Esta mañana el termómetro del coche marcaba 1ºC en el Alto de la Corbeñera y la niebla lo cubría todo. Pero el cielo azuleaba entre la bruma, así que me he dirigido a la ladera sureste del Espigüete para observar a los rebecos que campan a sus anchas por sus empinados roquedos. Y ahí estaban, asoleándose, seguros en su inexpugnable fortaleza kárstica.
Como siempre, expectacular
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQue suerte tienes. Que bonito. Está claro que hay que madrugar. Muy bonito
ResponderEliminar