Blackwater
Traducción de Carles Andreu
Blackie Books, 2024
"Pero los efectos de la riada se dejarían notar durante mucho tiempo en Perdido, hasta meses y meses después de que las aguas se hubieran retirado, hasta después incluso de haber instalado el nuevo alcantarillado y de que la nueva estación de bombeo extrajera el agua más fría y dulce que nadie en el pueblo hubiera probado jamás. Al parecer, el hedor de una inundación nunca llegaba a desaparecer del todo. Incluso después de barrer el fango de las casas, de limpiar las paredes, de poner alfombras nuevas, de comprar muebles nuevos y de colgar cortinas nuevas, incluso después de retirar y quemar todos los objetos que habían quedado arruinados, de eliminar de los patios las ramas rotas y los cadáveres putrefactos de animales y de que la hierba empezara a crecer de nuevo, Perdido subía las escaleras a última hora de la noche, se detenía con una mano en la barandilla y, bajo el aroma del jazmín y las rosas del porche, bajo el olor agrio de los restos de la cena que aún quedaban en la cocina y bajo el almidón del cuello de su camisa, percibía aún el efluvio de la riada. El agua se había filtrado entre las tablas y en las vigas, y hasta en los ladrillos de las casas y otros edificios. De vez en cuando, ese olor le recordaba a Perdido no solo la desolación que había experimentado, sino también la desolación que podía volver a abatirse sobre el pueblo en cualquier momento".
Probablemente este haya sido uno de los mayores éxitos editoriales de este año. Un éxito al que han contribuido las atractivas portadas y contraportadas del ilustrador Pedro Oyarbide -"Mucha gente me comenta que compra 'Blackwater' por las portadas", declara en una entrevista-, así como una inteligente edición por entregas que hace muy difícil detenerse antes de llegar al sexto volumen de la saga.
Por lo demás la historia se deja leer, con algunos momentos valle en los que cuesta mantener la atención. Una historia que podría haber surgido de la colaboración entre una persona inspirada en las historias familiares del viejo sur estadounidense y otra seguidora del H.P. Lovecraft que escribe sobre Dagón e Innsmouth, aunque predomina, y mucho, la primera perspectiva. Y es una pena porque, al menos en mi opinión, la trama se eleva cada vez que aparece la perspectiva-Lovecraft.
La otra perspectiva, un poco a lo Falcon Crest, que es la dominante, sirve para construir el relato de una familia, las y los Caskey, entre 1919 y 1958. Una familia obscenamente rica gracias al negocio de la madera, a la que veremos enriquecerse mucho, muchísimo más, en el transcurso de la historia gracias al petróleo ("Miriam sabe lo que se hace. Lo único que le importa es ganar dinero y le da lo mismo que esta vaya a parar a su cuenta, a la tuya, a la mía o a la de cualquier otro miembro de la familia. Nada la hace más feliz que sumar la columna de las ganancias diarias y ver que el total es cada vez más alto"). Un clan en el que la familia está por encima de todo ("Billy no se casaría con una mujer que no fuera una Caskey y tú no te tomarías la molestia de ir detrás de un desconocido"). Una familia blanca en un pueblo de Alabama, Perdido, en el que la segregación racial es la norma, disfrazada de un paternalismo esencialmente racista ("Señora Elinor -dijo Zaddie-, he crecido en esta casa, nunca he vivido en ningún otro lugar. Y creo que voy a envejecer aquí. Nunca me he casado ni he tenido nada que ver con ningún hombre de color, porque soy solo suya").
Pero no cabe duda de que Blackwater está siendo un éxito de ventas y, espero, también de lecturas. Seguro que este verano nos encontraremos sus llamativo y manejables volúmenes por doquier, en terrazas, playas y piscinas. De lo cual me alegro.
Y ojalá su lectura nos lleve a otras lecturas: a Lovecraft, o a Faulkner. Que aquí sentimos verdadera devoción por Fulner 😁 . Y por Lovecraft.
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