viernes, 20 de abril de 2012

Expropiación

Estos últimos treinta años de irresponsable discurso neoliberal han tenido como principal consecuencia el descrédito de todo lo que se acompañe del adjetivo "público". Nadie mejor que un liberal como Ralf Dahrendorf para entonar un sentido réquiem por lo público:

"El efecto más grave de los valores ligados a la flexibilidad, la eficiencia, la productividad, la competitividad y la rentabilidad es posiblemente la destrucción de los servicios públicos. Es necesario precisar la expresión: estamos hablando de la destrucción del espacio público y a la vez de los valores correspondientes del servir. La filosofía predominante del palo y la zanahoria ha descuidado primero y luego rechazado conscientemente aquellos otros motivos que llevan a la gente a hacer cosas porque están bien o incluso porque tienen conciencia de sus deberes, sentido de la responsabilidad. La introducción de motivos y conceptos seudoeconómicos en el espacio público lo priva de su cualidad esencial. Un servicio sanitario nacional, la educación pública general, un ingreso básico garantizado, cualquiera sea su nombre, se convierten en víctimas de un economicismo preso de locura homicida".


A lo que nos enfrentamos no es a un recorte más o menos radical de prestaciones y derechos, sino a la profundización en una dinámica de acumulación por desposesión que David Harvey ha analizado con agudeza y al que ya nos hemos referido en este blog en otra ocasión.

“Las exigencias de la competencia global combinadas con la desintegración social –advierte Dahrendorf- no son propicias para la constitución de la libertad. La libertad y la confianza van juntas (confianza en uno mismo, confianza en las oportunidades que ofrece el entorno, confianza en la capacidad de la comunidad política en la que uno vive, ciertas reglas básicas para garantizar el imperio de la ley). Cuando esta confianza comienza a desmoronarse, la libertad lleva pronto a situaciones arcaicas, a la guerra de todos contra todos”.

Empleo, educación, universidad, salud... Todo debe dejar de ser derecho para convertirse en mercancía. Este sí que es el segundo cercamiento, y no lo de la ley Sinde.

Para expropiación esto, y no lo de YPF.

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