miércoles, 23 de noviembre de 2022

La vida juega conmigo

David Grossman
La vida juega conmigo
Traducción de Ana María Bejarano
Lumen, 2020
 
"La partisana que hay en ella no está tranquila. la mujer que después de la guerra mundialtrabajó dos años en el contraespionaje a Tito no descansa. Me escudriña con los ojos entrecerrados. El hecho de que yo lleve siendo su nieta  casi cuarenta años no me supone ninguna ventaja en este momento".

 
Este es un libro basado en la historia real de la judía croata Eva Panic Nahir (Vera en el relato de Grossman), que eligió ser leal a su marido, acusado por el régimen de Tito de ser un espía al servicio de Stalin, y muerto en la prisión donde estaba siendo interrogado, aunque esto le supuso ser internada durante dos años en el gulag de Goli Otok y abandonar durante ese tiempo a su hija Nina, de solo seis años. Aquí puede verse un documental sobre su vida.

La narradora de este relato es Guili, hija de Nina y nieta de Vera, que busca reconstruir la historia de su familia. Las consecuencias del abandono materno sobre Nina, que a su vez abandonaría a Guili, su hija, son la base de este desgarrador ejercicio de memoria, de lucha contra el olvido histórico pero también contra la enfermedad de Alzheimer diagnosticada a Nina. Una historia de abandonos, de complejas relaciones de pareja y materno-filiales ("no estoy dispuesta a tener un hijo", afirma Guili. "Estoy maldita para la maternidad"); pero, sobre todo, es una historia de amor, de amores aparentemente imposibles sostenidos a lo largo del tiempo, generosos, sanadores.

"Sé amarla. Puede que te suene patético, puede que te parezca que no merece amor, pero yo sé cómo quererla en cada una de sus situaciones. Eso es lo que tengo en el mundo, saber amar a una persona a la que no es fácil amar. Hacer que le sea un poco más llevadero estar consigo misma".

Un novela delicadísima que merece la pena leer.
 

Los años ochenta y la heroína en Gipuzkoa. Entre la emergencia sociosanitaria y el pánico moral

Amaia Izaola Argüeso (coord.)
Los años ochenta y la heroína en Gipuzkoa. Entre la emergencia sociosanitaria y el pánico moral
Catarata, 2022


El 19 de septiembre de 1917, tras una noche de consumo de morfina, cocaína y alcohol, fallecía en la Casa de Socorro de San Sebastián Joaquín Santiago-Concha y Tineo, cuarto conde de Villanueva del Soto, con 21 años de edad. Lo cuenta en un interesantísimo artículo el historiador Juan Carlos Usó Arnal, quien nos introduce con una narración tan vívida como informada, en el ambiente de una ciudad convertida en un elitista centro de veraneo, repleta de lujosos hoteles, exquisitos restaurantes y animados locales de ocio nocturno, donde sustancias como el opio, el láudano, la morfina, la heroína, la cocaína o el hachís se adquirían sin problemas en farmacias, herboristerías o tiendas de ultramarinos. Fue en uno de esos locales nocturnos donde el joven aristócrata encontró la muerte. Pese a no ser la primera muerte por sobredosis reportada por la prensa de la época, en este caso los periódicos, especialmente los donostiarras, impulsaron una fuerte campaña de denuncia de este hecho, reclamando de las autoridades medidas para evitar que se repitiera. Como señala Usó, “San Sebastián no podía permitirse el lujo de tomarse a la ligera un suceso que pusiera en riesgo su presente y futuro como centro de veraneo para personas privilegiadas”.

Seis décadas después de estos hechos Donostia, al igual que otras localidades de Gipuzkoa y del resto de Euskadi, se vieron brutalmente sacudidas por una epidemia que se llevó por delante la salud y la vida de miles de personas jóvenes, dejando además en sus familias y entornos sociales una herida imposible de cicatrizar. Esta es la parte más oscura de una historia que, como sociedad, no deberíamos olvidar. Porque si bien es cierto que en el consumo de drogas, como cualquier comportamiento humano, juegan un papel importante factores personales, se trata de una realidad que no se entiende sin ponerla en relación con elementos estructurales, con procesos culturales, económicos y políticos que constituyen el contexto sin el que tales comportamientos personales, en la forma en que se realizaron en los años ochenta, hubieran sido imposibles.

