viernes, 7 de agosto de 2009

El poder del perro

Le había echado el ojo pero no me decidia a comprarlo. La insistencia de Javier me hizo, por fin, llevármelo. Ayer mismo se lo decía: leí las últimas 100 páginas con agonía. Nunca he tenido tantas ganas de terminar un libro, me sentía absolutamente agobiado por el destino de Nora.
En la presentación, Rodrigo Fresán lo describe así:

"El poder del perro es un thriller sanguíneo y sangriento y sanguinario -advertencia: algunas de sus escenas de torturas harían palidecer hasta al más curtido San Peckinpah- con aceitada mecánica de tragedia, donde todos aullan y también usan los dientes, y donde un hombre solo -como aquel perturbado y perturbador príncipe dinamarqués- comprende que hay algo que huele a podrido en México y en sus cercanos y distantes alrededores que, no importa que incluyan hasta el Hong Kong de los traficantes de armas, nunca están lejos".

Es esto y es más, mucho más.

Son tres décadas de historia desgarrada de México (en palabras de Porfirio Díaz, "tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos") y de Centroamérica; de operaciones anticomunistas encubiertas -antes yonquis que rojos- en las que se ampara a auténticos monstruos ("Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta", como dijera Roosevelt de Anastasio Somoza); con curas comprometidos y nuncios maquiavélicos, policías corruptos y policías implicados hasta la muerte en la cruzada contra la corrupción; con la mejor colección de malos buenos y de buenos malos que he visto nunca; con un héroe trágico, Art Keller , habitando el lado más salvaje de la vida.

El poder del perro es, sobre todo y de verdad, "una de esas novelas en las que uno se va a vivir mientras las lee" (Fresán). Guau.

1 comentario:

Rubín de Cendoya dijo...

Imanol, me consta la insistencia de Javier a la hora de recomendar El poder del perro.

A mi me lo "metió" porque no encontraba en la librería "Destellos de Vida" el cuel también es recomendable.

El poder del perro me enganchó, pero al final me dejo una sensación rara, en el ríncón digo que:

"El contenido, aparte de una muerte casi por página, se escora un poco del lado de los movimientos “revolucionarios” FARC y compañía, pero no se le puede considerar una novela política salvo porque no deja en el mejor lugar a las agencias antidroga".

Hoy la citan en El País como ejemplo de lo que ya parece ser un género: Narconovela.

Merece la pena hacerle caso a Javier Cámara.

Saludos