguos señores coloniales.

B.E.: Hannah Arendt utilizó el término worldlessness (la carencia de un mundo común compartido) para definir esas condiciones en las que una persona no pertenece a un mundo en el que cuenta como ser humano. Este término puede ser relevante a la hora de describir la difícil situación de los refugiados actuales. ¿El problema entonces podría ser que enmarcamos el debate en términos de seguridad, y no lo centramos en los refugiados o sus destinos?

Z.B.: Parte del problema es la forma en la que el mundo político se enmarca y se entiende. Los refugiados no tienen lugar (are worldless, utilizando las palabras de Hannah Arendt), en un mundo que está unido en estados territorialmente soberanos y que exige identificar la posesión de los derechos humanos a través de la ciudadanía de un estado. Esta situación se agrava aún más por el hecho de que no quedan países que estén dispuestos a aceptar y a ofrecer refugio y la oportunidad de una vida decente y de cierta dignidad humana a los refugiados apátridas.
En un mundo con estas características, los que se ven obligados a huir de condiciones insufribles no son considerados como “titulares de derechos”, incluso de aquellos derechos supuestamente considerados inalienables a la humanidad. Forzados a confiar su supervivencia a las personas a cuyas puertas llaman, los refugiados son, de algún modo, arrojados fuera del reino de la “humanidad”, en la medida en que se supone que el pertenecer a ella confiere los derechos que se les niegan. Hoy hay millones y millones de esas personas habitando este planeta que compartimos.
Como ha señalado usted acertadamente, con demasiada frecuencia los refugiados acaban teniendo el papel de amenaza para los derechos humanos de las poblaciones autóctonas, en vez de ser clasificados y tratados como la parte de la humanidad más vulnerable, que no busca otra cosa que la restauración de esos mismos derechos que les han sido robados a la fuerza.
Hay ahora una tendencia muy pronunciada (entre la población más establecida pero también entre los políticos a los que éstos eligen para sus gobiernos estatales) de trasladar la “cuestión de los refugiados” del ámbito de los derechos humanos universales al de la seguridad nacional. Ser duros con los extranjeros en nombre de la seguridad frente a posibles terroristas tiene mucha más aceptación política que apelar a la bondad y compasión para ayudar a las personas en riesgo y situación de desamparo. Externalizar el problema para que se ocupen de ello los servicios de seguridad es eminentemente más conveniente para los gobiernos ya saturados con funciones de asistencia social, los cuales no parecen querer ni poder desempeñar más funciones para satisfacer a sus votantes.

B.E.: Un aspecto fundamental de su análisis ha sido argumentar cuántas de las vulnerabilidades a las que se enfrenta hoy la ciudadanía deben explicarse en términos globales, planetarios. Cada vez más, los Estados-nación parecen incapaces, de forma individual, de responder a la gran multitud de amenazas que definen nuestra era interconectada. ¿La figura del refugiado muestra de forma inequívoca la naturaleza actual del poder y la violencia?

Z.B.: Ver el problema en “términos más planetarios” es indispensable para entender por completo no solo el fenómeno de las migraciones masivas, sino también el genuino y extendido pánico migratorio que el fenómeno ha desencadenado en casi toda Europa. La entrada de un gran número de refugiados, y la visibilidad que tienen, de forma tan repentina, hacen salir a la superficie temores que hemos intentado reprimir y ocultar con mucho esfuerzo: unos miedos que se gestan con la premonición de nuestras propias debilidades como sociedad, y por la sospecha constante y ratificada de que nuestro destino está en manos de fuerzas que escapan a nuestra comprensión – y aún más a nuestro control.
En cierto modo, nos traen de nuevo los horrores más misteriosos y oscuros (aunque con suerte distantes) de las “fuerzas mundiales”, y lo hacen directamente llamando a nuestra puerta, en nuestros barrios, de una forma muy visible y tangible.
Hace solamente unas semanas, esos recién llegados se sentían seguramente igual de seguros en sus casas que nosotros ahora mismo. Y hoy nos miran, privados de sus casas, posesiones, seguridad, en muchos casos de sus derechos “inalienables” como personas y de sus derechos a tener el respeto y la aceptación que le garantizan a uno la autoestima.
Siguiendo un hábito milenario, se culpa a los mensajeros del contenido de su mensaje. No es de extrañar que las mareas sucesivas de nuevos inmigrantes sean percibidos, en palabras de Brecht, como “un presagio de malas noticias”. Son la personificación del desmoronamiento del orden establecido, una situación en la que las relaciones entre las causas y los efectos son fijas, por tanto, comprensibles y predecibles, permitiendo a los que están dentro saber cómo deben proceder. Es fácil demonizar a los refugiados, ya que son ellos los que nos muestran y ponen al descubierto todas esas inseguridades. Al detenerlos en el otro lado de nuestras fronteras fortificadas damos a entender que nos las arreglaremos para parar a esas fuerzas globales que los llevaron a golpear a nuestras puertas.