“El proceso de transformación social que se pone en marcha [en España a partir de los años sesenta] está directamente relacionado con el incremento en el consumo de drogas”, escribía a mediados de los ochenta el sociólogo Enrique Laraña. Las personas que en los ochenta cabalgaron el caballo de la heroína fueron, en más de un sentido, víctimas de su tiempo. Así lo indicaban, con exquisita sensibilidad, en la Memoria de Proyecto Hombre de 1986: "En Proyecto Hombre hemos elegido este campo porque la droga es el timbre de alarma que suena en estos tiempos. Hablamos de un sector de la juventud sumido en la desesperación".

Un tiempo de crisis política, económica, cultural y moral; una época de profundas transformaciones que arrojaban sobre las generaciones más jóvenes un horizonte de incertidumbre y desasosiego: “No future”, como cantaban los Sex Pistols en su icónica canción de 1977:

Cuando no hay futuro,
¿cómo puede haber pecado?
Somos las flores en la basura,
somos el veneno en tu máquina humana,
somos el futuro, tu futuro.
No hay futuro, no hay futuro,
no hay futuro para ti.
No hay futuro, no hay futuro,
no hay futuro para mí.

Pero también es importante hacer memoria de las luces que se prendieron en medio de tanta oscuridad, de todas esas “pequeñas grandes historias” que, como recuerdan Ion Burgi y Xabier Arana al escribir sobre el Taller (en realidad, Centro de Iniciación Profesional) de Askagintza en Altza. Fueron muchas, muchísimas, las iniciativas sociales e institucionales que reaccionaron frente a la tragedia colectiva que fue la expansión de la heroína en Gipuzkoa y en Euskadi durante los años ochenta. También de esto hay que hacer memoria.

Esto era lo que pretendíamos cuando, a comienzos del año 2020, empezamos a imaginar este proyecto de investigación en diálogo con la Fundación Ramón Rubial y el Departamento de Cultura, Cooperación, Juventud y Deporte de la Diputación Foral de Gipuzkoa. La pandemia de COVID-19 nos obligó a modificar el proyecto inicial, limitando su alcance. Esperamos, en todo caso, que lo expuesto en este pequeño libro contribuya a impulsar ese ejercicio de memoria.


[Texto de Imanol Zubero: "A modo de conclusión", pp. 131-134]

La parábola de los talentos

Octavia E. Butler
La parábola de los talentos
Traducción de Silvia Moreno Parrado
Capitán Swing, 2021

"He leído que la época turbulenta a la que los periodistas han empezado a referirse como  'el Apocalipsis' o, de una forma más habitual y más amarga, como ´la Calamidad´, duró desde 2015 hasta 2030, un decenio y medio de caos. Eso no es verdad. La Calamidad ha sido un tormento bastante más largo. Empezó mucho antes de 2015; tal vez incluso antes del cambio de milenio. Y aún no ha terminado".


Continua, tras La parábola del sembrador, la epopeya de Lauren Oya Olamina en unos Estados Unidos sumido en el caos, ahora gobernados por un presidente ultraconservador llamado Jarret, cristiano fanático y fundamentalista, que promete hacer que "América vuelva a ser grande" (la ficción anticipa la realidad). 

