He estado muchas veces allá arriba, en el camino de descenso de una larga escalada. Pero pensaba en los pasos fatigados, me mantenía a distancia del vacío que seduce y atrae al cuerpo que quiere descender al valle. Iba de paso por esa superficie, bajo esa última hora de luz con la preocupación de retirarme de ahí a toda prisa.
Desde abajo, por el contrario, desde lejos, me entraban ganas de hallarme tumbado en una cornisa allá arriba y formar parte del reino mineral. Di un paseo para descargar el deseo descabellado de una hora de plenitud.
Erri de Luca, El crimen del soldado.
Como te tira la montaña Palentina¡ y en concreto, Camporredondo.Ya aprovecho para desearos feliz Navidad. Un abrazo
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