B.E.: Aquellos que huyen de situaciones en las que todo ha quedado devastado por la guerra abren siempre un ruidoso debate sobre el término correcto: ¿Debemos hablar de “emigrantes” o de “refugiados”? Los dos términos pueden ser reduccionistas. ¿Puede ser que necesitemos un nuevo tipo de vocabulario que enfatice la condición más humana de los que intentan escapar de tales condiciones? Después de todo, y tal y como apuntó el poeta Warsan Shire, “nadie pone a sus hijos en un bote, a menos que el agua sea más segura que la tierra.”
Z.B.: La mayoría de veces un refugiado solo puede escoger libremente entre un sitio donde su presencia es inaguantable y otro donde su llegada no será ni deseada ni permitida. De forma similar, la opción del llamado emigrante económico es la de escoger entre la hambruna o una vida sin perspectivas pero con la oportunidad (poco convincente) de unas condiciones soportables para sí mismo y para su familia. Esto no es más que una “opción”, en ningún sentido significativo, a la que se enfrenta el refugiado que está huyendo de una evidente violencia física. A todos y cada uno de nosotros nos debería horrorizar el hecho de que haya gente que tenga la necesidad de tomar ese tipo de decisiones. Necesitamos un lenguaje o un vocabulario crítico para unas condiciones que ocurren en este mundo y que obligan a millones de sus habitantes a hacer algo así.
En la medida en que la etiqueta de “inmigrante económico” estigmatiza a esas víctimas, deberíamos desaprobarla. Este tipo de acrobacias lingüísticas y discursivas hacen que no se examinen las causas reales de este tipo de crisis, y que sus responsables queden impunes. En una cultura que ensalza la búsqueda de la auto-perfección y la felicidad (elevándola al nivel de propósito vital), no hay nada más hipócrita que condenar a aquellos que intentan seguir ese principio pero que no pueden llevarlo a cabo por no tener la documentación apropiada o por falta de medios.


Entrevista realizada por Brad Evans, catedrático de relaciones internacionales en la University of Bristol in England. Es el fundador y director de Histories of Violence (Historias de Violencia), un proyecto dedicado a evaluar y discutir el problema de la violencia en el siglo XXI. Sus publicaciones más recientes incluyen “Disposable Futures: The Seduction of Violence in the Age of Spectacle” (con Henry Giroux) y “Resilient Life: The Art of Living Dangerously” (con Julian Reid).

Entrevista completa en The New York Times.
Traducción de Anna Galdon.

viernes, 6 de mayo de 2016

Shakespeare en Siria

En el 400 aniversario de la muerte de Shakespeare (y de Cervantes), sus viejas palabras no han perdido ni un ápice de actualidad. Encuentro en el número 63 de la revista digital CTXT un texto extraído de la obra de teatro Sir Thomas More, escrita entre 1596 y 1601 por varios dramaturgos de la época y revisada en 1603 por otros autores, entre los que se encuentra William Shakespeare. Los investigadores han llegado a la conclusión de que entre las páginas añadidas al texto original hay al menos tres, en total 147 líneas, que pueden ser atribuidas sin ninguna duda a Shakespeare. En estas líneas, el autor pone en boca del protagonista de la obra, Tomás Moro, canciller del rey Enrique VIII, una extraordinaria reflexión contra las protestas que estallaron en las calles de Londres, rechazando dar refugio a los miles de hugonotes que, huyendo de la violenta persecución que el protestantismo sufría en Francia, buscaban refugio en Inglaterra.
La obra completa puede leerse en inglés aquí. Traducido por Víctor Rico, el fragmento al que me refiero merecería ser leído en voz alta y meditado todos los días en todas las reuniones en las que las y los dirigentes políticos de la Unión Europea toman decisiones sobre las personas que buscan refugio en nuestro continente:

Mirad, aquello que os ofende es lo que reclamáis,
es decir, la paz. Ninguno de los presentes,
si hubieran vivido hombres así cuando erais niños,
que hubieran recortado la paz, como pretendéis vosotros ahora,
la paz en la que habéis crecido hasta hoy,
os hubiera sido arrebatada, y los tiempos sangrientos
no os hubieran permitido convertiros en hombres,
ay, pobres infelices, ¿qué es lo que habríais logrado,
aunque os hubiésemos concedido aquello que buscabais?

Conseguid que se los lleven, y conseguiréis que este clamor vuestro
haya arrebatado toda la majestuosidad de Inglaterra;
Imaginad que veis a los desdichados forasteros,
con sus hijos a la espalda y su equipaje humilde,
arrastrándose a los puertos y costas para ser deportados,
y vosotros, sentados como reyes sobre vuestros deseos,
la autoridad silenciada por vuestra trifulca,
y vosotros, ataviados con vuestras opiniones,
¿qué habríais conseguido? Yo os lo diré. Habríais probado
que la insolencia y la mano dura prevalecen,
que el orden es reprimido; y en ese escenario,
ninguno de vosotros llegaría a viejo,
ya que otros rufianes, a su antojo,
con la misma mano, las mismas razones y el mismo derecho,
os depredarían, y los hombres, como peces voraces,
se devorarían los unos a los otros.

Permitidme plantear ante vosotros, amigos,
un supuesto; y si lo tenéis en cuenta,
entenderéis la horrible forma
que ha adquirido vuestra innovación. [...]

[...] Marchaos a Francia
o Flandes, a alguna provincia alemana, a España o Portugal,
a cualquier parte que no esté en alianza con Inglaterra,
donde no podréis ser sino extranjeros. ¿Os agradaría
encontrar una nación con un temperamento tan bárbaro
que, estallando con una violencia espantosa,
no os proporcionase un hogar en sus dominios,
afilase sus abominables cuchillos contra vuestras gargantas,
os desdeñara como a perros, como si Dios
no fuera vuestro dueño ni os hubiera creado, como si los elementos
no fueran en absoluto apropiados para vuestro bienestar,
sino un privilegio reservado a ellos? ¿Qué pensaríais
si se os usara de esa manera? Este es el caso de los extranjeros
y tal es vuestra monumental falta de humanidad.