Pero ya no es Olamina quien nos cuenta la historia en primera persona, como lo hacía en el Sembrador; fallecida, en esta secuela es su hija, Asha Vere, quien reconstruye mediante los diarios de una madre a la que no conoció un tiempo atroz en el que el miedo llevó a la mayoría de las personas a depositar toda su confianza en un iluminado cruel:

"He reservado la peor noticia para el final. Las elecciones fueron el martes 2 de noviembre. Ha ganado Jarret. Cuando Bankole se enteró dijo. 'Que Dios se apiade de nuestras almas'. Yo creo que estoy más preocupada por nuestros cuerpos. Antes de las elecciones me decía a mí misma que la gente tendría suficiente cabeza como para no votar aun tío cuyos seguidores queman a gente viva por 'brujería' y prenden fuego a las iglesias y las casas de la gente que no les gusta".

Tenía razón Olamina al preocuparse más por los cuerpos que por las almas. Porque serán estos, los cuerpos, específicamente los cuerpos de las mujeres, los que encarnarán y sufrirán tanto los miedos como los deseos de los seguidores de Jarret.

Un libro duro, amargo, en el que, sin embargo, persiste el mensaje de esperanza que Olamina en y para la humanidad que Olamina ha ido plasmando en su propuesta llamada Semilla Terrestre:

"Asociarse es dar, tomar, aprender, enseñar, ofrecer el máximo beneficio posible mientras se hace el menor daño posible. Asociarse es entablar una simbiosis mutualista. Asociarse es vivir.
Toda entidad, todo proceso que no pueda o no deba resistirse o evitarse debe asumirse en sociedad. Debéis asociaros unos con otros. Asociaros con la vida. Asociaros a Dios. Solo asociados podemos prosperar, crecer, Cambiar. Solo asociados podemos vivir".


Octavia E. Butler es una gran escritora aunque, como tantas, muy desconocida, especialmente cuando pensamos en un género tradicionalmente tan masculinizado como es el de la ciencia ficción. Merece mucho la pena acercarnos a su obra.

lunes, 21 de noviembre de 2022

El sentido del asombro

Rachel Carson
El sentido del asombro
Prólogo y traducción de Mª Ángeles Martín R-Ovelleiro 
Ilustraciones de Andrea Reyes
Encuentro, 2021

"Y entonces hay un mundo de cosas pequeñas que pocas veces se ve. Muchos niños, quizás porque ellos mismos son pequeños y están más cerca del suelo que nosotros, se dan cuenta y disfrutan con lo pequeño y que pasa desapercibido. Quizás por eso es fácil compartir con ellos la belleza que solemos perdernos porque miramos demasiado deprisa, viendo el todo y no las partes. Algunas de las más exquisitas obras de la naturaleza están a una escala de miniatura, como sabe quien haya mirado un copo de nieve a través de una lupa".


Capaz de hacernos comprender y admirar tanto lo más grande e inmenso (como los vastos océanos) como lo más pequeño del mundo natural, en este breve libro Rachel Carson nos invita a mirar el mundo con lupa, a tumbarnos en el suelo, a escuchar en silencio las voces de las criaturas que habitan la noche, a sentir la lluvia en la cara, a observar el germinar de una semilla, a acariciar el musgo...
 
Acompañado de las bellas ilustraciones de Andrea Reyes, un libro-joya, tan precioso y sugerente como la naturaleza a cuya contemplación nos anima una autora esencial.
 

Enseñar pensamiento crítico

bell hooks
Enseñar pensamiento crítico
Traducción de Víctos Sabaté
Rayo Verde, 2021
 
"Cuando los estudiantes llegan a las aulas universitarias, la mayoría tienen miedo de pensar. Y los que carecen de ese temor, a menudo van a clase asumiendo que no será necesario pensar, que todo lo que tendrán que hacer es procesar información y vomitarla en los momentos adecuados".


bell hooks (1952-2021) es una relevante pensadora que ya ha aparecido por aquí. Seguidora de Freire, comprometida con la educación como práctica de la libertad, en este recomendable libro comparte treinta y dos "enseñanzas" sobre la enseñanza, en realidad treinta y dos experiencias y aprendizajes propios que hooks comparte con sus lectoras y lectores. 
 
