Delta
Seix Barral, 2023
"Porque tengo la mirada y las palabras. Y es que, después de tantos meses, ya sé que esa pequeña mancha en la laguna es un islote y no un barquito amarrado, que sopla viento gregal y que el destello del sudoeste lo envía la esquina de un cuadro donde el agua a veces se arremolina. Sé que aquellos borrones lejanos son cabras, que en el lugar donde el pasillo de eucaliptos se divide empieza el sendero al Sifón, que eso que vuela son avefrías, y distingo una presencia humana a kilómetros cuando antes podía asociar la misma sombra erguida a un árbol o a un animal. Tengo el sedimento en el ojo. Donde no veía, ahora entiendo".
Gabi Martínez repite la fórmula que ya utilizó en 2020 en Un cambio de verdad. Repite, pero no se repite. Con este libro, Martínez sigue explorando temas recurrentes en su obra, como la relación del ser humano con el entorno natural, el conflicto entre el desarrollo y la conservación o el impacto emocional de los espacios geográficos sobre la psique humana.
Durante un año el autor se instaló en La Casa de la Pantena (una edificación "a tres borrascas de convertirse en reliquia submarina"), en la Isla de Buda (¡qué denominación tan afortunada!), en el Delta del Ebro, una región que enfrenta tensiones sociales, ecológicas y culturales debido al choque entre la modernidad y las tradiciones ancestrales. Con un estilo que combina brillantemente la observación naturalista, la etnografía y la mejor literatura, Delta es un retrato inquietante de un mundo al borde del cambio definitivo.
"El astro se desploma hacia los picos mientras unas cuantas gaviotas gritan iluminadas por el pardo de los paraísos desiertos. Todo es crema, ocre y nada. la laguna hace pensar en un fragilísimo bastión a la espera.Un lugar que es fortaleza y final.
Qué mirar en los últimos instantes".
Gabi Martínez utiliza una prosa evocadora y precisa para captar tanto la
belleza como la tragedia del Delta del Ebro y describe con una precisión casi documental el paisaje
cambiante, los ciclos de las aves migratorias, los cultivos de arroz y
la vida en el agua. El libro tiene un ritmo
pausado, lo que permite una inmersión profunda en los detalles de la
vida diaria en el Delta. Sus descripciones del paisaje son detalladas y meticulosas, logrando que
casi podamos sentir el aire salado, el sol abrasador y el vuelo
de las aves sobre las aguas del río.
El libro plantea preguntas sobre la identidad y el sentido de pertenencia: ¿qué significa volver a un hogar que ya no es el mismo? ¿Es posible reconectar con una vida de la que nos hemos distanciado? En Delta, el paisaje y las personas se ven obligados a redefinir quiénes son en medio de un contexto que los cambia sin que puedan controlarlo. Los habitantes del Delta se ven atrapados entre la preservación de sus costumbres y la atracción económica del turismo y el progreso. Martínez no toma partido de manera obvia en este conflicto; en cambio, presenta los dilemas de sus personajes con una mirada compasiva. Mientras algunos personajes luchan por mantener su forma de vida tradicional, otros ven en la modernidad una oportunidad de sobrevivir y prosperar. Este debate acerca de lo que se pierde y lo que se gana con el progreso está presente a lo largo de todo el libro.
En el Delta, el cambio climático no es un tema abstracto o distante, sino una realidad palpable que afecta directamente a la vida de los personajes. El deterioro ecológico provocado por la intervención humana en este
espacio tan frágil -el turismo desmedido, la industrialización y el
cambio climático- es un reflejo de la fragilidad del propio ser humano
frente a su entorno. La subida del nivel del mar, la erosión de las tierras y la desaparición de especies son algunos de los efectos que se sienten en la vida diaria de quienes habitan este delicado ecosistema. Martínez logra transmitir una sensación de urgencia respecto a la necesidad de actuar antes de que sea demasiado tarde para preservar tanto el Delta como otros lugares similares en el mundo.
"Los humedales del planeta se volatilizan a una velocidad impensable. Sin deltas somos menos mixtos, flexibles, dialogantes, diversos. Dicen que fue e los deltas donde los mamíferos terrestres que eran las ballenas buscaban alimento. Al descubrir una abundancia de peces y seres marinos capaz de saciar su apetito gigante, fueron quedándose en el agua, transformaron sus extremidades anteriores en poderosas plataformas de propulsión, comenzaron a nadar mar adentro y no volvieron a salir. Hoy, las ballenas y los deltas comparten la sensación de peligro".
Los habitantes del Delta desempeñan un papel fundamental en la novela. Personajes como pescadores, agricultores y empresarios turísticos dan voz a las diferentes facetas de la vida en este rincón de España. Cada uno representa una visión particular sobre el conflicto entre la preservación y el desarrollo, lo que enriquece la narrativa con una pluralidad de perspectivas. A través de estos personajes, el autor logra crear una especie de microcosmos social en el que se reflejan los problemas más amplios de nuestra época.
Un libro que nos invita a mirar con atención el mundo natural que nos rodea y a reflexionar sobre las decisiones que tomamos y su impacto, tanto en nuestras vidas como en los paisajes que habitamos y que nos habitan. Una obra profunda, lírica y poderosa que habla de la fragilidad de los ecosistemas y de nuestra propia vulnerabilidad cuando nos olvidamos de que, al igual que los deltas, somos sedimentos: polvo y barro.
"He visto el delta seco, bañado y con espigas.
Un mar de siete colores.
El aire reflejando el infinito cada día.
Pero aún no sé si esta isla me acepta".
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