En el marco de una explícita pedagogía del compromiso (de nuevo Freire), la autora se propone como objetivo "que los estudiantes recuperen las ganas de pensar, así como su voluntad de alcanzar una autorrealización total" de manera que el alumnado pueda "pensar críticamente". Como docente, me identifico plenamente con sus reflexiones sobre el aula como una comunidad de aprendizaje, en absoluto propiedad o patrimonio de la profesora o el profesor, así como con su abierta defensa de una "enseñanza con amor". Es verdad que no somos "terapeutas", como dice hooks, ni "una ONG", como me recuerdan a veces algunas compañeras y compañeros; no lo somos, pero a veces no tenemos más opción que actuar como si lo fuéramos y, en cualquier caso, lo que no podemos es pensar que nuestras alumnas y alumnos son simple "fuerza de estudio". Lo explica perfectamente otro educador y autor, Daniel Pennac, en Mal de escuela, otra obra que debería ser lectura obligatoria para quien se dedique a la docencia:

"Nuestros «malos alumnos» (de los que se dice que no tienen porvenir) nunca van solos a la escuela. Lo que entra en clase es una cebolla: unas capas de pesadumbre, de miedo, de inquietud, de rencor, de cólera, de deseos insatisfechos, de furiosas renuncias acumuladas sobre un fondo de vergonzoso pasado, de presente amenazador, de futuro condenado. Miradlos, aquí llegan, con el cuerpo a medio hacer y su familia a cuestas en la mochila. En realidad, la clase solo puede empezar cuando dejan el fardo en el suelo y la cebolla ha sido pelada. Es difícil de explicar, pero a menudo solo basta una mirada, una palabra amable, una frase de adulto confiado, claro y estable, para disolver esos pesares, aliviar esos espíritus, instalarlos en un presente rigurosamente indicativo".

Y esto es algo aplicable no solo a los "malos" alumnos, ni a quienes estén "a medio hacer": todas, todos, entran (entramos) en el aula con una mochila a cuestas. Una pesada mochila de (no solo, pero también) inseguridades, miedos, debilidades, malestares, preocupaciones, dolores, vulberabilidades a los que no podemos dejar de atender como mejor sepamos. Podemos mirar hacia otro lado, refugiarnos en la idea de que solo somos enseñantes (ni siquiera educadoras o formadoras), pero la mochila seguirá ahí cuando despertemos.

Como ella misma dice, la relevancia que la temática del amor tiene en su obra y, más allá de esto, la forma "amorosa" (que no blandita, ñoña o acrítica) con la que hooks aborda incluso los temas más duros, pudiera llevarnos  a pensar que se trata de una pensadora no "tan radical ni tan militante" como otras. En absoluto y es precisamente esta característica de bell hooks, su radicalidad amorosa, la que la convierte en tan sugerente. El amor, sostiene, "es el único camino que nos permite crear un mundo que la dominación y los dominadores no pueden destruir" ya que "cuando nos dedicamos a amar, nos estamos dedicando también a terminar con la dominación".
 
El libro de bell hooks contiene, además, un poderoso capítulo (la enseñanza 18, "Aprender a superar el odio"), en el que reflexiona sobre "la importancia de que [las y los estudiantes] lean obras de autores que puedan ser racistas, machistas, homófobos o clasistas", como es el caso de uno de los escritores favoritos para hooks, William Faulkner. 

Un libro provocador que nos ayudará a reflexionar no solo sobre la forma en que enseñamos y aprendemos sino, en general, sobre la forma en que nos relacionamos y vivimos.

domingo, 20 de noviembre de 2022

Primera nieve

Apenas unas manchas, pero el guarda del refugio Ángel Sopeña de Arraba me ha dicho que al amanecer había cuatro dedos de nieve. La lluvia, que no ha cesado en toda la mañana, y la subida de temperatura, han podido con la primera nevada del año. Agua, frío y mucha, muchísima niebla. Poco más que un paseo pero el Gorbea es siempre una maravillosa experiencia.